"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Piar y la Campaña de Oriente

Nota:

A solicitud del apreciado amigo, el historiador Aldemaro Barrios, y en virtud de no disponer de tiempo para responder el cuestionario que me envió, a objeto de contribuir en la campaña: Piar al Panteón Nacional; entrego este fragmento de una obra en proceso de construcción, titulada: Piar, la contradictoria lectura de la historia.

 Una vez culminada la toma de Güiria y de las cercanas, Punta de Piedra e Irapa, por el embrionario Ejército Libertador de Oriente; y de haberse operado la adhesión de un contingente de parianos, Santiago Mariño Carige dividió las fuerzas en dos unidades: una, cuya misión fue consolidar el territorio liberado y avanzar por tierra firme sobre la parte norte de la Provincia de Cumaná, cuya jefatura recayó en José Francisco Bermúdez; y la otra, que expedicionó hacia el sur, interior de las provincias orientales, vía Golfo de Paria, Caño San Juan, rumbo a la plaza de Maturín, cuyo comando fue asignado a Bernardo Bermúdez y al curazoleño Manuel Carlos Piar.

El Ejército Libertador de Oriente, con relativa facilidad, ocupó Maturín, el 2 de febrero de 1813, y esta plaza pasó a constituirse en punto de concentración de las y los patriotas orientales. Una febril actividad organizativa y de preparación militar se desplegó allí durante todo febrero, en correspondencia al conocimiento que se poseía, respecto al avance de poderosas fuerzas al servicio de la dominación colonial en función de  recuperar tan importante bastión.

Mientras tanto, ¿qué estaba aconteciendo al otro extremo del territorio venezolano? El 1º de marzo de 1813, desde la villa de San Antonio, Simón Bolívar dice a los venezolanos:

…He venido…á traeros la libertad, la independencia y el reino de la justicia, protegido por las gloriosas armas de Cartagena y de la Unión, que han arrojado ya de su seno á los indignos enemigos que pretendían subyugarlas, y han tomado a su cargo el heróico empeño de romper las cadenas que arrastra todavía una porción de los pueblos de Venezuela (O’Leary, D., 1981, T.XIII:152-153).

La Campaña Admirable había completado el recorrido victorioso de Cartagena a Cúcuta, liberando, también, ese día un primer espacio en territorio venezolano. Completada la derrota del Ejército colonialista en las provincias de Santa Marta y Pamplona, se propuso, su conductor, iniciar la  marcha  hacia Caracas, pero para eso se requería la aprobación del Congreso de la Unión. Es oportuno apuntar que en el texto de aquella proclama «Á los venezolanos» queda implícito que otra porción de los pueblos de Venezuela, ya para esa fecha, había roto las cadenas de la opresión.

Con José Félix Ribas, como emisario, Bolívar solicitó auxilios al Congreso neogranadino. En su carta expresaba el mismo criterio que condujo, tanto a él como a Ribas y a otros caraqueños, a ponerse al servicio del Ejército de Cartagena: «…La suerte de la Nueva Granada está íntimamente ligada con la de Venezuela…» (O’Leary, D., 1981, T.XIII:157).

Para el 20 de mayo, Camilo Torres, Presidente del Congreso de la Nueva Granada, actuando en nombre de éste, emitió el siguiente pronunciamiento:

Venezolanos: Las Provincias Unidas de la Nueva Granada han tomado la parte que les correspondía en vuestras desgracias. Ellas se han condolido profundamente de la suerte trágica de su hermana y vecina, la primogénita de la libertad americana, que abrió esta carrera gloriosa á los demás pueblos del Continente… (O’Leary, D., 1981, T.XIII:229).

Pocos días antes, el 14 de mayo, la vanguardia de lo que se constituiría en Ejército Libertador de Occidente salió de Bailadores, rumbo a Mérida; el núcleo central de ese Ejército se puso en movimiento, desde suelo neogranadino, ese mismo día; Bolívar, con el resto de la fuerza, partió desde Cúcuta, en fecha 19 de mayo, iniciándose de esa forma la gloriosa Campaña Admirable sobre territorio venezolano.

Por su parte, la Campaña de Oriente, cuyo primer combate se había verificado cuatro meses antes, se disponía a encarar la tercera defensa de Maturín. En efecto, fuerzas milicianas agrupadas y comandadas por Manuel Carlos Piar, que en dos oportunidades  habían resistido exitosamente las embestidas del Ejército colonialista: la primera de ellas, el 20 de marzo, frente a 500 tropas enviadas desde Cumaná, bajo el mando del sanguinario Antonio Zuazola, al que se le suma otro contingente comandado por Lorenzo Fernández de la Hoz, Gobernador de la Provincia de Barcelona; y, la segunda, el 11 de abril, rearmado el citado Gobernador y acompañado de las tropas del Teniente Coronel Remigio  Bobadilla.

Es de destacar que, durante la primera defensa de Maturín, Piar empleó la táctica de «¡Fuego en retirada!», al desplazarse sus tropas, en aparente huída, desde Cerro Colorado hacia el pueblo, frenando luego en seco su caballería con la mayor de las sorpresas para el adversario. Este episodio ha sido calificado por algunos historiadores, Baralt y Díaz, Tosta García, Pedro Elías Marcano, entre otros, como: «El primer ¡Vuelvan Caras!» de la Guerra Nacional de Independencia (Tavera Acosta, B., 1954:274-275).

Se encontraban, ahora, las fuerzas independentistas de Oriente prestas a enfrentar una poderosa unidad militar dirigida directamente por el Capitán General Domingo de Monteverde, máximo jefe del Ejército realista en territorio venezolano, para la fecha; acontecimiento que les correspondió asumir, escasas cinco semanas más adelante, en el combate del Alto de los Godos (25 de Mayo), tercera defensa del Maturín liberado. Se convirtió éste en un momento glorioso, sino el más heroico de la Guerra Patria, uno de ellos.

Monteverde tropezó con una ciudad fortificada, obra acometida, bajo la responsabilidad de Antonio José de Sucre y Francisco Azcue; y, sobre todo, chocó con el heroísmo del pueblo oriental. Allí donde Juana Ramírez (Juana la Avanzadora), mujer de patriotismo y valentía a toda prueba, inscribió su nombre en los anales de la historia Patria; el Ejército realista sufrió una costosa y humillante derrota. Cabe destacar la condición de fuerza miliciana que poseía el Ejército comandado por Piar, cuya amplitud permitió se conformasen unidades como La Batería de Mujeres, con destacada capacidad de combate.

Estas dos particularidades presentes en la lucha armada anticolonial, durante la Campaña de Oriente, a saber: la importante participación de mujeres en batalla y la condición miliciana de la organización militar, constituyen un punto de diferenciación, respecto al Ejército Libertador de Occidente, con una estructura militar de un corte mayormente clásico.

Entonces, aquella fue una importantísima experiencia guiada por una concepción de Guerra de Todo el Pueblo; tal como puede inferirse de la respuesta dada al mensaje intimidatorio, enviado por Domingo de Monteverde, dos horas antes del inicio de los enfrentamientos, donde José Francisco Azcue y Manuel Piar, en condición de jefes, hablan como voceros de: “…el pueblo de Maturín y sus virtuosos moradores…”, y no sólo como comandantes de un ejército.

Una idea bastante exacta de la magnitud de la victoria que, sobre el Ejército del Capitán General, obtuvieron los independentistas de Oriente, en esa oportunidad, nos la suministran las propias palabras del jefe realista:

El 25 del corriente -dice Monteverde- llegué al frente de los enemigos de Maturín, a las siete de la mañana, y después de cinco horas de la mas empeñada acción, quedó derrotado todo mi ejército por la superioridad de la caballería, a pesar del bizarro valor que demostraron todas mis tropas, habiendo yo salvado por una casualidad pocas veces vista»(Uslar Pietri, J., 2014:80).

Bolívar, por su parte, en distintas comunicaciones recogidas en el Archivo de O’Leary, valoró en alto grado la derrota sufrida por Monteverde; la cual lo motivó a dirigirle una comunicación al Señor General en Jefe del Ejército de Oriente, fechada el 12 de julio de 1813, desde el Cuartel General de Barinas, proponiéndole reunir las fuerzas para ir sobre Valencia, Puerto Cabello, Caracas y La Guaira; y donde puede leerse: «…Acepte US. las congratulaciones, que á nombre de mi ejército hago al de su mando, por la gloria de que se ha cubierto en los campos de Maturín…»(O’Leary, D., 1981, T.XIII:302).

Los acontecimientos de Maturín, posibles por el espíritu independentista existente en los pueblos orientales y, en buena medida, por la capacidad organizativa y militar de Piar, fueron claves para que Santiago Mariño superara el estancamiento en que había caído su fuerza, pudiera romper el cerco al que estaba sometido y avanzara sobre Cumaná. También, con justicia, se puede afirmar que la fuerza más significativa sobre territorio venezolano de que disponía la opresión colonial, para aquel entonces, había sufrido un golpe demoledor; su moral y la de su jefe quedaron profundamente afectadas.

Vendría luego la liberación de Margarita, que conoce de otra modalidad de lucha: el levantamiento insurreccional. En efecto:

…el pueblo de Margarita cansado de las vejaciones y crueldades de su Gobernador don Pascual Martínez (…) levantó el grito contra este monstruo y sus secuaces, quienes se refugiaron en el castillo de Pampatar en donde sufrieron tres días de asedio hasta que al fin se rindieron, y el pueblo enarboló el pabellón republicano, confiriendo el mando al coronel Juan Bautista Arismendi que se hallaba aherrojado en el mismo castillo… (Yanes, F.J., 1983:95).

 

En paralelo, la Campaña Admirable con su avance relampagueante, habiendo conquistado triunfos en San José de Cúcuta, La Grita, Mérida, Niquitao, Trujillo y Los Horcones; una vez deslindados los campos, mediante el Decreto emitido por Simón Bolívar -Brigadier de la Unión, General en Jefe del Ejército del Norte, Libertador de Venezuela- y dirigido a sus conciudados: De Guerra a Muerte; marcha indetenible hacia Caracas, en medio un ambiente de abatimiento de la moral enemiga que, a la sazón, ya es presa de resquemores internos; su Comandante General interino Antonio Tíscar, responsable de la orden de ejecución del patriota Antonio Nicolás Briceño, ahora es acusado por sus propios compañeros de debilidades, de sostener amistad con mantuanos caraqueños de reconocida inclinación a favor de la Independencia y de poseer inclinaciones liberales. A su reemplazante, Manuel Fierro, le correspondería cargar con la fulminante derrota de Los Taguanes (31/7/1813) que sentenciaría la culminación exitosa de la Campaña. Habían sido liberadas las provincias de Mérida, Trujillo, Barinas y Caracas.

 

De tal forma, se combinaron las luchas del Oriente y Occidente para alcanzar el objetivo común. Sin riesgo de equivocación, se puede concluir que:

 

La destrucción de los ejércitos realistas que operaban en las regiones orientales, impide a Monteverde organizar mayor número de fuerzas para lanzarlas contra los invasores de occidente, coadyuvando así las espadas de Oriente al éxito brillante de la campaña de Bolívar, en ese año de 1813 (Tavera Acosta, B., 1992:122).

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