La condición servil de los gobernantes europeos, mantenida sin chistar, frente a Washington, pareciera conducir a los pueblos del Viejo Continente a la inmolación, y todo en nombre de unos intereses que, en el fondo, son los de la élite imperialista estadounidense, la cual les impone desempeñar el triste papel de colonias.
En los últimos días se reunieron el Grupo de los Siete (G-7) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para tal cometido. Una situación, sin duda, muy peligrosa para todos en el planeta. Fueron reuniones en donde los “gobernantes europeos” no fueron a tomar decisiones sino a recibir instrucciones del amo imperial, pero pretenden que el resto del mundo las acate a pesar de la ilegalidad de origen, debido a la unilateralidad que representa; pretende ser la única voz del planeta, o, como dicen ellos, de la comunidad internacional, de la democracia, el derecho y otras de sus monsergas, sin importarles lo absurdas, salvajes y brutales que son.
Son locuras debido a las consecuencias del tránsito epocal hacia otro orden mundial, donde debe prevalecer el multilateralismo. Los resultados de tales locuras son como de Chacumbele, han agravado la crisis estructural del sistema capitalista, verbi gratia: el precio del petróleo se ha disparado. Los ingresos de Rusia –a la que le han aplicado más de 5.000 sanciones– se han elevado impresionantemente, y esto ocurre porque los otanistas han chocado con un estadista, como el presidente Vladimir Putin, que sabe conducirse con maestría en el complejo contexto geopolítico.
Una Federación de Rusia fuerte, consolidada, en los planes imperiales estadounidenses es un obstáculo. Rusia sigue siendo muy grande y con enormes recursos. La guerra ucraniana fue provocada como parte de un plan para desintegrarla, por eso la saña con las llamadas sanciones tratando de hacerlas más eficaces como arma de guerra. El objetivo de provocar una guerra contra Rusia –una guerra proxi como la de Ucrania- es para desgastarla.
Los planes son macabros, Estados Unidos y la OTAN tratan de dinamitar cualquier medio diplomático o de negociación. Llama poderosamente la atención que en las reuniones sostenida en estos días manejaron como conceptos estratégicos el que “…Rusia es el enemigo inmediato, pero el importante es China”. Es, en la práctica, una declaración de guerra, y por eso, también, tratan de calentar el mar de China metiendo sus narices por allá de manera peligrosa, promoviendo el supuesto derecho de independencia de Taiwán, que, como se sabe, esta es parte integral de China, y, por supuesto, es una posición de principio para Beijing.
En esta tramoya guerrerista quienes ganan son los socios de las corporaciones transnacionales. Los pueblos son los grandes perdedores -los de Estados Unidos y Europa, por ahora, de manera muy particular- por la inflación generalizada y la escasez, pero que después puede ser peor. La locura de prolongar la guerra más allá de lo posible no logra los objetivos contra la Federación de Rusia. Los hechos, los reales, lo confirman cada día que pasa