Por Georgiy Zelma
La victoria del Ejército soviético sobre las tropas de la Alemania nazi en la batalla de Stalingrado cumple 80 años en 2023. Varios analistas explicaron a Sputnik la importancia del enfrentamiento y el intento de Occidente de reescribir los hechos.
La batalla de Stalingrado (17 de julio de 1942 — 2 de febrero de 1943) fue uno de los acontecimientos más importantes de la Segunda Guerra Mundial y se considera un hito, ya que fue la victoria soviética en el enfrentamiento que puso al Ejército de la Alemania nazi, por primera vez, en posición defensiva en la guerra. Uno de los enfrentamientos más sangrientos de la historia moderna, se cobró la vida de unos 700.000 soldados soviéticos, que murieron al impedir que las tropas alemanas atravesaran la ciudad.
«La batalla de Stalingrado fue una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial, no solo por la victoria militar, sino por la victoria política que consiguió la Unión Soviética frente a Alemania, invencible hasta entonces», expresó a Sputnik el profesor de Historia e investigador de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, Joao Cláudio Pitillo.
Además, añadió que al derrotar al 6 Ejército alemán en Stalingrado, la URSS impidió que las fuerzas nazis recuperaran la iniciativa en Europa del Este.
«Con ello, [los soldados soviéticos] impidieron que Japón y Turquía entraran en la guerra en el bando del Eje y permitieron a los aliados occidentales proseguir sus operaciones en África, que culminaron con la invasión de Italia de forma más segura», puntualizó Pitillo.
El experto destacó también que la victoria en la batalla reavivó en la población soviética la esperanza de que era posible derrotar a lo que él calificó de «máquina de guerra alemana», que hasta entonces había venido imponiendo derrotas consecutivas a las fuerzas aliadas.
«Eso supuso una victoria de la propaganda soviética también para su pueblo, que merecía la pena resistir. Porque hasta entonces solo había amargura, derrotas y una penetración casi inevitable de las fuerzas fascistas. En ese momento el Ejército Rojo dice: ‘No, a partir de hoy no habrá más victoria nazi en el este'», señaló.
La victoria soviética en la batalla de Stalingrado, en sus palabras, «reverberó en otros teatros de operaciones», y culminó en un avance, a partir de 1943, de todas las fuerzas aliadas contra el nazismo. «No habría habido victoria en 1945 si no la hubiera habido en 1943, en Stalingrado», subrayó el investigador.
Múltiples intereses de Hitler en el territorio ruso
El profesor de Historia de la Universidad Federal de Río de Janeiro e investigador del Núcleo Interdisciplinario de Estudios sobre África, Asia y Relaciones Sur-Sur, Eden Pereira, declaró a Sputnik que el interés de Hitler en expandirse hacia territorio ruso se basa en tres factores.
Primeramente, según el analista, esta agenda tenía un componente ideológico, ya que «la Alemania nazi, desde el principio, se propuso, se posicionó como un país destinado a la cruzada contra el comunismo en Europa».
Además de la ideología, prosiguió, había una cuestión racial involucrada, y que «los alemanes consideraban que los pueblos que habitaban las zonas de la Unión Soviética en Europa del Este eran pueblos inferiores».
Por fin, el tercer factor que llevó a Hitler a planear la invasión de la URSS fue económico, destacó Pereira.
«La Unión Soviética disponía de una gran cantidad de reservas de recursos naturales que empezaban a explotarse en aquella época y que eran fundamentales para la industria moderna. Tenía petróleo, zinc, níquel, gran parte de los recursos minerales que se necesitaban para la maquinaria de guerra nazi y para las industrias alemanas. Así que para Alemania era crucial tener el control de estos recursos para disponer de los suministros necesarios para mantener en funcionamiento tanto la economía de guerra como la civil», explicó.
Pero, en su opinión, las fuerzas nazis subestimaron la capacidad de reacción y resistencia de la URSS.
«Hitler esperaba que cuando la Unión Soviética fuera invadida, el país caería, según las propias palabras de Hitler, ‘como un castillo de naipes’. Él [Hitler] creía que habría una revuelta interna, que la Unión Soviética sería un régimen tiránico, que los campesinos serían arrojados como carne de cañón. Creía que no habría resistencia y que la población se rebelaría contra el Gobierno. Pero lo que vimos desde el punto de vista político no fue eso», indicó, agregando que ocurrió lo contrario de lo esperado, con «una gran cohesión por parte de la sociedad soviética en torno a la lucha contra los nazis».
En este contexto, Joao Cláudio Pitillo comentó que la URSS que surge tras la Segunda Guerra Mundial, como responsable del punto de inflexión en el conflicto, «es una potencia social, militar, económica y política».
«Tiene que recuperarse, porque casi la mitad del país quedó devastada. Lo que va a garantizar el avance soviético en las áreas de tecnología, ciencia, productos farmacéuticos, fertilizantes, toda esta economía dirigida al bienestar del pueblo, es el Ejército Rojo. Porque la Guerra Fría va a instigar un proceso imperialista más violento, ahora con armas nucleares, con ejércitos más poderosos. Así que la URSS tendrá que aprovechar este momento para tener un Ejército poderoso, de modo que pueda garantizar sus fronteras», enfatizó el experto.
Este proceso, continuó, «se hizo sin un Plan Marshall de ayuda financiera, como ocurrió en Europa».
Occidente trató de borrar el logro soviético en Stalingrado
Pitillo apuntó que con el auge de la Guerra Fría, Occidente vio la necesidad de restar importancia a las victorias soviéticas en la Segunda Guerra Mundial.
«Después de la Segunda Guerra Mundial, el ambiente de concordia que se generó entre la URSS y los países imperialistas, se derrumbó. Toda esa alianza que había para derrotar a Hitler se derrumbó. Los países que rindieron homenaje a la URSS por la victoria en Kursk, Stalingrado, Moscú y Leningrado, lo olvidaron por completo y empezaron a tratar a la URSS como a un enemigo», resaltó.
Además, el analista anotó que la Guerra Fría desencadenó una batalla cultural, en la que EEUU promovió el American Way of Life (Estilo de vida norteamericana), al tiempo que iniciaba un proceso de demonización de la URSS. Según él, esta propaganda estadounidense explica por qué en Occidente la invasión de Normandía, liderada por las fuerzas estadounidenses, tiene mayor protagonismo que la batalla de Stalingrado.
Eden Pereira compartió la opinión de Pitillo, afirmando que «hubo y sigue habiendo un intento de reescribir los hechos» por parte de la retórica occidental. Pero, en su opinión, «la Unión Soviética fue la que contribuyó con mayor peso a la derrota de la Alemania nazi».
Sin embargo, en el contexto de la Guerra Fría, EEUU trató de construir un discurso, junto con otros países occidentales, que justificara la oposición occidental a la URSS, precisó.
«Para ello era necesario, en un primer momento, comparar a la Unión Soviética con la Alemania nazi, lo que se hizo durante mucho tiempo. En un segundo momento, ya al final de la Guerra Fría, también se intentó disminuir el papel militar y político que la Unión Soviética tuvo en la coalición aliada en la Segunda Guerra Mundial para derrotar a la Alemania nazi», detalló Pereira.
Ambos expertos coinciden en que toda esta narrativa contó con el apoyo de la industria cinematográfica de Hollywood, que durante décadas, incluso después de la Guerra Fría, siguió presentando a los soviéticos como villanos e inflando o incluso distorsionando los logros estadounidenses.
En conclusión, Pereira subrayó un peligro causado por esta tendencia revisionista. Según él, el intento de restar importancia al papel de Rusia en la Segunda Guerra Mundial, sumado al fomento de la rusofobia, contribuyó a «un retorno gradual del fascismo a la escena política mundial».
«Esto está muy presente hoy, de forma aún más radical, no solo con la rehabilitación de figuras que en el pasado fueron colaboradores de la Alemania nazi y que, en cierta medida, han sido rehabilitados hoy como héroes, sino que cometieron una serie de crímenes dentro de Europa del Este. Uno de ellos, Stepán Bandera, que es el héroe del nacionalismo ucraniano, que es un criminal de guerra», advirtió.
El analista concluyó destacando que este revisionismo que suaviza los crímenes de los colaboradores del fascismo es algo muy grave para toda la comunidad internacional.
FUENTE SPUTNIK
02-02-2023