Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea (UE), principales actores en la ejecución del bloqueo multifactorial contra Venezuela, han emitido una comunicación conjunta en la que dicen abrir las posibilidades de «revisar» las medidas coercitivas contra el país, en un alarde de sostener las presiones a cambio de concesiones en el ámbito venezolano.
Dicho movimiento, que a primera vista marca una sintonía de estos gobiernos ahora en la línea de las posibles distensiones con Venezuela, es un evidente resultado de la no estimada inicialmente resiliencia del gobierno de Venezuela y sus instituciones, de las cuales se preveía su quiebre desde la aceleración de acciones que fueron articuladas por la Administración Trump hace más de cuatro años.
El claro deslave de la agenda destituyente en Venezuela, su inutilización por la vía de los hechos y el descalabro del gobierno fake de Juan Guaidó, son evidentes condiciones que han impulsado un cambio de postura por parte de los principales actores del bloqueo.
Las posibilidades de aflojamiento fueron divulgadas este viernes 25 de junio por el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Josep Borrell y el ministro de Asuntos Exteriores de Canadá Marc Garneau, en un texto publicado por el Departamento de Estado en su sitio web.
Señala parte del comunicado: «Damos la bienvenida a los avances sustantivos y creíbles para restaurar los procesos e instituciones democráticas centrales en Venezuela y estamos dispuestos a revisar las políticas de sanciones sobre la base de avances significativos en una negociación integral».
Las aparentes concesiones no están exentas de condiciones. Estos gobiernos sostienen que es importante que todos los sectores interesados en una solución pacífica a la situación venezolana puedan realizar «un proceso de negociación integral y con plazos concretos», que «debería restaurar las instituciones del país y permitir que todos los venezolanos se expresen políticamente a través de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes».
Básicamente, el comunicado se enmarca dentro de la propuesta divulgada por Juan Guaidó en el marco del llamado «Acuerdo de Salvación Nacional», el de retirar presiones a cargo de nuevas elecciones, incluyendo nuevamente elecciones parlamentarias y presidenciales, ambas claramente a destiempo y fuera de los márgenes constitucionales.
Las movedizas presiones y su deriva errática
Estados Unidos, Canadá y la UE han reseñado en su comunicado que dan beneplácito a «un mayor acuerdo» entre los distintos actores políticos en Venezuela «para permitir el acceso sin restricciones a la asistencia humanitaria», como alimentos, medicinas y suministros para atender la pandemia.
En este ítem el comunicado vuelve a guardar coherencia con el llamado «Acuerdo de Salvación Nacional», dejando clara su articulación. Este punto es más que sobresaliente, pues recientemente Venezuela hizo constar a la comunidad internacional el impacto del bloqueo contra el país en las operaciones de adquisición de vacunas mediante la iniciativa COVAX de Naciones Unidas. El planteamiento es claro: más concesiones de Venezuela, a cambio de aflojar privaciones generadas por el mismo bloqueo.
Sin embargo, la deriva del bloqueo no deja de contar con contradicciones. Hace poco el congresista estadounidense Jim McGovern se dirigió a Joe Biden en una comunicación pública considerando que había llegado la hora de «corregir» los paquetes de medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela, refiriendo el daño que estas causan a la población.
Entretanto, el prófugo de la justicia venezolana Leopoldo López ha tenido también un periplo reciente por Washington y se encontró con el senador republicano Rick Scott, el cual ha hecho vehementes llamados a Biden para «no suavizar» el bloqueo contra Venezuela. En esta oportunidad, López contradijo a McGovern y a varias experticias realizadas por relatores de la ONU en Venezuela sobre los impactos del bloqueo.
López alegó: «No es verdad que la tragedia que se está viviendo en Venezuela es producto de las sanciones, esa es la narrativa de la dictadura». Sin embargo, contradiciéndose incluso a sí mismo, declaró que las «sanciones» eran «una oportunidad» para «poder lograr una solución a la crisis», reseñando el bloqueo como arma de presión y dando como reales sus efectos.
López abogó por el sostenimiento de las medidas como intérprete criollo de las fallidas estrategias del «todo o nada» que signaron la estrategia de Trump contra Venezuela.
Las presiones son multidireccionales alrededor del gobierno de Biden. El actual mandatario heredó una agenda fallida que vio seguidamente el debilitamiento de los consensos alrededor del bloqueo y también alrededor de la figura superpuesta de Guaidó.
En este punto, las presiones contra el país se sostienen mediante el afincamiento movedizo de los ejecutores del bloqueo y las propias contradicciones de sus promotores y sus grupos intestinos de presión.
Recientemente el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) anuló un fallo del Tribunal General que negaba a Venezuela el derecho a cuestionar legalmente medidas restrictivas en su contra, y le devolvió el caso para reexaminarlo.
El TJUE señaló que «el Tribunal General incurrió en error de Derecho al considerar que las medidas restrictivas en cuestión no surtían efectos directamente en la situación jurídica de Venezuela». Las medidas de bloqueo adoptadas «impedían a Venezuela procurarse numerosos bienes y servicios. El TJUE deduce de ello que estas disposiciones surten efectos directamente en la situación jurídica de dicho Estado», apuntó el dictamen de la corte.
Venezuela y su frente interno
El chavismo ha declarado que se ha acercado a diversos sectores de la oposición, anteriormente negacionistas de los diálogos políticos y reacios a participar en elecciones. No obstante, en reciente entrevista a Bloomberg el presidente Nicolás Maduro ha dicho que los acercamientos directos a la Administración de Joe Biden han sido nulos.
Todo parece indicar que es precisamente en Washington donde recaen los nudos críticos de cualquier diálogo, entendiendo que la facción antichavista representada por Guaidó y sus operadores están, de hecho, inhabilitados para negociar o actuar de manera autónoma, pues funcionan como una extensión del gobierno estadounidense.
En reciente reunión entre el canciller Jorge Arreaza y el diplomático europeo Josep Borrell, la UE fue invitada a acompañar y observar las próximas megaelecciones regionales y municipales a organizarse en el país. Sin embargo, esta invitación tiene el triste antecedente de que la UE decidió no acompañar o validar las elecciones venezolanas al parlamento en 2020, a expensas de las presiones de Washington en el momento de no crear precedentes favorables a refrendar el buen funcionamiento de las instituciones venezolanas.
Sigue sin haber indicios claros y públicos de las negociaciones que podría haber tras bastidores, tanto entre chavistas y opositores, como entre Caracas y Washington.
Para los actores involucrados es crucial, ahora, que no ocurra una pérdida del ímpetu en el marco de posibilidades y distensiones que van abriéndose.
En el marco de negociaciones posibles, Leopoldo López en su posición de cabildero en el extranjero aparece como claro elemento perturbador, mientras que un Guaidó cada vez más solitario en la escena interna pierde a su vez relevancia, pues su posición debilitada como interlocutor estadounidense a control remoto pierde asidero.
Evidentemente, las posibilidades de truncamiento son altas, en la medida en que Washington asuma inamovibles, especialmente en materia electoral, sin que exista una clara postura de desmantelamiento o inaplicación de hecho de las medidas de asfixia financiera, económica y comercial contra Venezuela, por ser ese uno de los principales inamovibles del chavismo.
Además de ser un clamor nacional.