Mucho se habla de ayuda humanitaria pero poco de quién ayuda a quién y para qué. A partir de 1498 participó Venezuela en la gigantesca operación de ayuda humanitaria en virtud de la cual, sólo entre 1503 y 1660 se le transfirieron 185.000 kilos de oro y 16 millones de kilos de plata a Europa, con los cuales ésta salió de la hambruna y el atraso medieval, desarrolló el capitalismo y se volvió la primera gran saqueadora del planeta.
Entre 1810 y 1824 Venezuela sin pedir nada a cambio independizó seis países de la dominación española, lo cual le costó la ruina de su economía y la pérdida de un tercio de su población.
Desde 1916 Venezuela ayudó generosamente al mundo proveyéndolo de hierro e hidrocarburos que las compañías explotadoras vendían a sus casas matrices a precios ficticios por debajo del mercado mundial, lo cual les permitió no pagar impuestos y desarrollar la sociedad de consumo del siglo XX.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Venezuela continuó el suministro humanitario de petróleo a precios por debajo del mercado que posibilitó la derrota de las potencias del Eje y el ascenso de Estados Unidos como primera potencia armamentista del planeta.
En la década inmediata humanitariamente Venezuela acogió unos 800.000 refugiados que no encontraban de qué vivir en la Europa inhumanamente devastada por fascismos, imperialismos, capitalismos y racismos.
En 1968 el gobierno de Venezuela ayudó a las potencias imperiales transando desinteresadamente por centavos lo que le debían por décadas de evasión de impuestos, a pesar de que su Constitución y sus leyes prohíben categóricamente que los litigios sobre materias de orden público como la tributación sean transados.
Durante esa década y las siguientes Venezuela acogió humanitariamente y sin reservas a todos los refugiados políticos y económicos que huían de las dictaduras que en América Latina y el resto del mundo imponía el capitalismo.
En 1975 el gobierno venezolano auxilió piadosamente a las necesitadas transnacionales pagándoles colosales sumas por la nacionalización de los activos de la industria petrolera, a pesar de que la Ley de Hidrocarburos de 1943 preveía la transferencia gratuita a la Nación de todos los bienes y equipos de dicha industria para 1983.
Durante ese siglo y el anterior ayudó Venezuela a los capitalismos en crisis comprándoles generosamente cuantos excedentes de pacotilla, baratijas y quincalla no encontraran salida en los mercados del mundo.
Desde mediados del siglo XX Venezuela se hace cargo humanitariamente y sin discriminación de ningún género de unos seis millones de refugiados de un país vecino sumido en cruenta guerra contra la ocupación militar estadounidense, proporcionándoles gratuitamente y sin excepciones educación, salud, seguridad social, oportunidades de trabajo y viviendas de interés social.
Apoya con amorosa humanidad la Patria de Bolívar al mismo país vecino permitiendo que por su frontera con él se vaya en contrabando de extracción 40% de lo que Venezuela produce o importa, incluido el inagotable torrente de gasolina que mantiene la economía de aquél posibilitándole ser el primer refinador y exportador de cocaína del mundo.
A partir de 1998 Venezuela ayuda generosamente a las transnacionales de treinta países suscribiendo con ellos los Infames Tratados contra la Doble Tributación, en virtud de los cuales dejan de pagar en Venezuela anualmente unos 17.800 millones de dólares que nos deben en impuestos.
Pródigamente Venezuela auxilia desde 1970 al mismo sector privado que intenta destruirla entregándole 695.026 millones de dólares a tasa preferencial, de los cuales el 53%, unos 371.571 millones, son inmediatamente fugados fuera del país.
Entrado el siglo XXI, auxilia Venezuela caritativamente a empresas de maletín suministrándoles 60.000 millones de dólares a tasa preferencial para que los inviertan en importaciones fantasmas.
Muestra Venezuela su vocación humanitaria suministrando a todos los países vecinos energía subsidiada por debajo de los precios del mercado mundial, salvándole la vista gratuitamente a millares de latinoamericanos con la Misión Milagro, formándoles sus médicos en la Escuela Latinoamericana de Medicina.
Ayuda Venezuela como buena samaritana al Bank of London depositándole 1.200 millones de dólares en lingotes de oro que los honrados banqueros se niegan a devolver, auxilia a Estados Unidos comprando en dicho país anticuadas y devaluadas refinerías de Citgo que los honestos estadounidenses se apropian sin pagar.
Socorre humanísimamente Venezuela a los bondadosos acreedores de su Deuda Pública, pagándoles intereses -inflados artificialmente por las calificadoras de riesgo como Moody´s o Standards & Poors- que entre 2013 y 2017 suman más de 17.000 millones de dólares a cambio de nada.
Caritativamente apoya nuestro país a los promotores del bloqueo financiero dejando de percibir en razón de él 22.500 millones de dólares cada año.
Cada una de estas ayudas humanitarias la aportó desinteresadamente nuestra Patria a costa del sacrificio de sus bienes y de sus nacionales ¿Cuánto pesarían, si se midieran en ingratitud?
Ante la generosidad de Venezuela, que ha sido inagotable paño de lágrimas del mundo, resulta repugnante que un rufián pretenda invadirla con paramilitares con el pretexto de entregar la limosna de dos camiones de alimentos.
Venezuela hace el bien sin mirar muchas veces a quien.