"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

La “caja de comida” y el “pago de la gente”

Analizar las relaciones de trabajo, particularmente las obligaciones patronales con los trabajadores de las “materas”, no está en los propósitos de estas crónicas. Mi empeño en que volvamos al campo lleva implícita la revisión y transformación de lo que en eso, hemos conocido hasta ahora.

He intentado reivindicar los valores de nuestros “viejos”, entre ellos, la responsabilidad, el tesón y la integridad conque asumían el reto de trabajar en el monte. Sus lecciones constituyen un ejemplo para las generaciones presentes y futuras, pero que muchos han olvidado descuidando las potencialidades que nos ofrece hoy la vida en el campo, si retornamos a èl.

La “caja de comida” y el “pago de la gente” constituían las obligaciones más importantes de los “matereros” perijaneros. Eran la carga consciente de responder humanamente a quienes “enrejaban”, “ordeñaban”, sembraban, macheteaban, “jardeaban” y cuidaban las “materas”. Estas labores creaban unas relaciones de convivencia, una especie de negocio común entre obreros y patronos.

El «peón» de las “materas” no esperaba protección alguna del Estado. Los programas sociales no existían y solo la “consideración” del patrono creaba las condiciones de vida de los “peones”, “medianeros” y “contratados” para las faenas agrarias.

Esto generó un sentido de responsabilidad distinta a la explotación a que eran sometidos los trabajadores industriales, mineros, comerciales, etc., quienes tenían y siguen teniendo aún, relaciones impersonales con sus jefes.  Con las excepciones habidas, el dueño de la “matera” asumió que en los alimentos y el pago puntual de los “jornales” estaba su principal obligación.

Por eso, preparar una buena “caja de comida”, así fuese en bolsas, “mochilas”, “poncheras”, “prensas” o cualquier recipiente, obligaba a “pedir fiao”, “carretear” del rancho, intercambiar por leche o queso, o apartar de las ganancias obtenidas, pero en las materas se evitaba la mala fama de que daban “mala comida” o “poco bastimento”.  Lo mismo ocurría con los bajos salarios. El “pago de la gente” era sagrado, así se fuera “todo en gastos”.

Recuerdo “clarito” como, las tiendas de los pueblos perijaneros y de todo el Zulia eran cogidas de “zorrostreo” bien temprano, para llenar la infaltable “caja de comida” de sardinas, mortadela, granos, café, azúcar, fideos, chimò, tabacos. Las “faldiqueras” de los obreros sonaban con monedas de plata los sàbados por la tarde, en cuentas sencillas llevadas en una libreta con “borrones”.

La sobreexplotaciòn a que fueron sometidos muchos trabajadores, el invento del “todo costo” y otras evasivas  y abusos capitalistas, los condujo a organizar sindicatos y a buscar la protección del Estado. Pero, la comida y el salario puntual de la “gente” ha seguido siendo un ritual obligado, legado por los viejos de antes, quienes nos trasmitieron su humanismo y responsabilidad social.

 

¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!

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