"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Las funciones del dinero en el planteamiento de Marx. Una síntesis del capítulo II y III de El Capital

Este trabajo tiene por objetivo presentar las funciones del dinero tal como las expuso Karl Marx en el primer tomo del capital. Se asume que cada una de las funciones es una derivación necesaria y funcional con respecto de la anterior, es decir existe una jerarquía dentro de las mismas. En resumen la primera función es la de medida de las valores, de cuál se deriva la de dinero como medio de circulación, y solo porque este circula es que se le puede retirar de la misma, y funcionar como dinero en sí mismo. Cada una de estas funciones, da lugar a otras más que explicaremos.

Es cierto que existe un gran debate en torno a la teoría monetaria de Marx. Su planteamiento, tiene como base analítica dinero-mercancía, actualmente, el dinero no tiene ningún respaldo material, por lo que resulta problemático el planteamiento de Marx. Sin embargo, en una nota posterior presentaremos el debate y veremos la necesidad de plantear las funciones del dinero, sobre todo, el problema de la medida de los valores. Si este último es compatible con un régimen de dinero fiduciario, lo que sigue del planteamiento de la teoría marxista del dinero es válido, todo debido a la forma jerarquica y lógica de derivación de las funciones del dinero.

  1. Las funciones del dinero

Después de exponer, en el capítulo I y II del El Capital (Marx, 1978), la necesidad del dinero en el sistema capitalista, es decir del dinero como expresión (y forma) necesaria de manifestación del valor en el mercado, a través de la forma simple, desplegada y general del valor, en el capítulo III Marx expone puntualmente las funciones del dinero. Así, seguimos el mismo recorrido expositivo de este autor.

1.1 Medida de los valores

El dinero en Marx, es dinero-mercancía, y de esta misma naturaleza es que engendra sus diversas funciones. Por tanto, la primera función del dinero es la de servir como medida de los valores, siendo este el vínculo que expresa los tiempos de trabajo socialmente necesarios en términos monetarios.

El dinero no logra mediar la magnitud de valor contenida en las mercancías por ser dinero, sino que dado que el dinero es una mercancía y todas estas son producto de trabajo abstracto es que mide el valor de los productos en el mercado. Como dice Marx (1978 pág. 115): “ […] Por ser todas las mercancías, en cuanto valores, trabajo humano objetivado, y por tanto conmensurables en sí y para sí, pueden medir colectivamente sus valores en la misma mercancía específica y esta convertirse en su media colectiva de valor […]”. Entonces, pensar que el dinero es el que permite medir a las mercancías es una simple apariencia que surge del intercambio, es el dinero en cuanto representante de trabajo abstracto.

Al concurrir al mercado, las mercancías llevan en la frente el estigma del precio, han sido ya medidas y enfrentadas al valor del oro como dinero, sin embargo, ningún intercambio real ha sido efectuado, pues este solo ocurre cuando la compra o la venta se ha llevado a cabo; por lo tanto la primera función del dinero es puramente ideal: para el proceso de formación de precios no es necesario que aparezca ni un ápice de oro verdadero.

En esta misma función es donde se despliega una de las principales contradicciones del capitalismo; está figura de precio oro imaginario, que reclama su posterior realización oro real, requiere de un proceso de venta y compra ininterrumpido, es decir que los sueños dorados de los capitalistas se hagan realidad mediante la realización de sus mercaderías , sin embargo la escisión entre el tiempo de compra y venta puede ocasionar que aquellos precios, resultado de la medida de valor del oro, no se realicen: que no haya venta y por lo tanto esos sueños se transformen en el infierno de los capitalistas, la crisis. Expresándose así “[…] toda la contradicción resultante de que el producto sea mercancía o de que el trabajo esencial del individuo privado deba, para producir un efecto social, manifestarse en su inmediato, el trabajo general-abstracto [es decir, valor y precio] […]” (Marx, 1996 pág. 90).

1.1.1. Patrón de precios

De las continuas comparaciones entre el valor del oro y el valor de las demás mercancías surge la necesidad técnica de encontrar una unidad fija de esta mercancía que sirva como numerario, por lo que este transmutado en dinero se convierte en una unidad de medida. Esto implica, como desarrollo (y necesidad), la continua formación de partes alícuotas de peso en oro con las cuales medir entre sí las diferentes mercancías, generando que el oro se convierte en patrón de precios. Esta es su segunda función, que se deriva de la primera; el hecho de ser medida de los valores le proporciona la posterior función de ser patrón de precios, las funciones del dinero se van desplegando donde lo que prima es la ley económica (social e histórica), y lo exterior a este fenómeno se supedita a los caprichos de este proceso que, en última instancia se rige por el valor-trabajo. Estas dos funciones son completamente distintas, es importante entonces remarcar sus diferencias:

“[…] Medida de los valores es el dinero en cuanto encarnación social de trabajo humano; patrón de los precios, como peso metálico fijo. En cuanto medida del valor el dinero sirve para transformar en precio, en cantidades figuradas de oro, los valores de las variadísimas mercancías; en cuando medida de los precio mide precisamente esas cantidades de oro. Con la medida de los valores se miden las mercancías en cuanto valores; el patrón de precios, en cambio, mide con arreglo a una cantidad de oro las cantidades de dicho metal y no el valor de una cantidad de oro conforme al peso de la otra. Para el patrón de precios es necesario fijar determinado peso en oro como unidad de medida. […]” (Marx, 1978 pág. 119-120).

El patrón de precios requiere constancia (peso) y la medida de los valores variabilidad (valor); de los cambios en el valor del oro, el patrón de precios se verá también afectado. De esto se puede concluir que los precios se determinarán por los cambios entre el valor del oro y el de las mercancías, así pues, si el oro aumenta (disminuye) su valor en la misma proporción y sentido que el común de las mercancías no habrá un incremento (disminución) generalizado de los precios. Para un incremento del nivel general de precios, tendrá que disminuir el valor del dinero, permaneciendo constante el nivel general de precios, o bien que permaneciendo constante el valor del dinero se incremente el valor de las mercancías. Caso contrario para una disminución en el nivel general de precios. Como conclusión general tenemos que si el “[…] valor [de las mercancías] aumenta más lenta o más rápidamente que el dinero, la baja o el alza de sus precios estará determinada por la diferencia entre el movimiento de su valor y el del dinero […]” (Marx, 1978 pág.121).[1]

1.2.Medio de circulación

La división del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción encierra una contradicción, la cual es la necesidad de realizar las mercancías (venderlas), que de ninguna manera se supera ni con la forma dineraria del valor. Sin embargo, el dinero mueve a las mercancías dentro del mercado, en este sentido, este encierra y expresa las contradicciones que se encuentran presentes en el desdoblamiento de las mercancías en valor y valor de uso. A pesar de esto, el mercado ayuda (aunque no evita ni elimina) a mitigar las contradicciones de manera temporal; puede por ejemplo ayudar a la realización de las mercancías, en el movimiento de los precios, por encima o por debajo de su valor, por ejemplo ante un exceso de oferta de algún bien los precios tenderán a bajar, para corregir el trabajo social extra gastado de manera inútil, es decir, el mercado reconocerá como trabajo útil una proporción menor que el gastado. Pero a la postre, la acumulación de contradicciones hará que estos mecanismos del mercado sean impotentes para lograr el buen funcionamiento del sistema mercantil capitalista.

En este tipo de economía, el metabolismo social pasa, necesariamente, por la esfera de la circulación, es decir, por el cambio de forma de una mercancía que comienza con la venta y termina con el consumo del valor de uso final. Cada una de las mercancías en cuestión despliega en este espacio su carácter bifacetico: como valor y valor de uso. La circulación es el proceso de metamorfosis de las mercancías. Este cambio es una mediación para que el productor haga el cambio “[…] entre el producto de su trabajo y el producto del trabajo ajeno, el intercambio de productos.” (Marx, 1978:129). Que implica M1 – D – M2, donde M1: donas de chocolate y M2: Ipad. Para que el productor de pan obtenga su tan ansiada Ipad habrá de asegurarse que las donas que hornea sean del agrado de todos, es decir, que sean verdaderos valores de uso. El salto mortal de las mercancías tendrá de llevarse a cabo:

“[…] Si fracasa, la que se verá chasqueada no será precisamente la mercancía sino su poseedor. La división social del trabajo hace que el trabajo de tal poseedor [nuestro panadero] sea tan unilateral como multilaterales sus necesidades. Es por eso que su producto no le sirve más que como valor de cambio. Pero ocurre que sólo como dinero puede adoptar la forma de equivalente general socialmente vigente, y el dinero se encuentra en el bolsillo ajeno. Para extraerlo de allí, es necesario que la mercancía sea ante todo valor de uso para el poseedor del dinero, y por tanto que el trabajo gastado en ella lo haya sido socialmente útil […]” (Marx, 1978: 129).[2]

En este punto, observamos que el dinero no es un velo ni mucho menos, no es la expresión de un trueque complejizado por la sociedad, o un vehículo que hace del intercambio directo de mercancías un proceso más eficiente; en el sentido de Marx, al estar el dinero incorporado (aunque sea en forma de oro) están ya prefijados los precios de las mercancías. Es decir, el volumen de mercancías se encuentra expresado en el valor dinerario y a su vez, el dinero encierra la forma de equivalente general y es inmediatamente intercambiable a voluntad, por cualquier mercancía.[3]

Estos actos incesantes de compras y ventas, el metabolismo social, funciona siempre que este vaivén mercantil no se detenga; que el flujo y reflujo de dinero (y mercancías) no cese, que el mercado funcione adecuadamente. Sin embargo, como nos dice Marx, este ciclo (en apariencia) sin fin, se ve, tarde que temprano, interrumpido por crisis comerciales cuando el salto mortal no se lleva a cabo. Esto es sólo una posibilidad, la probabilidad de que la venta no se lleve a cabo y con esto tampoco las subsecuentes compras. “[…] Para que dicha posibilidad se desarrolle, convirtiéndose en realidad, se requiere todo un conjunto de condiciones que aún no existen, en modo alguno en el plano de la circulación simple de mercancías.” (Marx, 1978 pág.139).

En este estado de cosas, sin el dinero, las mercancías por sí solas se convierten en objetos inanimados, el dinero, en este caso como medio de circulación, será quien ejerza una fuerza cinética sobre las mercancías: las mueve, las reanima y las hace circular en el mercado. Las mercancías aparecen y desaparecen constantemente de la circulación, cambiándose unas por otras, cambiando los primitivos poseedores y cambiando también en el espacio geográfico, pero el dinero permanece durante todo ese tránsito, por lo que el dinero es un medio de circulación (pues cambia a las mercancías de lugar y poseedor). [4]

En cuanto medio de circulación, el dinero, comienza el proceso de movimiento de las mercancías y a su vez, este mismo proceso implica la circulación del dinero. “[…] La utilidad de la mercancía comienza al salir de la circulación, mientras que la utilidad del dinero como instrumento de circulación, estriba en su circulación […]” (Marx, 1994 pág.127).

¿Cómo se determina el dinero que circulará en el mercado? ¿Cuál es la suma de dinero que logra mover satisfactoriamente las mercancías? Está determinado por tres elementos. El primero es la suma total de los precios de todas las mercancías; el segundo elemento es la velocidad de circulación del dinero, la cual no es más que el número medio de veces que una misma pieza de dinero realiza el precio de más de una mercancía. Donde esta velocidad estará determinada por el dinamismo del proceso de circulación, del funcionamiento de la economía en su conjunto. El último elemento es el cambio en el nivel general de precios de las mercancías (ya sea por un cambio en el valor de estas o del dinero).

Si permanece constante la velocidad de circulación del dinero, resulta obvio que un incremento (disminución) del nivel general de precios, incrementará (disminuirá) el dinero necesario en circulación. Si permanece constante el nivel general de precios y aumenta la velocidad de circulación, el dinero necesario disminuirá y caso contrario para una disminución de la velocidad de circulación. Empero, en la realidad el efecto se da por la interacción de estos dos elementos a la vez. Una conclusión general sobre el movimiento del circulante necesario nos lo da Marx: “[…] la suma de los precios de las mercancías depende tanto de la masa como de los precios de cada clase de mercancías. No obstante, los tres factores – el movimiento de los precios, la masa de mercancías circulantes y por último de la velocidad del curso del dinero – pueden variar en sentido diferente y en distintas proporciones […]” (1978 pág. 148-149).

1.2.1. Los signos de valor

El dinero, en la circulación, alcanza cierto grado de autonomía, pero esto tiene un costo, el cual es (dada su génesis) que genera sus propias contradicciones. En Marx, las monedas áureas y plateadas se enfrentan a una actividad difícil: movilizar el mundo de las mercancías. Cambian de mano una y otra vez, tantas como la velocidad de circulación del dinero les exija; cada mano, cada transacción, desgasta un poco la moneda. Al cabo de un tiempo, aquella moneda que pesaba, por ejemplo, 10 gramos de oro, ha perdido la mitad de su masa, es ya una moneda raída. Sin embargo, bajo la tutela del Estado, tiene en su frente grabada la figura de 10 gramos (pues las funciones del dinero como patrón de precios y de unidad de cuenta lo aseguran). La estampa de 10 gramos ahora no es sino ficticia, figurada. Además, las monedas en circulación, indefensas personificaciones de valor, son falsificadas; se les extrae el alma (el valor) y no queda más que figuras fantasmagóricas, signos de valor:

“[…] El cuerpo de la moneda no es más que una sombra. Así como al principio ganaba peso en el proceso, ahora lo pierde; pero sin embargo sigue valiendo el mismo ‘quantum’ de oro primitivo en cada compra. […] En tanto que otros seres pierden su idealismo por su roce con el mundo exterior, la moneda se idealiza por la práctica […] ocasionada por el proceso mismo de la circulación, o la escisión entre su contenido nominal y su contenido real, explotada en parte por los Gobiernos […]” (Marx, 1994 pág. 136-137).[5]

El oro figurado, oro simbólico, funcionará siempre que, en algún momento de su existencia este billete (dinero estatal), pueda ser cambiado por oro verdadero. El dinero fiduciario, estará ligado directamente al oro que idealmente sería necesario para poner en movimiento las mercancías. En este caso, los signos de valor, no son dinero porque representen un valor intrínseco (tiempo de trabajo) sino que, por el contrario, los billetes son dinero porque no tiene valor alguno, pero representan una porción de materialidad dorada (que si posee sustancia de valor).

“El papel moneda es signo áureo o signo dinero. Su relación con los valores mercantiles se reduce a que éstos se hallan expresados de manera ideal en las mismas cantidades de oro que el papel representa simbólica y sensorialmente. El papel moneda es signo de valor solo en cuanto representa cantidades de oro, las cuales, como todas las demás cantidades de mercancías son también cantidades de valor.” (Marx, 1978 pág. 156-157).

Ahora bien, ¿de qué depende el valor que representa cada signo? Depende única y exclusivamente de su cantidad. Esto no implica el control estatal de la economía a través de este tipo de dinero, ni mucho menos que pueda influir sobre el valor de las mercancías. La relación directa entre cantidad y valor del dinero fiduciario es así porque la suma de dinero en circulación, cambiante o no, se ajustará a la masa de oro que idealmente sería necesario para hacer las veces de medio de circulación, es decir, que los cambios en el valor del dinero en forma de billetes se ajustará al valor social representado en oro; los aparentes cambios (por la diferente cantidad de circulante) en los precios no será pues, más que un cambio nominal y en su numerario, si cambiase el valor del oro, por ejemplo, el Estado con su máquina de billetes tendría poco o nada que hacer aquí.[6]

1.3. Dinero como dinero

1.3.1. Atesoramiento.

En todo este recorrido, desde los equivalentes particulares, al general, convirtiéndose en dinero, luego adquiriendo su funcionalidad social y después de haberse convertido en fantasma de sí mismo (signo de valor), el oro como dinero (dinero-mercancía) se ha enquistado en la sociedad como la encarnación general de riqueza y como tal, efigie omnipotente, puede comprar con su cuerpo (o figura) lo que plazca, cuando sea necesario y por quién quiera que lo posea. Por lo tanto, puede ser retirado de la circulación como tesoro, porque representa valor (social) en cualquier momento: “[…] en su conjunto, [el dinero es] la encarnación inmediata del trabajo general, por la forma y el agregado de todos los trabajos, por el contenido […]” (Marx, 1996 pág. 156).

De esta forma, el dinero consigue ser tesoro porque sirve como reserva de valor. “Siendo tiempo de trabajo objetivado, el oro garantiza su propia magnitud de valor; siendo materialización de tiempo de trabajo general, el proceso de circulación garantiza su eficacia […]” (Marx, 1996 pág. 159). Sin embargo, retirarlo de la circulación no es cosa sencilla siempre que haya intercambio entre iguales; para cumplir con el ciclo M-D-M-D-M-D-,…, de manera continua, es condición necesaria un constante flujo de dinero en el mercado, por tanto, nos dice Marx, es necesaria la abstinencia para acrecentar el tesoro; la base del atesoramiento es la avaricia. Donde no está “[…] la mercancía como valor de uso, sino el valor de uso como mercancía” (Marx, 1996 pág. 160). Se busca el dinero, la forma general de riqueza.

El proceso histórico de la conformación del dinero, es también el perfeccionamiento de la avaricia, este refinamiento tiene que ver con la forma peculiar de acumular riqueza en el capitalismo. Con este tesoro en el bolsillo cualquiera adquiere todo: lo necesario y lo conspicuo, desde tortillas hasta un diamante azul; de comprar un auto a viajar a la luna. Esta forma implica la búsqueda del enriquecimiento por el enriquecimiento mismo; la incesante necesidad de acumular, pero acumular dinero lleva en sí una contradicción inmanente, el dinero, como concepto es ilimitado, aunque el dinero compra todo, con una suma cualquiera de dinero solo se tiene una parte de la riqueza social, esto obliga al atesorador a entrar en una espiral interminable de acumular dinero, nos dice Marx:

“El afán de atesoramiento es ilimitado por naturaleza. Cualitativamente, o por su forma, el dinero carece de límites, vale decir, es el representante general de la riqueza social. […] Pero, a la vez, toda suma real de dinero está limitada cuantitativamente, […] es un medio de compra de eficacia limitada. Esta contradicción […] incita una y otra vez al atesorador a reemprender ese trabajo de Sísifo que es la acumulación. Le ocurre como al conquistador del mundo, que con cada nuevo país no hace más que conquistar una nueva frontera” (Marx, 1978 pág.162).[7]

1.3.2. Crédito comercial y medio de pago.

Durante el proceso de circulación, van surgiendo nuevos actores sociales. Así como para la formación del precio de las mercancías tan solo es necesaria la figura ideal del oro, en el intercambio entre compradores y vendedores, es posible retirar mercancías del mercado, sin que exista intercambio real de dinero, con una promesa de pago posterior a que una de las fases de la metamorfosis mercantil haya sido llevada a término. Siguiendo este proceso, el dinero funciona como medida de valor, pues en base a esta se determina el precio, que es ahora, el nivel de deuda que se ha contraído. También se convierte en medio ideal de compra, aunque hay cambio de forma, el dinero es puramente ideal. Cuando este último refluye hacia el vendedor no lo hace más en forma de medio de compra, ya que formalmente la mercancía ha sido consumida; el dinero que salda la deuda contraída, es ahora, un medio de pago.

De esta manera, el proceso de venta y consumo (la metamorfosis), se ha ya roto en el tiempo, mientras que la mercancía se ha retirado de la circulación, el dinero no ha fluido hacia el comprador. Entonces el vendedor se convierte en acreedor y el comprador en deudor, será esta la base económica y posteriormente jurídica del sistema de crédito. Dicho sistema avanza conjuntamente con el proceso de mercantilización de los valores de uso. Su desarrollo, más o menos profundo, es un buen termostato del nivel de refinamiento del modo capitalista de producción:

“Como medio universal de pago, el dinero se convierte en la mercancía universal de los contratos […] a medida que se establece en esta función, todas las demás formas de pago se resuelven poco a poco en pagos en dinero. El grado de desarrollo que el dinero haya adquirido como instrumento de pago exclusivo, indica hasta qué grado el valor de cambio se ha apoderado de la producción en extensión y profundidad.” (Marx, 1996 pág. 178-179).

Con similitud al dinero, los medios de pago en circulación están determinados por la suma de los precios que se han de realizar en forma de promesas de pago y a la velocidad de circulación de los mismos, que tendrá que ver, en este caso con la concatenación de pagos entre los vendedores, así, el dinero en circulación se modificará. Si consideramos constante la velocidad de circulación como medios de compra y pago, la masa necesaria queda determinada por: “[…] la suma total de los precios de mercancías que hay que realizar, más la suma total de los pagos vencidos en la misma época, menos los pagos que se anulen recíprocamente por compensación […]” (Marx, 1996 pág. 183).

Aquí surge un nuevo problema, y es que un cambio en el valor del dinero (en el oro en el caso del dinero-mercancía) afectará sustancialmente a los medios de pago. Como medio de compra el dinero sanciona el valor de las mercancías, estas son intercambiadas por dinero real y listo, fin de la historia. Pero con los medios de pago es diferente, ya que si después de que el dinero como medio de pago ha medido el precio de la deuda, ocurre un proceso inflacionario (o deflacionario) que modificará la relación entre el valor del dinero actual y el del medio pago y se deberá más o menos dinero de acuerdo a cada caso, como señala Marx: “[…] la baja del valor de los metales preciosos favorece a los deudores a costa de los acreedores, y que un alza de su valor favorece, por el contrario, a los acreedores a expensas de los deudores.” (1996 pág. 185).

El crédito que hasta ahora hemos revisado es comercial, aquel que se da contractualmente entre comerciantes y a razón de intercambios mercantiles. Pero este sistema de crédito es también la base del sistema de dinero crediticio. Durante la formación y consolidación de los medios de pago, no es suficiente sólo la palabra de cada uno de los actores, los contratos en consecuencia se van formalizando, siendo estos susceptibles de transferencia (convirtiéndose también en dinero). Este engranaje se complejizará de tal forma que hace necesario el surgimiento de un sistema de bancos que de sustento económico y legal al dinero crediticio, suspendido en la aparente confianza, pero que en el fondo queda supeditada a los avatares del proceso económico.

1.2.3. Dinero mundial

La última virtud que Marx encuentra en el dinero, es su capacidad de ser mundial, la cual reside en su calidad de dinero-mercancía; amén de los infinitos patrones de precios nacionales, en el comercio mundial los saldos se harán siempre en oro, como medida ideal y real de los valores. Pues no sólo se medirá en oro, sino que también se comprará en oro, las contradicciones que surgen de las funciones del dinero como medida de los valores y patrón de precios se esfuman en esta esfera global de circulación mercantil.

Sin embargo, a pesar de ser oro, a través de la historia del capitalismo ha existido una nación que comanda el proceso del curso del dinero mundial o que su moneda es dinero mundial ya que a donde quiera que vaya, a través del mercado mundial, es siempre aceptada. Los dos casos emblemáticos son la libra esterlina y el dólar.

Aunque Marx no desarrolla con amplitud esta cuestión, podemos decir que de manera muy sintética son dos los elementos que explican o que determinan que la moneda de una nación pueda hacer las veces de dinero mundial: la productividad del trabajo (comparada con el resto del mundo) y la dominación política de otras naciones (ya sea por vía directa o indirecta; política o económica).

 

Bibliografía.

Marx, K. (1979), El Capital, Libro primero, Siglo XXI editores, Vol. 1, México

[1] El dinero se vuelve también, unidad de cuenta, ya que los precios de las mercancías se expresaran en las diferentes denominaciones legales en cada nación, se utilizarán nombres dinerarios para saber los precios, está será la forma de expresar el valor-trabajo contenido en cada mercancía.

[2] Aquí podemos ver que antes del salto mortal, las conchas tienen ya en la frente la marca del precio (dinero puramente ideal), pues nuestro amigo panadero sabe de antemano a qué precio podría vender sus mercancías (porque ¿qué persona que se dedique a un negocio –pequeño o grande- no lo sabe?), a su vez, reconoce en su imaginario, el precio de la Ipad; pero si acaso no hay venta de donas (M1 – D), no hay compra de Ipad (D – M2), no hay metamorfosis, ni circulación y el metabolismo social queda atascado.

[3] “[…] Siempre que el precio de una mercancía se realice en el oro, se cambia por él en calidad de mercancía, de materialización particular del tiempo de trabajo; pero cuando es su precio el que se realiza en oro, se cambia por él como dinero y no como mercancía, es decir, como materialización general del tiempo de trabajo […]” (Marx, 1996:115). Además “[…] mientras que en el trueque el cambio de una mercancía? un valor de uso particular está inmediatamente ligado al cambio de otro valor de uso particular, el carácter general del trabajo, creador del valor de cambio, aparece en la separación y en la disyunción indiferente de la compra y de la venta” (Marx, 1996:116).

[4] “[…] La continuidad del movimiento recae enteramente en el dinero, y el mismo movimiento que supone dos procesos contrapuestos para la mercancía, implica siempre, como movimiento propio del dinero, el mismo proceso que, esto es, su cambio de lugar con otras mercancías siempre cambiante. El resultado de la circulación de mercancías – la sustitución de una mercancía por otra – se presenta mediado, pues, no por el propio cambio de forma experimentada por aquellas, sino por la función del dinero como medio de circulación; éste hace circular las mercancías […] de manos de aquel para quien son no-valores de uso, a manos de quien las considera valores de uso. […]” (Marx, 1978 pág. 141).

[5] “[…] La existencia monetaria del oro se escinde totalmente de su sustancia de valor. Objetos que en términos relativos, carecen de valor, billetes de papel, quedan pues en condiciones de funcionar sustituyendo al oro en calidad de moneda […]” (Marx, 1978 pág.154-155).

[6] “Si la suma de oro requerida por la circulación de mercancías fuera de 14 millones de libras y el Estado lanzase a la circulación 210 millones de billetes llevando cada una el nombre de una libra, estos 210 de millones representarían oro por importe de 14 millones de libras esterlinas [medidas en oro]. […] El alza de los precios no sería más que una reacción del proceso de circulación [y no un cambio en el valor de las mercancías o el oro], el cual iguala obligadamente los signos de valor al ‘quantum’ de oro que pretenden reemplazar en la circulación” (Marx, 1996 pág. 150).

[7] De este modo, acumular para poder acumular, sin dejar de poder hacerlo, es la base de la economía capitalista (y de la explotación del trabajo). La búsqueda de incrementar la riqueza con la piedra filosofal de la explotación del trabajo es el motivo, medio y fin de la sociedad mundial actual

 

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