"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Miedo al socialismo

Fue el mensaje central del reciente discurso de Donald Trump ofrecido en Miami a propósito de sus intenciones y desespero por entrar en territorio venezolano.
No es nuevo ese miedo. En un discurso ofrecido en Houston el año 1991, Margaret Thatcher dijo:
“La URSS es un país que supone una seria amenaza para el mundo occidental. No me estoy refiriendo a la amenaza militar; en realidad esta no existía. Estoy hablando de la amenaza económica. Gracias a la economía planificada y a esa particular combinación de estímulos morales y materiales, la URSS logró alcanzar altos indicadores económicos. El porcentaje de crecimiento de su PIB es prácticamente el doble que en nuestros países. Si añadimos a esto los enormes recursos naturales de los que dispone, son más que reales las posibilidades que tiene de expulsarnos del mercado mundial”.
Continuó confesando la Dama de Hierro: “Por eso siempre hemos adoptado medidas encaminadas a debilitar la economía de la URSS y a crear allí dificultades económicas. Por desgracia y pese a todos nuestros esfuerzos, durante un largo período, la situación política en la URSS siguió siendo estable.”
Se trata del mismo temor que se lee en los documentos desclasificados, cuando Nixon ordenó a Kissinger derrocar el gobierno de Allende para “evitar que un modelo como el socialista se consolide y muestre sus logros”.
Es el mismo pavor que sentía Obama cuando nos declaró “amenaza inusual y extraordinaria” y no precisamente porque tengamos armas.
El actual inquilino de la Casa Blanca y también vocero de los grandes capitales repitió sin descanso que el socialismo es sinónimo de pobreza, de miseria, de tiranía, de totalitarismo, de dictadura. Dijo que es la causa de la situación que atravesamos los venezolanos. Es tanto el temor que lo invade que prometió a los norteamericanos que “jamás habrá socialismo en EEUU”. Algo debe estar ocurriendo al interior de su país para lanzar tal amenaza a su pueblo.
Les aterra un modelo que a pesar de que apenas transita hacia la igualdad, logró disminuir desde el 2003 la pobreza extrema y estructural en 67% (en 2003 era 13,2%, hoy es 4,3%), la tasa de mortalidad infantil en 64%, la desnutrición de menores de 5 años en 24%, permitió erradicar el analfabetismo en Venezuela, entre muchos otros.
Entran en pánico ante la consolidación de un modelo que habiendo sido sometido a todas las pruebas de sabotaje generándonos pérdidas alrededor de US$ 130 mil millones los últimos 5 años, con bloqueos financieros, embargos comerciales y ataque a la moneda por más de 3500 millones por ciento de manipulación de su precio, Venezuela sigue siendo, según la CEPAL, el país menos desigual de la región, distribuye alimentos a 6 millones de hogares, construye más de 2,5 millones de viviendas, no ha cerrado una sola escuela ni un centro de salud, el 100% de los viejitos reciben su pensión, y todo esto en paz.
El miedo y el desespero son tales que descaradamente el presidente de los EEUU, personalmente, chantajeó y amenazó a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana instándola a violar nuestra Constitución y a avalar un golpe de Estado aprobando la usurpación del poder por parte de quien, sin ser electo por el pueblo, se autoproclamó Presidente de la República en medio de una plaza.
No es el socialismo la causa de lo que ocurre en Venezuela, por el contrario ha sido justamente este modelo que coloca en el centro al ser humano y no a los capitales el que ha permitido resistir ante la embestida y los enormes esfuerzos del imperialismo norteamericano para debilitar la economía, generar desestabilización social y derrocar la revolución bolivariana.
No es el modelo socialista que busca la igualdad, la justicia social y la inclusión de las mayorías el que requiere valerse de regímenes totalitarios y tiranos para consolidarse. Por el contrario, es el capitalismo el que, para proteger y maximizar los intereses de las minorías dueñas de los capitales necesita someter y reprimir a las grandes mayorías asalariadas para que no se rebelen contra un sistema que los explota y empobrece, aunque en el discurso, y con el apoyo de los medios de comunicación, los disfracen de democracias.
Profundicemos el modelo socialista. Es el momento, pero sobre todo es la garantía para derrotar la despiadada y criminal guerra no convencional contra el pueblo venezolano y así avanzar hacia la verdadera independencia económica y por lo tanto política. Parafraseando a la Thatcher, si añadimos a esto los enormes recursos naturales de los que disponemos, son más que reales las posibilidades que tenemos de vencer.
Por cierto, el miedo es libre.

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