"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Crimen, Publicidad y Demagogia: Las Amenazas a la Lengua

Según Juan Villoro

Un día algunas palabras comienzan a desaparecer, pero no lo hacen solas: las buscan extinguir, controlar o privatizar unos señores serios que prefieren hacer negocio con ellas mientras aprovechan para, de paso, controlar la imaginación de las personas.

Estos enemigos de palabras como rebeldía o verdad tienen aliados voluntarios e involuntarios que están, en los hechos, conformes con su esfuerzo por alejar el libre uso del lenguaje de las mayorías, de los campesinos, los panaderos, los zapateros, los mecánicos.

Un niño valiente pero tímido, un niño pobre obligado a trabajar para llevar dinero a la casa, aconsejado por escritores, ilustradores y profesores, emprenderá una aventura, con ayuda del profesor Zíper y otros aliados, para averiguar qué pasa con estas desapariciones y, si se puede, devolverle al lenguaje su potencial popular y liberador.

Esta es, en términos generales, la trama de El profesor Zíper y las palabras perdidas, relato infantil publicado por el escritor mexicano Juan Villoro y la cuarta entrega de las aventuras de un inventor sui géneris, siempre tejiendo alianzas para sus aventuras.

Sputnik conversó con el autor de la historia, ilustrada por el monero y periodista Rafael Barajas El Fisgón, para indagar más en los propósitos, alcances y resonancias de la obra, editada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) de México en su clásica colección infantil «A la orilla del viento».

La consulta popular para preguntar a la ciudadanía si se debe emprender o no un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas de 1988 a 2018 por los expresidentes mexicanos Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, Ciudad de México, el 31 de julio de 2021 – Sputnik Mundo, 1920, 21.12.2021

Un aliado recurrente

Aunque ha escrito varios cuentos para niños, El profesor Zíper es el único personaje que reaparece continuamente en sus historias, comparte Villoro en videollamada.

«Él es un científico que resuelve enigmas y la ciencia te puede enfrentar a las más distintas circunstancias», platica y cuenta que, en La fabulosa guitarra eléctrica del profesor Zíper se aproxima al arte, en El té de tornillo del profesor Zíper reflexiona sobre el tiempo y en La cuchara sabrosa del profesor Zíper explora los placeres del buen comer.

«Cada unidad temática es diferente, son nuevos desafíos y me pareció muy interesante que este de El profesor Zíper y las palabras perdidas tuviera que ver con el lenguaje y el conocimiento, que son campos fascinantes no sólo para mí, sino para los niños, porque justamente están en la edad en la que todo depende del lenguaje y del conocimiento», dice.

La última publicación de literatura infantil del escritor mexicano Juan Villoro. – Sputnik Mundo, 1920, 28.07.2022 © Sputnik / Samuel Cortés Hamdan

Controlar a las palabras, hacer obedecer a las personas

Académicos de la lengua corrompidos por la vanidad, el poder, el dinero y el prestigio, poetas que odian el significado, profesores convencidos de que la letra con sangre entra y otros seres furiosos están detrás de la amenaza contra las palabras en la historia.

«El idioma tiene que ser vigilado: no podemos dejarlo en manos de irresponsables como tú», les dice a tres estudiantes el profesor Persuadido Útil.

Fuera de la literatura también existen estas amenazas contra la libertad de la lengua, entre las que figuran la política y el crimen organizado, dice Villoro.

«Una de ellas, por supuesto, la publicidad, que distorsiona el lenguaje, lo empobrece, lo banaliza, lo comercializa; la televisión y las telenovelas, que simplifican la lengua a niveles increíbles. Yo recuerdo una productora de televisión que decía, por ejemplo: ‘No se puede usar la palabra parafernalia, porque es demasiado complicada para los mexicanos'», cuenta Juan Villoro.

«El crimen organizado ha hecho que entre nosotros se incorporen muchas palabras que provienen del hampa y que normalizan sus actividades; los políticos, que a través de su demagogia, de las mentiras, de la posverdad, distorsionan el lenguaje; la tecnología, que nos obliga muchas veces en los chats a utilizar un lenguaje de palabras rotas, heridas, lastimadas, que comunican más allá, digamos, de la elocuencia que podrían tener», abunda.

Una manera de defenderse de estas amenazas de empobrecimiento se encuentra en la literatura, donde los grandes defensores del lenguaje son los poetas, considera el también novelista, cronista, traductor y columnista.

«Pero no todo mundo tiene acceso a ellos y este libro me gustaría que formara parte de la defensa colectiva que debemos hacer del idioma», señala uno de los autores más destacados de la intelectualidad mexicana.

«La lengua la creamos entre todos»

Basta escuchar a un zapatero, una cocinera, un plomero para acceder a un vocabulario especializado lleno de resonancias. Esto es muestra de que la lengua la creamos entre todos, asegura Juan Villoro.

«Sin embargo, muchas veces hay una concepción elitista de ella [de la lengua]. Te cuento una anécdota de Harvard: el gran escritor ruso norteamericano Vladímir Nabokov fue invitado a dar un curso de literatura y se opuso contundentemente a este curso el lingüista Roman Jakobson, que era un especialista en la lengua, era una especie de científico del lenguaje», rememora.

«Y dijo: ‘No podemos dejar a un elefante hablar de zoología’, o sea, lo que decía es que Nabokov era parte de una fauna, la fauna de los escritores, pero esa fauna no se podía explicar a sí misma, requería de otros especialistas», agrega y califica la visión de Jakobson como totalmente elitista.

Un error de quienes detentan el conocimiento es pensar que sólo ellos lo generan o pueden articularlo, señala el escritor, lo que lleva a posiciones clasistas.

También recuerda que, así como el lenguaje es una fuerza liberadora, también es un instrumento para ejercer dominio y como ejemplo basta pensar en la relación entre el español y las lenguas indígenas de América.

Francisco Hinojosa y Rafael Barajas, personajes

Entre los personajes que acompañan a los protagonistas de la historia, los niños Álex, Julia y Asdrúbal, figuran dos adultos, Rafael Barajas El Fisgón y Francisco Hinojosa, tocayos de profesionales de la literatura infantil en la llamada vida real.

Tanto Barajas es ilustrador del libro de Juan Villoro como Hinojosa es uno de los autores más atesorados de la colección infantil «A la orilla del viento», del FCE, además de que han trabajado juntos en varios títulos de literatura infantil.

Esta maniobra, explica el autor, busca aproximar a los niños lectores, por decirlo así, a la trastienda de la hechura de los libros, a los mecanismos reales que hacen posible la impresión de historias en papel y su distribución en ferias y librerías.

«Cuando yo era niño pensaba que todos los autores habían muerto, no consideraba que la literatura fuera algo vivo, pensaba que eran como los nombres de las calles de Polanco, que son autores que ya pertenecen al legado de la humanidad», ilustra Villoro.

«Entonces, me pareció importante que un escenario de la trama fuera la librería del Fondo de Cultura con los libreros de camiseta roja que le regalan libros a los niños. Yo he visto que lo hacen cuando un niño no tiene dinero para comprar un libro, y donde pueden entrar en contacto con un gran autor de cuentos infantiles, como Francisco Hinojosa, al cual adoran los niños», explica.

En la obra de Villoro, tanto en su parte escrita como en las imágenes de El Fisgón que la acompañan, aparece uno de los personajes más intimidantes y, al mismo tiempo, entrañables de la literatura infantil mexicana: la peor señora del mundo, protagonista de una de las historias más aplaudidas de Hinojosa.

La literatura a las calles

Uno de los eventos más constantes del libro de Juan Villoro es que sus personajes recorren los rincones de la zona metropolitana de la Ciudad de México y se reúnen con el cariño de los lectores en las periferias.

En comparación, el escritor considera que, si bien hay una gran literatura en México, existen muchos puentes rotos entre los autores y las audiencias, los lectores, los ciudadanos.

«La creatividad está ahí, hay grandísimos autores, muchos, y el tema es cómo llegan a la gente, si quieren o no estar con ellos y si pueden o no estar con ellos, yo creo que todos los escritores somos carteros que llevamos mensajes ajenos de un lugar a otro», contrasta.

«Así opera la cultura, pero esto no siempre se encuentra el camino de acceso, en parte porque no hay suficientes vías para lograrlo y en parte porque muchos autores están en su zona de confort, como ahora se le dice a la Torre de Marfil, y no quieren bajar con el pueblo con los demás», agrega.

Sin embargo, precisamente ve en la literatura infantil una oportunidad para la transmisión de cultura y sentido del humor mientras se fomenta el contacto con los lectores.

Fue el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, investigador del Templo Mayor que la civilización mexica irguió en el actual Centro Histórico de la Ciudad de México, quien le dijo a Villoro que comunicar el conocimiento es tan importante que generarlo, tras acumular más de cien charlas con el público en un año de trabajo.

Dedicatoria a María Moliner

El libro infantil más reciente de Juan Villoro está dedicado a María Moliner, autora del Diccionario de uso del español.

«A María Moliner, que hizo un maravilloso Diccionario mientras zurcía calcetines. No fue admitida en la Academia, pero mantuvo vivo el lenguaje. O mejor todavía: a María Moliner cuando era niña y jugaba con las palabras», se lee en las primeras páginas de la obra.

La especialista de las palabras, destaca Villoro, se interesó por la manera en que la gente usa las palabras, no tanto por su trazo genealógico, su etimología.

«Yo creo que ese es un gran criterio para definir la lengua y en esta parábola de El profesor Zíper y las palabras perdidas justamente se trata de demostrar que el verdadero del idioma es el pueblo, que nadie puede imponerlo por decreto», defiende.

Además, el ajuste en la dedicatoria a una María Moliner cuando era niña recuerda un gesto paralelo de el autor de El Principito, Antoine de Saint-Exupéry, quien al inicio de su historia piensa en su amigo León Werth cuando era niño.

Villoro estima que el arte, el juego y el deporte tienen que ver con conservar en la vida adulta el ímpetu de la infancia, si bien a la vez distingue que no todo lo infantil es bueno.

«La infancia es nuestra principal patrocinadora, lo más importante en la vida te ocurre antes de los 12 años y el niño es el padre del hombre, la madre de la mujer», apunta.

Defender las palabras perdidas, tarea colectiva

Acompañar en la vida fuera de la literatura al profesor Zíper y defender las palabras perdidas es una tarea colectiva importantísima, afirma Villoro.

En ese sentido, uno de los cambios culturales más importantes que ha vivido México en los últimos 50 años es, precisamente. la literatura infantil, en un panorama en el que han surgido autores, ilustradores, lectores, libreros, ferias del libro dedicadas al ramo, traductores, editores, etcétera.

«Ha sido una transformación impresionante de la que se habla poco porque todo lo infantil pasa un poco de noche en la discusión cultural, como si no fuera importante», critica.

No obstante estos avances, apunta Villoro, es necesario también multiplicar la actividad divulgativa de maestros, bibliotecas, padres leyendo con sus hijos, entre otras actividades.

«Es un campo muy amplio el que se tiene que desarrollar y yo creo que hay mucha gente haciendo esfuerzos pero no es la suficiente», añade.

«Es algo en que nos tenemos que involucrar todos para defender la lengua y para preservar la cultura, que al fin de cuentas la cultura es la mayor válvula de seguridad que tiene un país», evalúa

FUENTE SPUNTNIK

28.07.2022

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