Por Irán Aguilera y Matías Coronado
Un grupo de economistas y opinadores de oficio se han congregado en torno a una abstracción con la cual buscan clientela, de manera calculada bajo el emblema del chavismo.
A esta abstracción le han asignado un carácter de infalibilidad, y la anuncian como sí hubiesen sido poseídos de una razón todopoderosa.
Y aseguran que si los demás mortales la aceptamos apreciaríamos sus bondades salvadoras, porque ya su estado actual de latencia, perfecta, totalizante, les exige a ellos, a sus creadores, la total y absoluta adoración.
Los indexacionistas se la pasan haciendo profesiones de fe en la mediática corporativa y en las redes, no paran en la difusión de su artículo de fe.
En este ritual adornado de formas cientifistas no hay nada nuevo, no va más allá de la letanía: arrodíllate y creerás.
Para estar en estado, es suficiente con repetir, si césar, cierto número de pasos que indefectiblemente neutralizarían los efectos del ataque “al bolívar” y tendríamos un “mercado monetario sano”, sanito sanito. Diría el cantante aquel: “Ahí nomás”.
Para que los percibamos serios, se lustran con arabescos estadísticos que apalancan verdades predeterminadas. Que no guardan relación alguna con el análisis de las situaciones concretas.
Así ha funcionado siempre la liturgia de los elegidos que no saben que hay cosas que no saben-
Y también ha sido ha funcionado la política del insulto: los que no profesamos su fe económica de que la inflación se explica con base de la dogmática de la curva de la oferta y la demanda, somos neoliberales y monetaristas. Otra vez: ahí nomás, toma jabón pa’que laves.
El esquema de los indexacionistas funciona como un mecanismo automatizado: un primer impulso desencadena un movimiento perpetuo. Y claro está perfecto.
Esto es, sin fallas, residuos. Inmune al desempeño de los procesos económicos.
Luce que los indexacionistas están dotados de la verdad prefabricada que los dota de la capacidad de la que carecemos todos los mortales: ver exactamente que acontece mañana.
Según este artificio, dos pasos son milagrosos para indexar la economía del país, y así dotarnos de una economía suprema: establecer el Petro “una unidad de cuenta”, y “referenciar todas las expresiones monetarias al Petro”.
Solo eso ¡y listo el milagro!, arreglamos las disfuncionalidades del mercado cambiario y todo lo demás viene por sí mismo.
Así desaparecen o producen el milagro que subyace en esta sabiduría económica: el desequilibrio inherente de la relación entre la oferta y la demanda que es dinamizado por el látigo de la contrarrevolución, por laguerra híbrida del imperialismo, que no cesa, concentrada en la economía, en destruir las capacidades y potencialidades económicas de la Patria.
Los indexacionistas automatizados e interpelados por el proceso de recuperación de la economía venezolana, una victoria claro está del pueblo venezolano, de las fuerzas chavistas que nunca jamás somos antimaduristas, y de los innegables e irrefutables aciertos de la política económica que avanza el Presidente Maduro, ofrecen un relato económico idílico:la indexación y el Petro nos protegen de los ataques “imperiales al bolívar”
Esto es, claman que abandonemos la política que ha asegurado la recuperación económica y permitido superar la oleada hípernflacionaria.
Es como exigir más que demasiado.
09-09-22.
Un comentario
El artículo es un despliegue de metáforas e ironías mordaces; ripios y galimatías, donde no es posible encontrar algún señalamientos de Fondo acercar de lo que se pretende atacar, que pudiera dar posibilidad a un debate serio y sincero sobre tan importante y serio tema.