"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

A propósito de «La revolución lo es todo, lo demás son minucias». Un homenaje cubano a Rosa Luxemburgo en el centenario de su asesinato

Rosa, la amiga incondicional, la mujer enamorada de la vida y del amor, la enérgica, veraz y convincente oradora socialista, feminista, antibelicista, la pensadora crítica marxista más radical entre sus contemporáneos; tejía todas sus luchas juntas. Ellas todas tenían un solo colofón: la Revolución o nada.

Desde su especial sensibilidad guerrera, avizoró en ideas y luchó en acciones y cuerpo contra la barbarie cernida del pusilánime socialdemócrata reformista, del traidor escuálido del pueblo, del farragoso galimatías preliminar de los hechos, del verdugo de la vida y el amor de la humanidad.

Con su alta virtud “sentipensante”, colocó y construyo razones y sentires para el alba de la Revolución, caminar ineludible y seguro de la humanización de la humanidad.

 Y todo eso fue la lucha de Rosa, amar inmensamente sin menudencias ni miserias.

La violencia atroz con que segaron su vida, mostró el odio de clases, el horror y la mordacidad del patriarcado capitalista. Su voz acallada, su cuerpo masacrado, grita al mundo el asesinato de una Rosa, por mujer revolucionaria y no solo por contendiente político.

Este libro homenaje compulsa a comprometerse con la permanencia de su legado y la actualidad de su obrar para las luchas del movimiento de mujeres y feministas. Cada día mueren miles de mujeres en el mundo a manos de los verdugos del patriarcado. Ellos están en todos los dispositivos de los poderes heteronormativos, homofóbicos, machistas y misóginos. Desplegados con eficacia por el sistema de dominación múltiple del capital, reabsorben atavismos, prejuicios, aprehensiones y prácticas patriarcales ancestrales reforzando la dominación opresora total sistémica contra la que lucho la Rosa más roja de la Revolución del siglo pasado.

Rosa Luxemburgo es de las imprescindibles en la historia del feminismo marxista con su amiga y hermana Clara Zetkin. Esa sororidad estuvo sellada en la fuerza de pensamiento y acción de ambas. Su liderazgo fue forjándose en el tiempo de la efervescencia revolucionaria a inicios del siglo pasado , en la fragua de la lucha de los y las trabajadoras, de la organización del partido que expresara y fuera vanguardia del movimiento de las masas obreras desposeídas, en la organización de la lucha por la liberación femenina, “ la cuestión femenina” como era tratado en aquella época, como movimiento de masas, desde la clase trabajadora, en la lucha contra el reformismo, revisionismo, contra el militarismo, la burocratización de los sindicatos, la lucha antibélica, hasta la revolución misma.

La lucha de ambas fue ardua para no solo hacer valer con toda la centralidad la “cuestión femenina” dentro de la organización política, sino también para hacerse valer como intelectuales, organizadoras políticas y lideresas. Rosa enfrentó las animosidades de los revolucionarios socialdemócratas varones que no aceptaban a una jefa de redacción, ni a una contendiente política. Las dos hermanas de lucha impulsaron y dieron vida al periódico Igualdad dirigido por Clara Zetkin, donde fueron las voces más ardientes antibélicas dentro de la socialdemocracia alemana.

Las unión el entusiasmo y la convicción al movimiento y la fuerza de las masas después de la revolución rusa de 1905 y sobre todo de la de octubre de 1917. Ellas radicalizaron la lucha feminista de su época, desde la reivindicación de los derechos políticos y civiles de las mujeres, de los derechos de las mujeres trabajadoras a la oposición al sistema capitalista patriarcal en su totalidad. Desde su llegada a Alemania en 1898 estas dos mujeres marcaron el protagonismo de la radicalidad y el compromiso con la revolución social de manera integral

Rosa escribiría en 1902:

“Con la emancipación política de las mujeres, un fresco y poderoso viento habrá de entrar en la vida política y espiritual (de la socialdemocracia) disipando la atmosfera sofocante de la actual vida familiar filistea que tan inconfundiblemente pesa sobre los miembros de nuestro partido, tanto en los obreros como en los dirigentes”

 Clara Zetkin en su encuentro con Lenin en 1920, dialogando en polémica sobre los temas sexuales y del matrimonio dentro del movimiento de las trabajadoras señalaba:

“Las cuestiones sexuales y del matrimonio, bajo la dominación de la propiedad privada y del régimen burgués, dan origen de modo apremiante a multitud de tareas, conflictos y sufrimientos para las mujeres de todas las clases y capas sociales. La guerra y sus consecuencias han agudizado de manera extraordinaria para la mujer los conflictos y los sufrimientos que ya existían precisamente en el terreno de las relaciones entre los sexos. Los problemas antes velados para la mujer han quedado al descubierto, a esto hay que añadir la atmosfera de la revolución que ha comenzado. El mundo de los viejos sentimientos y de las viejas ideas se resquebraja por todas sus junturas”

Estas dos mujeres juntas alzaron sus voces en la conferencia de Londres del Partido obrero socialdemócrata ruso y el Congreso de la segunda internacional en Stuttgart y en la conferencia de mujeres socialistas en 1907, avistada por la revolucionaria Kollantai como uno de los mayores aportes desde el marxismo al movimiento de las trabajadoras. En ellas Rosa convidó a la lucha por la autonomía del movimiento de mujeres diciendo:

“sola vosotras creareis este centro moral de la internacional, a partir de vosotras mismas, y yo solamente puedo admirar a la camarada Clara Zetkin que se ha echado a cuestas esta carga de trabajo».

Con ello Rosa llamaba a tomar las posiciones que expresaban la dirección del órgano Liberación dirigido por Clara Zetkin.

Las dos impulsaron y lograron el sufragio femenino en 1912, con la participación masiva de miles de mujeres en Alemania. Un año antes, ya habían realizado la primera celebración del día internacional de la mujer propuesto por Clara a la Segunda internacional.

Rosa expresaría en su discurso sobre el sufragio de las mujeres  la radicalidad de la emancipación social con la Revolución:

“El actual enérgico movimiento de millones de mujeres proletarias que considera su falta de derechos políticos como una flagrante injusticia es señal infalible, de que las bases sociales del sistema imperante están podridas y que sus días están contados. Luchando por el sufragio femenino, también apresuraremos la hora en que la actual sociedad caiga en ruinas bajo los martillazos del proletariado revolucionario”.

Rosa es liberada de las mazmorras y se sumerge en el huracán de la revolución de noviembre de 1918 y enero de 1919. Junto con Clara y Liebknecht ya eran los Espartaquistas , los más revolucionarios dentro del movimiento de la socialdemocracia alemana. Ellos enfrentaron la traición al movimiento de masas por los servidores de la conciliación pírrica que llevo a la derrota. Sobre escribió Rosa en un texto titulado “ El orden reina en Berlin” horas antes de ser apresada y asesinada por las fuerzas militares del gobierno del partido socialdemócrata , el 14 de enero de 1919.

El 1 de septiembre de 1919 en su página 5, la revista The Communist International, publicaba un texto de Clara Zetkin, titulado simplemente Rosa Luxemburgo. Su amiga dijo sobre ella:

 “Rosa Luxemburgo simboliza la espada y la llama de la revolución. El poder vivir la revolución y tomar parte en sus batallas, era para ella la suprema dicha (…) La ofrenda de su vida, a la idea, no la hizo tan sólo el día de su muerte; se la había dado ya trozo a trozo, en cada minuto de su existencia de lucha y de trabajo”

Este homenaje cubano a Rosa Luxemburgo a cien años de su vil asesinato, despierta muchos sentimientos, pensamientos. En los textos que se compilan, el lector encontrará datos sobre la pensadora marxista, la mujer valiente que fuera Rosa Luxemburgo, a quien intentaron silenciar para extirpar a la revolución alemana de sus mejores líderes.

En un primer bloque se hacen comentarios breves a sus escritos. Estos fueron textos pensados para el trabajo de formación política, estimular el debate, el trabajo en grupos, como parte de talleres que hicieran volver sobre Rosa, un día en Baja Verapaz, Guatemala. Así sucedió con los participantes del Encuentro de organizaciones de México, Centroamérica y Cuba que forman parte del trabajo de la Oficina en México de la Fundación Rosa Luxemburgo (Rosa Luxemburg Stiftung, RLS). En ellos se avanza desde los peligros del reformismo a finales del siglo XIX e inicios del XX de parte de los líderes teóricos del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), a sus consideraciones sobre la amenaza que aquellos puntos de vista significaban para la práctica política y para la claridad en los objetivos del partido en su compromiso con el socialismo.

Para Rosa el socialismo es una necesidad histórica de superación del orden capitalista y la toma del poder del Estado por el proletariado. La revolución es la vía necesaria. A ellos jamás renunciaría. No se podía llegar al socialismo mediante la reforma gradual del sistema capitalista, ni mediante la adaptación de este a las nuevas circunstancias del desarrollo económico. Enfrentar tales veleidades fue ineludible.

Rosa reaccionó públicamente y así lo dejó en Reforma o Revolución (1898-1899), uno de sus textos principales del cual los comentarios presentes ayudarán a plantearse su actualidad. De igual modo, sus análisis sobre la revolución bolchevique, un debate tan frecuente, así como su último texto escrito el 14 de enero de 1919, unas horas antes de ser asesinada, en escasos 21 párrafos, dejan al estudiante, al activista, a quienes se reúnen para volver a Rosa, un material que dimensiona la serenidad y la amplitud de su forma de pensar.

Tras estos comentarios para el debate, se presentan en un segundo bloque textos que cubren la vida y obra de Rosa y que se escucharon y debatieron en un homenaje cubano realizado por investigadores, profesores y estudiantes del Instituto de Filosofía y de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, los días 3 y 4 de diciembre de 2019, el año cien de su asesinato.

En dos sesiones se recorrió, a voces compartidas, sobre el papel de la mujer, su escamoteada habilidad en la historia y su modo personal de apropiación de una perspectiva liberada, más allá de los prejuicios dominantes y los roles asumidos tradicionalmente por las mujeres, naturalizados enfrentando el pesado fardo patriarcal. Tanto en lo personal como en sus posiciones públicas partidistas, nada le quitó, nada le impidió su actitud emancipada y augusta, liberada y radical. Rosa vivió la sordina del SPD, el silencio y la complicidad de este ante la incursión de cañoneras alemanas en Marruecos en 1911 y la aceptación de participar en la contienda mundial, tuvo sus posicionamientos sobre el mundo colonial. A ello se dedican dos de las exposiciones que aquí se suman.

Rosa polemizó con Lenin, luego desde la cárcel escribió –hasta donde pudo ver–, sobre la triunfante Revolución de Octubre en Rusia, aquel octubre de 1917, cuando enferma, se encontraba sustraída de la sacudida revolucionaria y la inestabilidad política en Alemania. En Breslau recibía fragmentariamente datos sobre la experiencia revolucionaria en las calles de Petrogrado, Moscú y toda la Rusia zarista que ella bien se representaba. Sobre ello razonó un estudiante de cuarto año de la carrera de filosofía, al lado de sus maestras. Otras aristas se debatieron. Profesoras de la facultad hablaron de la emancipación, de la autoliberación del proletariado, de la democracia, la participación, el involucramiento en el acto de la revolución. Se debatió sobre la religión –esa faceta poco aludida del pensamiento práctico de Rosa–, así como se dijo de la Rosa sensible y recia, culta e independiente, en sus opiniones sobre el arte, que con sobrada pasión descubrieron la profesora y su alumno de la carrera.

Con este libro se logra un homenaje a Rosa, a esa pensadora y líder que fuera águila y volara alto como dijera de ella Lenin, a la rosa roja de la revolución, para quien esta, lo fue todo y el resto, minucias.

Una presencia más sutil, pero no menuda, nos avivó la camarada Rosa. Una de las grandes novelas cubanas El siglo de las luces del escritor Alejo Carpentier, tiene como colofón un personaje femenino, Sofía, imbricado a otra feminidad, La Revolución francesa, aquella contradictoria marea social impulsora de las emancipaciones del siglo XX: de la mujer, de las colonias, del trabajo. Así al sellar el final de la historia de El siglo de las luces, Alejo Carpentier lanza al centro de una Explosión en la Catedral, como símbolo de la Revolución, a Sofía. Ella, poseída de una fuerza y certeza total de su actuar, sale a luz del día, a juntarse en el hervir de la batalla contra el invasor cruel, a “hacer algo”. Rosa es la Sofía de la novela, Sofía es la Rosa de la Revolución, que lo es todo.

Agradezcamos a esa menuda mujer de inmenso talante y valor, seguir desbrozando las razones para revolucionarlo todo.

La edición cubana de este modesto homenaje quiere ser útil a las generaciones jóvenes cubanas. Ellas sabrán colocar este aporte junto a su esfuerzo por hacer su lugar epopeya de estos tiempos.

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