Para los perijaneros de ayer y los que hoy nos empeñamos en conservar las costumbres sanas, creativas y funcionales que nos dejaron nuestros viejos, “el sitio” eran y son los rastros, huellas, rastrojos, indicios, ruinas que quedaron de lo que anteriormente era un “fundo” o “matera”.
En un relato, tertulia o explicación cualquiera, la palabra “sitio” nos traslada en la imaginación a un escenario de escombros, medias paredes, un patio enmontado, un portón que se descubre entre la maleza, un pozo “cegao”, rastros de un “tablao” y huellas de lo que fue una vaquera.
“Lo que le dejaron fue el sitio”, decía Olegario, “lo que va a quedar va a ser el sitio”, advertía mi abuelo Carmelo. Por diversas razones: Ruina económica, mala administración o “mala cabeza”, o por trasladar “la capital” del fundo a otro lugar, el centro operativo de una finca desaparecía, quedando solo “el sitio” de lo que fue un lugar próspero o de actividad permanente.
Aterraba la idea de que, del esfuerzo sostenido, de los afectos depositados en un patio “materero”, de lo que fue el centro de una actividad productiva, pudiera quedar solo casi nada. “El sitio” entre los montunos era el escenario nostálgico de un fracaso. Visto de lejos, la imagen de lo que en el pasado representó ese lugar destruido, abandonado y triste, asociaba las causas que lo llevaron a ese estado.
Siria, Irak, Afganistán, Libia, Kosovo, Gaza y otros lugares del mundo han sido convertidos en verdaderos “sitios” por el poder destructivo de la agresión imperialista y sus secuaces en el mundo. Ciudades devastadas, asfixia económica, caos, campos arrasados, ruinas culturales, desplazados, desolación y muerte.
Sin contemplación, las últimas intervenciones militares norteamericanas y sus socios se han realizado contrariando el Estatuto de Roma que creó la Corte Penal Internacional para castigar el genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra y agresión, convirtiendo los países invadidos en “sitios” de lo que fueron en el pasado.
No habrá perdón divino ni terrenal para los que procuran convertir a Venezuela en un “sitio”. Los gringos empezaron poco a poco hace 22 años y parecen determinados a culminar esa tarea. No hayan hoy cómo terminarla.
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!