Dubai es un enclave anglosionista que dibuja un nuevo mapa estratégico regional en el medio oriente, paraíso de la corporatocracia que usa esa “ciudad global” (Sassen) para sus fines no tan santos y junto a Singapur, Mauricio, Qatar, entre otras, aparecen como los centros de lavado internacional por excelencia.
Desde la llegada de Chávez esa gobernanza (neoimperio) dirige su arsenal contra Venezuela, para destruirla, arrebatarle recursos y territorios: nuestra Guayana Esequiba y el Golfo de Venezuela están en la mira.
Utilizando al COVID19 como distractor, cobertura y disparador de la destrucción creativa, varían los ejes geopolíticos mundiales para atacar a las Repúblicas. El plan del polo corporativo transnacional impulsa desaparecer los ejércitos y sustituirlos por fuerzas policiales de seguridad y protección según nueva doctrina OTAN, evaporar la fuerza laboral, apropiarse de territorios y recursos, eugenesia y control poblacional, sustituir al hombre por inteligencia artificial y robots, poniendo la tecnología al servicio de los Capos (capitalistas) para controlarnos, refeudalización y lo que algunos autores impulsados por esa corporatocracia definen: el post capitalismo como sistema, obviando que el capitalismo no es economía solamente sino un régimen de poder (Ocalan) y que hoy gracias a estos elementos, está cada día más y más concentrado en poquísimas manos.
Así en esta nueva etapa de acumulación originaria, siempre por explotación, pero ahora por desposesión y expoliación extractivista (Sassen/Arrighi) vía poder blando, utilizan a los poderes supranacionales de la ONU y CIJ, para arrebatar, ocupar territorios y recursos, devastando a los Estados Nación soberanos.
Ese es el caso de nuestra Guayana Esequiba, la misma que voceros internacionales, tomando como base el informe del Instituto de Geología de los EEUU del 2001, donde se revela que la Cuenca de Guyana -territorio venezolano- es la más rica de Latinoamérica, hoy les ha dado por denominar la Dubai Suramericana.
Pretenden estos criminales hacerse de nuestro territorio vía pseudo jurídica, imponiéndonos un enclave extraterritorial anglosionista-holandés, cuya ratería data desde 1814 hasta llevarnos al ilegal Laudo de 1899, donde nos roba el 20% del territorio, lo que les permitiría desarrollar un proceso molecular de la acumulación del capital en el espacio y en el tiempo, basándose en el control, incluso difuso de un territorio y la capacidad de movilizar sus recursos hacia fines políticos, económicos y militares.
Es imponernos con complicidad interna, la visión talasocrática cuyo nervio central son las finanzas, moviéndose sin límites, en espacios abstractos, lisos y desterritorializados subsumiendo recursos y territorios en función de su metabolismo global descentralizado, obviando que somos una Nación telurocrática, con un Estado dueño y propietario de recursos, productivo, proteccionista y soberanista.
Ya no se trata de las viejas expansiones nacionales que en un punto de su desarrollo se transforman en expansiones imperiales. Ahora se pretende estructurar, desde «lo alto» y desde un principio, un gobierno mundial trans/nacional, legitimado – cuando ello es posible – en la figura de las Naciones Unidas. Ese gobierno mundial será la expresión política tanto de «gobiernos nacionales» como de grupos trans/nacionalizados cuyo poder se asienta en un específico proceso de innovaciones tecnológicas y transformaciones productivas (Harvey)
Desde siempre, pero hoy más que nunca, Reino Unido y sus aliados necesitan expandir el dominio del mar y sus rutas comerciales, extenderlo a la tierra agregando nuevos enclaves geográficos que permitan a los piratas globalistas del neoimperio un reparto del botín, de sus posesiones de ultramar y el dominio tecno totalitario, justificando su derecho en el Commonwealth como fundamento de su estrategia expansionista.
El origen de este derecho se encuentra en lo que planteaba el jurista italiano Accursius en el siglo 13 «Cuius est solum, eius est usque ad coelum et ad inferos (en latín, «quien es el suelo, es suyo hasta el cielo y hasta el infierno») principio del derecho de propiedad, que establece un dominio único privado, cuyos titulares tienen derechos no solo sobre la parcela de tierra en sí, sino también sobre el aire de arriba y (en la formulación más amplia) el suelo de abajo: doctrina Ad Coelum. Hoy limitada por la ley moderna que divide los derechos aéreos (arriba) y derechos sub superficiales (abajo), asumidos como principio básico de derecho consuetudinario por Inglaterra y que Guyana como hija del Reino toma como propio y reclama ante la CIJ.
El Coloniaje anglosionista holandés junto a Guyana justifican su supuesta propiedad apelando al Uti Possidetis del common law anglosajón, nosotros a la norma jurídica político-territorial de Bolívar. La primera reconoce que quien posee de hecho la conserva (uti possidetis, ita possideatis) ocupándola hasta demostrar la propiedad. El Libertador prescinde de la posesión u ocupación del territorio, toma en cuenta sólo el título jurídico legal y le imprime un carácter irrevocable y definitivo.
Guyana gracias a nuestra pasividad, malinterpreta el Acuerdo de Ginebra de 1966, y violándolo, creyendo que ese territorio es un “territorio cedido”, mientras nosotros colaboramos con esta errónea visión, a veces por comodidad, otras por evitar un conflicto inevitable, según creemos.
Concesiones van y vienen, mientras las trasnacionales EXXONMOBIL, Shell, Repsol, Sands Springs INC, Biocapital, Mun Brasil Venture INC, Reunion Gold Corporation, Anadarko Petroleum Corporation, Eco Atlantic, Bai Shan Lin DTL, SC Mineral LTD, Tullow Oil, CGX, Hess,Enian Service Limited y la Guyana Goldfields INC, estos últimos manejando los campos de oro Aurora y Aranka con 6.540.000 de onzas y 277.580 respectivamente, operan libremente, financian el litigio y el lobby corporativo ante la Corte, claramente en favor de Guyana y el anglosionismo, verdadero titiritero del juego macabro contra nuestro país, para despojarnos del territorio Esequibo.
Para muestra un botón: el 30 de junio pasado realizaron en contra de sus propias normas y modificando a última hora el Reglamento «audiencia telemática» para conocer la demanda de Guyana, sin mayores oposiciones de nuestra parte.
En el fondo el litigio no es solamente por los recursos que están en nuestro territorio, ni por la posición geoestratégica de esa zona pues controlando el Mar caribe con sus enclaves en Caricom y la posición de Punta Barima, les permitiría acceso al Delta, a la cuenca caribeña y a las cuencas hidrográficas de Suramérica entera, sino que además el conflicto es por nuestra condición Bolivariana caracterizada por una República propietaria terrateniente nacional antiliberal, no para el usufructo de una élite privada sino para su distribución justa y equitativa.
Por eso es imprescindible para la corporatocracia destruir “el mal ejemplo”, demoliendo esa condición subversiva antiliberal, ofreciéndonos con la propaganda del cambio, un modelo productivista pero privatizador. De allí el ataque, acoso, sanciones, bloqueos y ahora sentencias forjadas: necesitan derrumbar la institucionalidad del Estado social, de derecho y de Justicia, desensamblando su eficacia, demoliendo su poder económico, su cohesión y apoyo social. Minimizando nuestra influencia geopolítica, para que no podamos resistirnos a la intervención moral y luego jurídica del neoimperio o gobernanza global multilateral de la ONU vía CIJ. Consenso del agotamiento, del atropello y trastocamiento del pueblo, consenso por chantaje, para cambiar el marco jurídico legítimo.
Convirtiéndonos en un pueblo rehén del asedio y de la coerción, llevándonos a trompadas a aceptar esos «consensos jurídicos supranacionales» por coacción y extorsión, para dar un barniz de legitimidad y legalidad al cambio de modelo político interno e imponernos su modelo de gobernanza global que incluye hacerse de nuestros territorios y recursos. Reino Unido hizo de la India su reserva de recursos y su retaguardia estratégica, hoy pretende junto a sus cómplices, hacer con Venezuela eso y más, capturarnos y desde esa posición geográfica proyectar su lógica de usura, vicios y perversión (Arrighi).
Apelan a la excusa moralina de la «pacificación» renunciando «al uso de la fuerza» tal como reza el Memorándum consignado por los «expertos que nos defienden» ante la CIJ en su párrafo final, lo que resulta inconstitucional porque la defensa del territorio y su integralidad es irrenunciable. Es una negociación sin capacidad de disuasión creíble, lo que nos conduce a una situación de indefensión. Y una nación indefensa, sin voluntad de lucha, no es sujeto de negociación para resolver conflictos internacionales. Es solo sujeto de rendición y desaparición.
Es una intervención quirúrgica, desde esa pseudo juridicidad neutral, con una mayoría convertida en minoría cualitativa, subalternizada -15 magistrados de la CIJ- decidiendo el futuro de 32 millones de venezolanos y 280.000 guyaneses. Es así, como entiende el imperialismo la democracia: ya no la legitimidad por triunfo de las mayorías en elecciones libres y transparentes, sino la legitimidad establecida por una minoría escogida por el imperio Novus y sus mecanismos de dominio ideológico acorde a sus valores e intereses.
Ese es el hueso de toda esta situación, necesitan destruir 200 años de República dueña de sus recursos y con dominio sobre ellos. No es solo un pedazo de territorio en un mapa con líneas punteadas, con un enorme caudal de recursos mineros, hidrocarburíferos, hídricos, forestales, además de humanos y culturales: Oro, manganeso, diamantes, bauxita, mica, uranio, agua dulce, petróleo, gas natural, hidroelectricidad, biodiversidad, sabanas y bosques, entre muchos otros recursos, es destruir el principio jurídico político que genera una ventaja comparativa, nuestra propiedad sin previa acumulación originaria (no por saqueo o robo de trabajo de otro), sino devenida por una guerra independentista, lo que nos da una condición de dominio social público contraria a los intereses de la gobernanza.
Somos hijos de nuestros padres ancestrales y de la Patria. Nacimos en estas tierras, que la providencia premió y dotó. Y no es mediante una «democracia de mercado» que conduce a la catástrofe social, como vamos a defendernos frente a la gobernanza que pretende convertir a Venezuela en la «cola del león: de un león sarnoso, desdentado y al borde de la muerte» (Maracapana).
Su plan es contra la esperanza que despertó Bolívar y Chávez en toda la América Meridional y que radica en que somos un fenómeno que nació diferenciado, con capacidad de diferenciarse y con voluntad para dignificar a pueblos y naciones oprimidas, preservando la capacidad de defensa o potencial militar.
Nuestra revolución no sólo es nacional y con objetivos nacionalistas, era de proyección continental, lo que ha sido amputado desde afuera y adentro. No le pertenece ni puede pertenecerle a ninguna de las ideologías fracasadas que hoy intentan integrarnos a juro, a la gobernanza global tecno totalitaria y su agenda 2030, sus logias de «derechos humanos», neofascistas orgánicos a los servicios de la inteligencia anglosionista, la nueva izquierda globalista progresista, los money makers (socialdemócratas de mercado) o sionistas defensores de la política de destrucción de los Estado Nación.
Por eso urge el canon espiritual patriótico ante todos esos grupos, pragmáticos, arrogantes, sibilinos y pérfidos del vicio, que sobreviven depredando a los pueblos, quienes son nuestros verdaderos enemigos y del interés nacional, regional y continental, tengámoslo en cuenta para las próximas batallas.
Venezuela es libre y va a ser independiente: desconózcannos todas las potencias del universo. Venezuela se basta a sí misma y triunfará contra cuantos se opongan a su felicidad. Venezuela será un pueblo independiente o dejará de existir entre los pueblos de la tierra (Palacios Fajardo 1811).
El Sol de Venezuela nace en el Esequibo y nada ni nadie podrá impedirnos que lo defendamos contra quienes conspiran para arrebatárnoslo, no traicionaremos a nuestros Libertadores!