"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

¿Todas las opciones o Matos como último recurso?

Manuel Antonio Matos ingresa al país el lunes de carnaval 04 de marzo, según John Bolton su regreso implica el posicionamiento, más que indispensable de “una coalición internacional tan grande como sea posible”. Esto es, la entente imperial admite que el Grupo de Lima carece del “punch” (de la fuerza y de las ganas) para derrocar al presidente Nicolás Maduro; y dada “la pela” del 23-24 de febrero, el marketing conspirativo procede a suturar, públicamente, la figura del “traidorcito” que habían diseñado clandestina y apresuradamente.

Agotadas las figuras opositoras, era demasiado obvio y urgente la configuración de otro ungido imperial: con muchos cobres, dotado de una plataforma tecnológica que es la envidia de Pérez Pírela (a pesar de los “jugueticos” que compró con las ganancias producidas por sus vínculos con Miguel Rodríguez Torres) y de una banda de sicarios “transdisciplinarios y transnacionales”, un “war room” ad hoc perfiló la figura del “único líder opositor”.  El Matos de nuevo cuño, cumplida la formalidad de una entrevista “entre tres amigos”, recibió, sigilosamente, el tutorial de “liderazgo opositor radicado en el país”, para “partirle el culo a los chavistas y derrocar al dictador Maduro”. Los convencidos del cuarto de guerra se auto-felicitaron por su trabajo y se empataron en una profusión masiva e intensiva de fake news, suponiendo que “ahora sí” neutralizarían el chavismo, se fracturaría la FANB y el temple del gobierno revolucionario sería “pura paja”. Ante la envergadura del plan que en blanco y negro  lucía interesante, pero a la vez fantasioso y peligroso, Matos exigió recompensas financieras (y se las dieron, más de lo que pretendía), de ñapa le concedieron el dispositivo de seguridad que jamás hubo para María Corina, Julio Borges, Capriles Radonsky y Leopoldo López.

Desdeñando la propuesta de Luis Vicente León, de que eran necesario “por lo menos dos años para estrangular económicamente a Maduro, a punta de despedidos masivos y el incremento rabioso y sin piedad de la hiperinflación y el bloqueo financiero-comercial”, el cuarto de guerra, después que Esteban Prudencio convence a Ramos Allup que “dejase hacer” y aceptase que él, María Corina y la catarsis mayamera como la instalada en España no son una opción creíble, impuso la política del “ataque final en enero o nunca, ya que a mediano plazo privaría la tendencia hacia la estabilidad del régimen chavista”. Los supuestos de tal decisión se evidenciaron inconsistentes y erráticos: la cobertura masiva e intensiva de los fake news aliñada con un concierto desproporcionado y espinoso, y el diseño del Matos “novedoso y electrizante”, no tenían el alcance de validar el golpe de Estado del poder dual y de asegurar la entrada de una primera oleada mercenaria:

El cuarto transdisciplinario y transnacional no cometió un error de cálculo, sino de diagnóstico, el presidente Nicolás Maduro no jugaba su tiempo de descuento, y no estaba perdiendo el partido. Y ese es el punto que el Grupo de Lima con Mike Pence al mando  no podía eludir el 25 de febrero, la real correlación de fuerzas inmodificable por un plan mocho de ayuda humanitaria y la ficción de un millón de voluntarios, comandados por Matos resguardado en Colombia y por los Miguel Pizarro-José Guerra enculillados, que supuestamente se batirían frente a los cuarteles de las FANB, incendiarían las principales ciudades y asaltarían todas las instalaciones de PDVSA.

El marketing y la política conspirativa saturada de virtualidad y el contrapelo de “Los héroes de La Tiendita”, hicieron su trabajo, al punto tal de un Pompeo desencajado que declara como un Ramos Allup cualquiera, “Las predicciones son difíciles. Elegir los días exactos es difícil” y de un Marcos Rubio “tuiteando”  «se abre la puerta a varias acciones multilaterales potenciales que no estaban sobre la mesa hace sólo 24 horas»; ante tanto desconcierto (la política con libretos prefijados, no perdona). Mike Pence, un tanto menos descolocado, clava la estaca de “Colombia es nuestro socio más importante en la región y cualquier amenaza a su soberanía o seguridad enfrentará la determinación de los Estados Unidos”. Desde esos desplazamientos debemos leer los recientes acuerdos del Grupo de Lima y el viaje de “nadie” a Caracas: si se diluye la opción del “único líder” y si se torna inviable el escenario bélico, ya no hay poder que vele ni banalice la REAL Y SEGURA derrota del bloque imperial-oligárquico.

Dadas las diferencias activas en la reunión de Bogotá, la mafia imperial asume que es indispensable evitar el desplazamiento de la intervención militar y la consiguiente fragmentación del Grupo de Lima (soporte básico de “la alianza lo más amplia posible”). Los “intervencionistas duros” avanzan el escenario del conflicto bélico entre el socio fundamental en la región de EEUU y Venezuela, por tanto María Corina tendría que ser coherente con su discurso monotemático de “fuerza es fuerza”; asignan al conjunto de los santandereanos la tarea de un absoluto cerco diplomático regional; y le muestran a Matos el rol o papel que el cuarto de guerra le había ocultado: el agente inmerso en el lugar donde realmente acontecen las cosas, y  Manuel Antonio experimenta, con base de hechos irrefutables, que efectivamente los planes conspirativos se movilizan en un estrecho margen de maniobra y que el escenario militar no significa  un chantaje o un real peligro que espanta al chavismo y al gobierno revolucionario. Hay rodeos, pero la carta siempre llega a su destino.

A Matos, Mike Pence lo puso contra las cuerdas, exigiéndole que se posicione en Venezuela y precisando el objetivo de  una  fragmentación del territorio venezolano, ya que sin esa condición lo de presidente interino “es un exabrupto”. En el movimiento de Pence, Matos percibe una vez más que él es desechable. Y el intento de fuga hacia adelante, del 24 de febrero, con su tuit  “están abiertas todas las opciones”, se viene abajo; la decisión de sus instituyentes y pagadores es empaquetarlo de nuevo con la asesoría directa de Kimberly Breier y el látiguillo de Eliott Abrams “el tiempo del diálogo ha terminado”. Claro es, que esta dimensión del asunto supera las minucias domésticas de si el gobierno revolucionario encarcela o no a Matos.

Antes de su viaje a Caracas, la Subsecretaria de Estado y formadora de agentes de la CIA  lo somete a un curso propedéutico sobre el compromiso que había aceptado, le mostró el escenario factible de su soledad y los alcances de su función de “líder único”. Esa lluvia de ideas es reforzada por los impactos que resultan de un “breve encuentro con Macri”; del “recibimiento informal” de Bolsonaro, el canciller brasileño Hamilton Mourao ya había declarado «Que yo sepa, nadie está apostando por una salida militar”; de la imposibilidad de visitar a Perú porque Néstor Popolizio (ministro de relaciones exteriores) manifiesta “que la intervención militar nunca fue una opción; del intercambio express con analistas para calibrar el bloqueo de Rusia y China a “las expectativas de EEUU” relacionadas con el Consejo de Seguridad; así como de la propuesta de diálogo de la Unión Europea y el cortocircuito de una alianza de 60 países como alternativa al  “cerco diplomático” y al estrangulamiento financiero-comercial-económico redimensionado por el imperio.

En ese contexto, la señora Bachelet es presionada para que  condene a Venezuela y al presidente Nicolás Maduro por violación de los derechos humanos. Entonces, el chavismo no puede equivocarse, enfatizamos de modo alguno y en ningún caso. Matos entró por Maiquetía, no fue objeto de “una respuesta rápida” y los EEUU congelaron la suya. Así avanzan el gobierno revolucionario y las fuerzas socialistas de la patria  por los bordes de una guerra civil y en el marco riesgoso de una intervención militar. En ese tope, con firme voluntad pulsamos un contragolpe absoluto, asumiendo que la política manda al fusil aún en la situación de conflicto bélico pacientemente eludida, esperanzadoramente no deseada, pero con ética de la responsabilidad jamás descartada.

También te puede interesar

Deja tus comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *