El Día Internacional de la Conciencia se celebra todos los 5 de abril, para los científicos sociales en general y especialmente para los historiadores, resulta un desafío constante revisar y revisarse permanentemente, porque el conocimiento transcurre en medio de tormentas vitales dialécticas que hacen cambiar, retener o transformar los destinos de la humanidad de manera permanente, es lo que llamaría conciencia transformadora, a propósito de la celebración del 16° Congreso Nacional de Historia Regional y 3er. Congreso Internacional de Historia, Memoria y Patrimonio, que se inauguró este 5 de abril en La Guaira, Venezuela.
Aquello que aprendimos en la universidad o en la escuela de estudios con maestros admirables, hoy puede cambiar y ese conocimiento de ayer, hoy habrá que actualizarlo a las luces de las realidades variables en un mundo de complejidades. Pero, además, conocimientos o documentos que aparecen como estáticos testimonios de un momento histórico pueden luego convertirse en activadores de informaciones que el tiempo presente necesita para una gestión vital actual.
Pasa muy frecuentemente que se adjetivan papeles para descalificarlos de su importancia actual y se les llama «Archivo Muertos», eso quiere decir inservibles porque «feneció» su tiempo vital y su contenido no tiene utilidad funcional, nada más lejano de la verdad, porque tales archivos pueden arrojar información que los pueden convertir en archivos de gestión o intermedios, por eso se les llama Archivos Históricos.
Así pasa con la memoria documental cuando algunos se conforman con las «cuatro patas del gato», por empezar que no se trata de gatos sino de documentos generados por humanos y, la humanidad, como creadora, es sinuosa, «problematizadora» y escrutadora, capaz de interpretar de las mil formas posibles un documento sin que por ello se inventen falsedades, eso es otra cosa.
Frijot Capra criticó duramente a algunos pensadores estadounidenses incapaces, cansados o castrados en su capacidad creadora cuando fueron expuestos públicamente a través del periódico The Washington Post al publicarse un artículo titulado «El armario de las ideas está vacío», … «en el cual los principales pensadores admitieron su impotencia para resolver los problemas más urgentes de la política interna«. El diario norteamericano refería «las declaraciones de los más conocidos intelectuales de Cambridge (Massachussets) y Nueva York … como Irving Kristol, catedrático de valores urbanos de la Universidad de Nueva York, declaró que renunciaba a su cargo, pues: ‘Ya no tengo nada más que decir. Tampoco creo que nadie tenga nada que decir. Cuando un problema se vuelve demasiado complicado uno pierde el interés’». Era 1979 y al parecer eso no ha cambiado, dada las circunstancias actuales del gobierno imperial de Estados Unidos, hundido en una de las crisis más irresolutas en dos siglos.
En cambio, comprender que la memoria histórica como la conciencia histórica, tienen mucho que decir en tanto que los intercambios intersubjetivos producen nuevos desafíos sobre la base de los objetivos políticos anhelados por un pueblo, en términos de su felicidad real, camino a utopías, he allí la tarea del historiador: mostrar los fundamentos de los actos o hechos pasados que son referentes del presente. Así la historia no es solo el pasado, es ontológicamente presente y «providencialmente» oportuna para diseñar el futuro.
Nada más oportuno el tema, no solo por la efemérides del Día Internacional de la Conciencia sino porque en La Guaira (costa norte de Venezuela) se han congregado un poco más de mil historiadores, cronistas y militantes de la historia para encontrar los nuevos caminos de la historiografía nacional, en el 16° Congreso Nacional de Historia Regional y 3er. Congreso Internacional de Historia, Memoria y Patrimonio.
Tienen una titánica tarea, pensar la historia desde lo local y lo regional para emular a Miguel de Unamuno con aquella frase lapidaria: «… las olas de la historia, con su rumor y su espuma que reverbera el sol, ruedan sobre un mar continuo, hondo, inmensamente más hondo que la capa que ondula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo nunca llega el sol…».
Más de 500 ponencias de intrahistoria venidas desde los más remotos lugares de Venezuela, significan un esfuerzo titánico que solo un pueblo consciente de su historia es capaz de producir y en el que debemos honrar los esfuerzos iniciales de Arístides Medina Rubio, Pedro Calzadilla Álvarez y Carlos Viso, quienes durante la década de los 70 y 80 se ocuparon de sembrar ánimos y cultivar voluntades a lo largo y ancho de un país de Tierra Firme, la revista.
Esos árboles hoy están dando frutos y son los mismos que disfrutaremos desde el 5 al 8 de abril en el casco histórico de La Guaira, en el mencionado Congreso, donde la principal protagonista será la ciencia histórica del pueblo venezolano.