“Estamos disputando un espacio que es nuestro,
la educación tiene que estar en manos de nuestras comunidades.
En nuestra sangre están todos los pueblos, en nuestro pecho está la rabia,
sintiendo cómo Latinoamérica sufre”
Joven mapuche en el Primer Encuentro Juventud, educación y pandemia.
En el contexto de la virtualización en América Latina, comenzaron a realizarse una gran cantidad de foros considerando el tema de las juventudes, con la incoherencia de que no se incluía a éstas. Como una respuesta a esta contradicción, países integrantes de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación CLADE organizaron un ciclo de Encuentros Estudiantiles, con el nombre de Juventud, educación y pandemia.[1] Estos espacios de expresión, fueron construidos como espacios específicamente juveniles y abiertos auténticamente al diálogo intergeneracional.
La estrategia de Juventud de las Naciones Unidas, Juventud 2030,[2] en uno de sus objetivos insiste en fortalecer las bases de tal manera que “no solo se les escuche, sino que se les comprenda, no solo se les implique sino que se les empodere, y que los jóvenes no solo apoyen iniciativas y procesos mundiales sino que las dirijan”. Las juventudes latinoamericanas participaron en los encuentros, con formación, convicción y compromiso profundo por las luchas justas. ¿Cómo fue formada esta juventud, qué educación potenció la organización juvenil, cuáles son sus enseñanzas y sus propios aprendizajes, cómo ponemos condiciones para coadyuvar al objetivo citado aprendiendo de las mismas juventudes? Aquí algunas reflexiones de su cátedra:
Alegría en las voces juveniles. Los discursos fueron sumamente potentes, las multiculturales voces de las juventudes despiertan al “nosotros primario”, generan un contagio psíquico con saberles ahí dispuestas a dar la vida misma por una causa y generan una genuina reacción generalizada de alegría que nos dibuja una sonrisa. En medio de las constantes malas noticias en nuestra región, las juventudes siempre son la buena noticia.
Indignación y esperanza. Las posturas juveniles reflejan indignación ante el sistema mundo donde gobiernos, corporaciones y grupos de poder han abusado de nuestros pueblos y nuestros territorios. La amplia visión estratégica, la visión plural y diversa para organizarse genera en las campañas sensaciones y sentimientos positivos. Hace resonar la consigna de Carlos Núñez: “A mí no se me ha muerto la esperanza”.
Postura crítica frente a las injusticias y desigualdades. Hay un manifiesto constante que cuestiona directamente el sistema capitalista y su expresión neoliberal en América Latina, desde las juventudes es un NO rotundo a la violación a los derechos humanos, las políticas y prácticas de saqueo, la represión y las nefastas acciones de exterminio. La exigencia juvenil insiste en la redistribución de la riqueza, las cancelaciones de las deudas, el derecho a decidir, el respeto a la diversidad y a la Pachamama, que los estados garanticen los derechos, que las juventudes sean tomadas en cuenta y tengan espacios en la toma de decisiones y en las políticas públicas, que la educación sea emancipadora, liberadora, constructora de otro mundo posible.
Formación política. A favor de las causas justas observamos vehementemente que las juventudes han tomado la estafeta de la praxis de las abuelas de la plaza de mayo, de la resistencia de los pueblos originarios, de los movimientos populares, de la educación popular, del pensamiento de Paulo Freire, de la convicción del 68, de la lucha por la defensa del agua, de la revolución cubana, de la utopía de próceres soñadores de “causas perdidas”, de las prácticas comunitarias ancestrales, del sentipensamiento barrial. La historia, ciencia del presente, y el granito de arena de tantas personas en diversos lugares y tiempos sigue encarnada en las juventudes desde México hasta Argentina incluyendo a toda la Patria Grande. En sí mismas son historia y horizonte que ofrecen con claridad la potencialidad para Nuestra América.
Freire y la educación popular. En los espacios virtuales y más allá de ellos, nombres concretos, personas con sus propias historias han mostrado el paso de ser biológicos a biográficos, hacen presente la pedagogía del oprimido y de la liberación. Con arraigo y novedad, cuestionan las prácticas caciquiles, antidemocráticas y verticalistas (incluso al interior de las mismas organizaciones de la sociedad civil) y abren las puertas al debate desde una consciencia crítica y una apuesta transformadora. En la lucha por el derecho humano a la educación aprendimos a confrontarnos profundamente por la voz clara y contundente de las juventudes por lo menos en 3 sentidos: autoconsciencia para transformar nuestras prácticas cotidianas patriarcales, colonialistas y capitalistas; la manera en cómo nos organizamos y luchamos por un bien de orden más justo; y a cuestionar profundamente los valores del sistema mundo frente a los que una y otra vez, retumba la expresión juvenil con un rotundo NO a cómo es ahora y un SÍ a la vida digna.
Semillas y frutos. Esta historia de lucha y resistencia va ganando terreno cuando se favorece el espacio juvenil, muchas veces con el apoyo adulto, otras sin él y muchas más a pesar de él. Lo logrado en Chile recientemente nació de estudiantes secundarios, la movilización juvenil tiene ahora repercusión en Perú ante el desastre de quien se afana en gobernar, la lucha feminista con una amplia representación juvenil, la lucha por defensa del territorio y la dignidad étnica ancestral de pueblos originarios, afrodescendientes o las identidades genéricas son un claro ejemplo. Estas luchas que nacen de la sensibilidad y rebeldía consciente no son nuevas de este tiempo, pero sí permanentemente novedosas con el protagonismo juvenil.
Confianza y solidaridad. El auditorio de los diferentes encuentros (5 latinoamericanos en 3 ediciones y algunos nacionales) no solo quedaba admirada con las posturas políticas de las juventudes sino que además, genera la seguridad de que otro mundo es posible y de que la lucha por defender el derecho humano a la educación no se detendrá. Entre las juventudes de manera genuina y muchas veces espontánea surge el sentimiento y el lenguaje de inclusión, camaradería, fraternidad, sororidad y máxime que todo fue organizado con solidaridad, empatía y puesta en común de nuestros tiempos y recursos. Revalorando que la transformación se logra “viendo hacia los lados”, hacia abajo y en comunidad.
Alteridad y lateralidad. Ante la falta de recursos tecnológicos, la precariedad, la privatización de las posibilidades de vida, la negación a los accesos básicos de conectividad y más abajo aún, a los servicios mínimos para vivir con dignidad la juventud se sigue reinventando. Al margen de los modelos escolares y paradigmas sociales, se siguen reinventando entre pares con visión de la otra y del otro, con amplia creatividad, ya sea en la fiesta, en el baile, en la música, en el freestyle o las redes sociales. Esta praxis de alteridad y lateralidad son una posibilidad como estrategia transformadora y trascendente que deberíamos aprender de las juventudes latinoamericanas.
Diálogo intergeneracional y digna rabia. Nunca se podrá garantizar el derecho a la educación de las juventudes sin ellas; nos toca desde las organizaciones y foros nacionales ser plataforma, trampolín y cobijo. Se necesitan, recordamos, re aprendemos y desaprendemos una vez más, espacios específicamente juveniles no excluyentes de otras voces, sino con firmeza en las consignas en la lucha emancipadora latinoamericana y diálogo permanente con las infancias y las voces adultas, como nos enseñan hoy las voces de las juventudes latinoamericanas, maestras de la alegría y la esperanza. De tal manera que la digna rabia que nos enseñaron con sus voces también sea la impermeable digna rabia que necesitamos para transformar nuestras prácticas hasta lograr #La educación que necesitamos para el mundo que queremos.[3]
Notas
[1]https://www.facebook.com/redclade
[2]https://www.un.org/youthenvoy/
[3]https://redclade.org/wp-content/uploads/CLADE_LaEducacionqueNecesitamos_v8-1-1.pdf
Un comentario
Cuánta falta hace en nuestro país un movimiento de jóvenes y estudiantes con este perfil insurgente… Ante la parálisis y la alienación es necesaria la revolución.