"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Sionismo y Hasbará: una dupla letal. La mentira como arma del lobby israelí

Sin lugar a dudas, lo más preocupante del conflicto israelí-palestino son sus víctimas. Pero hay otra batalla que uno y otro bando llevan librando desde hace décadas, la propagandística. Esta confrontación también mueve sentimientos que van desde la incomprensión hasta la ira.

Israel y su colonialismo en Palestina así como su política agresiva contra países como Líbano y Siria, han demostrado que el sionismo en este país de Medio Oriente, es el verdadero obstáculo a vencer para lograr la paz en una de las regiones más conflictivas del planeta.

El sionismo representa así un barril de pólvora que desencadena periódicamente su poder destructivo, a contrapelo de los derechos de millones de seres humanos. Tras el retiro forzado de las fuerzas ocupantes israelíes del Líbano el año 2000, unido a la derrota militar sionista en la guerra del mismo país el año 2006, a manos de las fuerzas de Hezbolá, a lo que se suma el triunfo del Movimiento de Resistencia islámica –Hamás– en la Franja de Gaza el año 2006, el régimen Israelí comenzó una serie de operaciones militares contra la población de la Franja de Gaza.

Ello, en un cronograma sangriento y brutal, que ha cobrado miles de víctimas y que tiene en el radar a Hezbolá, en una revancha que el sionismo se quiere cobrar, pero que día a día se complica por el poder que ha adquirido la milicia libanesa, no sólo en la defensa de la soberanía del país levantino, sino también en la defensa de la sociedad siria frente a la agresión del terrorismo takfirí.

No ha existido en el régimen sionista, y no existirá, una labor de autocrítica destinada a revisar su política colonial o comenzar un compromiso de diálogo con las fuerzas palestinas. Ha sido un proceso destinado a dar inicio y concretar un lavado de imagen global del sionismo y su política de ocupación en Palestina, el relevar las relaciones públicas de un régimen cuya imagen con toda lógica y propiedad está por los suelos a partir de su decisión de violar las leyes internacionales y los derechos humanos de la población palestina tanto en la Franja de Gaza como en la Ribera Occidental, convirtiendo a estos territorios en «la cárcel a cielo abierto más grande del mundo». Mientras no se destierre al sionismo, el sistema Apartheid permanecerá en suelo palestino.

«Hasbará», la mentira como arma.

Actúan desde Israel y muchos otros países. Las redes sociales les permiten influir globalmente en decenas de idiomas. Muchos son voluntarios; otros, personal a sueldo, y en bastantes casos tienen becas, subvenciones y apoyos para llevar a cabo, con celo de devotos, su misión: Defender las posturas de Tel Aviv y combatir a sus críticos.

Siempre están activos pero más cuando Israel entra en alguna guerra. Se hacen notar en Facebook y Twitter esparciendo información, normalmente tendenciosa y sin importar que esté manipulada o sea falsa. Aparecen para cuestionar y desacreditar a intelectuales, artistas, periodistas y otras personas con visibilidad que se apartan de la línea dura israelí.

Algunos llegan de forma más amable; otros, de forma agresiva, pero en general utilizan argumentos idénticos y dan como referencia las mismas fuentes. Es inútil discutir con ellos porque no están ahí para establecer una conversación honesta, pero si no se les pone atención, disponen de un catálogo de acusaciones que van desde intolerancia hasta antisemitismo.

Son los campeones del Hasbará: sus promotores traducen esta palabra hebrea como «diplomacia pública» sus detractores la llaman «propaganda». Es un movimiento público, no clandestino, con apoyos institucionales y privados surgido a finales de los setenta.

En 2001 fue creado, con apoyo del Ministerio de Exteriores de Israel y fundaciones privadas, el programa de Becas Hasbará, que da apoyos económicos para actividades como entrenar a personas para actuar en redes sociales, desarrollar argumentarios (manuales con frases y técnicas para derrotar al rival en una discusión), desarrollar campañas en internet e incluso montar cuartos de guerra con decenas de computadoras.

Uno de esos cuartos de guerra fue establecido por la Unión de Estudiantes del Centro Interdisciplinario de la ciudad israelí de Herzliya el 8 de julio de 2014, día en que se inició una de tantas ofensivas contra Gaza.

Benjamín Netanyahu, lo describe como «uno de los más significativos esfuerzos de promoción del Estado de Israel».

Un objetivo específico de Becas Hasbará es la creación de grupos de activistas en universidades de Estados Unidos, para lo cual ofrece subvenciones con base en proyectos específicos, en especial para «uso de medios sociales».

En 2014 el gobierno israelí admitió la existencia de un programa revelado por el diario Hareetz, mediante el cual se habían utilizado hasta ese año, más de 800 mil dólares en becas universitarias «para combatir en línea el antisemitismo y los llamados a boicotear a Israel». Siendo un requisito fundamental, que los participantes en este programa de becas, no se identifiquen como agentes pagados, sino como usuarios comunes y corrientes.

• Explicación con olor a propaganda.

La puesta en marcha de la Dirección Nacional de Informaciones Israelí y su política de Hasbará, con presupuesto secreto ha significado, por ejemplo, la creación de entidades que comenzaron a operar en todas las regiones del mundo, con especial énfasis en África y América latina. Esto, porque el lobby judío en Estados Unidos, Francia e Inglaterra tiene tal poder y manejan medios de comunicación tan evidentes, que determinaron el enfocarse y destinar esfuerzos a aquellos gobiernos y sociedades de países donde ese lobby judío es menos fuerte y requiere forzar a los políticos de esos países y sus medios de comunicación a difundir el mensaje sionista, apelando en ello, en muchas ocasiones al chantaje como sucedió tras la votación de la Resolución N° 2334 del 23 de diciembre del año 2016 que mostró la histeria del régimen sionista cancelando visitas diplomáticas, llamando a embajadores de los países que votaron contra Israel a consultas o determinando la cancelación del pago de la cuota como miembro de las Naciones Unidas.

Para Latinoamérica –incluida España–, se creó una organización denominada Hatzad Hashemi, que funciona bajo la cubierta de ser un programa educativo fundado en 2010 por la Confederación latinoamericana Macabi, que realiza su labor de Hasbará –explicación en hebreo– enfocada en la propaganda del régimen sionista en 18 países. Esto, con el objetivo de posicionar a la entidad israelí como amante de la paz, que supuestamente fomenta el progreso de la humanidad y que sufre los ataques de los enemigos de Israel «difamado injustamente por culpa de la desinformación fomentada desde países e individuos antisemitas con la colaboración de algunos medios de comunicación» como sostiene la propia página de esta entidad propagandística.

El director de Hatzad Hashemi, es el sionista argentino radicado en los territorios ocupados de Palestina, Gabriel Ben Tasgal, asiduo conferencista en las comunidades sionistas en Latinoamérica y asesor de policías de varios países en materias relacionadas con temas vinculados al yihadismo. Para este propagandista, que ejerce de periodista y cuenta con carnet de guía de turismo en Al Quds, existe un ataque maniqueísta contra Israel, que obliga a ejecutar una política de diplomacia pública. Política que ha significado, por ejemplo, la creación de la página denominada «Proyecto Centinela» que al mejor estilo nacionalsocialista, pero ahora en un marco sionista, entrega instrucciones, para que sus seguidores en forma anónima y cobarde delaten a vecinos, periodistas, políticos y todo aquel que a estos «Hijos de la Luz» les suene a antisemita, antisionista o antijudío en esta mezcolanza de propaganda goebbeliana.

Para este grupo de fanáticos sionistas –conformado por un equipo directivo de origen venezolano y brasileño– todo aquel que evidencie las políticas criminales de Israel es un objetivo a eliminar. La página del Proyecto Centinela se encuentra actualmente «en mantenimiento» y demuestra las iniciativas de estos grupos sionistas por tratar de acallar las voces más allá de la utilización de su Hasbará. Como soporte a su labor propagandística, se apoyan en lo que llaman «Hijos de la Luz», denominación que suelen utilizar para aquellos políticos, parlamentarios, empresarios o defensores del sionismo que apoyan su política colonial.

Medios de comunicación como Haaretz –medio israelí– señalan que «Israel recluta periódicamente voluntarios dispuestos a realizar trabajos de Hasbará en medios de comunicación occidentales. Lo hace abiertamente, sin ocultar el sentido de los reclutamientos y porque considera que la propaganda es necesaria en el mundo contemporáneo…» Cualquiera que navegue por internet sabe que ya existen voluntarios de este tipo, la mayoría israelíes pero también de otros países, que participan en campañas de propaganda. Las autoridades israelíes lo fomentan desde hace mucho tiempo. Hay algunos medios occidentales que no permiten la participación de los lectores en sus noticias sobre Israel y/o Palestina.

Las relaciones públicas del régimen israelí son parte de la política de ocupación. La Hasbará y su conducta de tergiversar los hechos, ocultar o disimular los crímenes, aplicar los principios de transposición, exageración y desfiguración de lo que pasa en los territorios ocupados, el vulgarizar los mensajes o aplicar el perverso principio de la orquestación, que de tanto repetir una mentira acaba convirtiéndose en verdad; esa conducta que tiene como padre putativo a Joseph Goebbels, tiene el mismo grado de responsabilidad que aquellos que ejecutan los crímenes contra la población Palestina.

La Dirección Nacional de Informaciones israelí cumple la misma función que cumplía el Ministerio de Educación Popular y Propaganda hitleriana. Lo paradójico es que aquellos que se supone eran víctimas y sufrieron horrendas violaciones a sus derechos humanos, que con justa razón han sido condenadas, ocupan las mismas estrategias de sus verdugos en una repetición brutal y criminal, donde las sacrificados hoy son hombres, mujeres y niños de la Franja de Gaza y la Ribera Occidental.

La Hasbará trata de mostrarle al mundo una visión distorsionada de la realidad que vive un pueblo oprimido, tratando de justificar con argumentos infundados la invasión a un territorio que comenzó en 1948 y continúa hasta nuestros días. Donde teóricos y propagandistas de la Hasbará, desde la centralizada Dirección Nacional de Informaciones hasta entidades de fachada como Hatzad Hasheni, deberán responder por sus crímenes tal como lo tendrán que hacer políticos como Benjamín Netanyahu, el Ministro de Defensa Benny Gantz, el líder del partido Israel Beitenu Avigdor Lieberman, la Ministra de Justicia Ayelet Shaked, el empresario y político Neftali Bennet, el director del Mossad Yossi Cohen, y todo aquel que justifica los crímenes contra la población palestina. Frente a los crímenes de lesa humanidad no hay Hasbará que valga.

Sionismo y Hasbará juntos tienen el mismo efecto que los proyectiles lanzados por las fuerzas de ocupación sionista, son una dupla letal.

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