"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

EEUU vs. Rusia y China: «Es una pelea que no podrá ganar, sin importar quién se ponga de su lado»

El centro de atención mundial sigue con preocupación todo cuanto ocurre en Taiwán como posible gran escenario del próximo conflicto.

No se trata solo de lo que pueda ocurrir en el estrecho que hoy reclama China como parte inalienable de su territorio, sino de la posibilidad de que la cada vez más probable ocupación y reunificación de Taiwán por la vía militar encienda la posibilidad de un escenario de guerra que involucre a múltiples y poderosos actores de la geopolítica global, convirtiendo un conflicto regional en una hipotética III Guerra Mundial.

Taiwán se había perdido brevemente en manos de Japón durante la II Guerra Mundial. Se convirtió en el último refugio de Chiang Kai-shek, el partido nacionalista del Kuomintang y más de un millón de sus seguidores, luego de ser derrotados en la guerra civil por Mao Zedong y el Partido Comunista Chino en 1949.

En 1971, las Naciones Unidas reconocen a la República Popular China y le restituye su lugar permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El organismo multilateral considera a Taiwán como parte inalienable de China.

Estados Unidos reconoció a la República Popular China en 1979 luego de acuerdos para contener a la URSS en el marco de la Guerra Fría. Desde entonces, Washington ha ejercido lo que conoce como «ambigüedad estratégica con China», es decir que mantiene su reconocimiento diplomático a la República Popular China, al tiempo que apoya comercial y militarmente a Taiwán, alentando sus propósitos secesionistas.

La importancia de reunificar Taiwán para la gran China tiene un alcance considerable en todas las esferas geopolíticas vitales para el gigante asiático, Oswaldo Espinoza, experto en geopolítica e investigador del CLASO, explica la razón a Sputnik.

«La posición estratégica de la isla frente a las costas continentales chinas, y sus posición política actual alineada con los intereses del occidente colectivo, contribuyen decisivamente a mantener a China prácticamente encerrada dentro de la conocida primera cadena de islas del pacifico, que van desde los archipiélagos mayores del sudeste asiático hasta Japón, limitando seriamente la proyección oceánica del gigante; recuperar Taiwán equivale a retirar un tapón en ese cerco de contención, dándole un acceso directo al gran océano, en primer lugar, a su flota comercial; en segundo, a su enorme y creciente flota armada y submarina, sin depender tanto de permisos de tránsito por estrechos y aguas territoriales de otros estados, haciendo a China un tanto menos vulnerable a las políticas de contención y bloqueo», apunta.

Un asunto de capacidades

Espinoza resalta que la República Popular China nunca ha renunciado a la reintegración de la isla por cualquier vía, incluyendo la militar. «El problema con la implementación de esta vía siempre fue históricamente de capacidades», considera.

Para una potencia inminente terrestre como China, considera Espinoza, el estrecho de mar que la separa de la isla renegada constituía un obstáculo extraordinario. Una situación perfectamente aprovechada, no solo por Taiwán, sino también por sus aliados.

«Estados Unidos, por ejemplo, nunca ha dudado en demostrar poder y músculo naval en cada una de las crisis del estrecho. Ahora bien, esas limitaciones pertenecen al pasado y ahora China ha desarrollado, en forma impresionante, sus capacidades defensivas y ofensivas, ya no solo en tierra, sino también en el aire, el espacio y sobre todo navales, incluyendo las capacidades de guerra anfibia, imprescindibles para una operación como la planteada en Taiwán».

En un recuento hecho por el investigador, considera que este apresto operacional se completará con la puesta en servicio de los LHD (portahelicópteros) tipo 075 y su equipamiento con helicópteros de ataque pesado Ka-52K Katrán de fabricación rusa los cuales están especialmente configurados para la guerra naval y no tienen equivalente real en el complejo industrial militar chino.

Espinoza detalla que las incursiones concurrentes de la aviación de China varían de unos cuantos cazas a más de 50 aviones entre cazas, antisubmarinos, e inteligencia, incluyendo los modernos J-16D de ataque electrónico. Una demostración de fuerza, que según el experto envía un mensaje claro a Taiwán sobre el hecho de que las capacidades actuales del país continental, ya son suficientes para implementar la vía militar.

Del mismo modo, sirven para generar una advertencia disuasoria y respuesta a la injerencia de potencias extranjeras, en especial de Estados Unidos y el Reino Unido. Con lo cual se contiene posibles incursiones aéreas y navales de naciones exógenas de la región.

A juicio del analista, al hacer una conclusión preliminar es posible considerar que el asunto no es si China reunificará a Taiwán, aún por la vía militar de ser necesario, o no, sino cuándo.

El ministro de defensa de la isla Chiu Kuo-cheng declaró que China estará en plena capacidad de atacar Taiwán para 2025, es decir en apenas 4 años a partir de ahora. Por su parte, el almirante de la Armada estadounidense Philip Davidson considera que el plazo es de seis años. El tiempo aproximado que se requiere para que estén plenamente en servicio los 3 LHD tipo 075.

Escenarios

El manejo de la situación en el estrecho es de alta prioridad para EEUU. A Washington, según refiere Espinoza, le conviene mantener la tensión alta en el estrecho y utilizar a Taiwán como una de las puntas de lanza en la política de contención de China.

Sin embargo, ello no garantiza que el Pentágono esté definitivamente decidido a una defensa directa de la isla. La reciente llamada de Biden a Xi Jinping ha servido para disminuir las tensiones y para Espinoza representa una estrategia permitir que «Taiwán siga siendo una molestia geopolítica importante para China por el mayor tiempo posible, pero sin llegar a comprometerse en un conflicto por la isla».

Las propias características geopolíticas y económicas de la zona complican una actuación militar. Aun cuando muchas naciones mantienen diferendos importantes con China, no es un secreto de que esta es, también, su principal aliada económica.

Dichas naciones participan en mecanismos como el RCEP (Asociación Económica Integral regional), conformado por los 10 estados de la Asociación de estados del Sudeste Asiático ASEAN, que incluyen las gigantescas economías de China, Japón y Corea del Sur, además de Australia y Nueva Zelanda. Esto da cuenta de su peso en la economía global con cifras que representan el 30% de la población mundial, el 30% del comercio y el 30% del PIB mundial; Además, ahora China ha solicitado su admisión al CPTPP (Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico), el antiguo TPP abandonado por Trump, que aun siendo más pequeño que el RCEP, cubre una mayor área, incluyendo a la otra orilla del océano con la participación de México, Perú y Chile.

«Si sumamos a ellos la iniciativa en marcha de la Franja y la Ruta, que además de la integración comercial incluye la construcción y desarrollo de infraestructura, se entenderá que con tal nivel de interdependencia y las perspectivas futuras con China, resulta poco probable que los miembros de la ASEAN y los demás estados de la región, por más diferencias políticas, rencores históricos, y por más preocupados que estén por el poder del gigante asiático, se arriesguen a participar en una guerra total contra una superpotencia que tienen justo al lado», recalca Espinoza.

El analista señala que es Estados Unidos quien está creando y azuzando el escenario del conflicto, en espera de que sean sus aliados de la región «los que hagan los mayores sacrificios».

«Para ello crea el Quad (EEUU, Japón, India y Australia) y AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos) como mecanismos militares dirigidos contra China, al tiempo que trata de forzar a más Estados de la región, aun contra sus intereses económicos nacionales, a elegir un lado, o mejor dicho su lado, y comprometerse a alinearse contra China, por lo que espera que Corea del Sur ceda a sus pretensiones y se una al QUAD, a sabiendas que la India mantiene su principio de equilibrio estratégico y difícilmente se comportará como los Estados vasallos de la OTAN; de hecho así como la India forma parte del QUAD con EEUU, también integra la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái) junto con Rusia, Pakistán, Irán y China, entre otros Estados de Asia Central con los que viene de realizar ejercicios de defensa antiterrorista recientemente. Todos estos mecanismos militares de países de la región o exógenos alineados con EEUU para contener a China no significa, automáticamente, un frente común dispuesto a entrar en una guerra total contra China y sus potenciales aliados por defender a Taiwán», explica.

Si bien la estrategia de EEUU parece estar claramente expuesta y su alineación de fuerzas antichinas están aparentemente definidas, del otro lado está una China cada vez más fuerte que apuesta más alianzas e interdependencia económica que por salidas militares apresuradas. Lo cual no implica que no se estén preparando para una posible provocación planificada desde el Pentágono.

Para China, no se trata solo de la potente alianza con Rusia, sino también con países como Corea del Norte y Pakistán con quien mantiene estrechas relaciones de defensa y que se convierten, por su posición geográfica, en un «colchón defensivo contra amenazas poderosas como Japón, Corea del Sur y la India». Sin embargo, para Espinoza es improbable que China los involucre dentro del conflicto que mantiene con Taiwán, por considerar a este «un asunto exclusivamente interno».

«Es este escenario de complementariedad de debilidades y fortalezas recíprocas lo que aterra a EEUU y sus aliados. Contradictoriamente es precisamente el cerco y acoso planteado por Washington y sus aliados lo que hace que los lazos ruso-chinos se estrechen cada vez más, aun si no llegara a una alianza formal (en la que ninguno de los dos estados aceptaría algún tipo de sumisión al modelo de la OTAN), un fortalecimiento mutuo entre estos gigantes simplemente aterra al occidente colectivo. Si hay algo que Estados Unidos quiere evitar es una guerra contra Rusia y China a la vez, porque según sus propios cálculos, es una pelea que no podrán ganar, sin importar quién se ponga de su lado», resalta el analista.

 

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