De mirada serena y
profunda, Piedad la de los
ojos grandes que miraban
piadosos, la del turbante de
colores vivos sensuales,
retadores.
Piedad ante la barbarie, la ignominia,
humano ruego que provenía de su nombre de
guerrera incansable.
Medellín tuvo la dicha de ser su cuna y allí
emprendió Piedad su andar amoroso por
esta humanidad endeudada que nada le debe
y le debe de todo.
Endiosada Piedad de este trópico
maravilloso que despliega sus alas llevándola
consigo hacia un destino cierto.
Piedad la del bolero y vallenato, de la cumbia
y mambuco colombiano, la militante activa,
hija predilecta de la Paz.
Piedad del negro, del indio, de los pobres y
humildes, toda ella piadosa en torrente de
amor como su río Magdalena rumbo a
Macondo buscando al mago Malequías.
Angelical Piedad que besa la tierra sagrada
de sus ancestros aborígenes que ahora la
llevan en cortejo alegre a la cima del Tepuy
mágico de nuestros dioses terrenales.
Nos queda tu piedad mujer grandiosa,
heroína incansable y tenaz, ejemplo
universal que la Pacha Mama siembra para
parir hijos como tú, Piedad Córdoba, Madre
del Alma impoluta.
San Cristóbal. Táchira, 21 de enero de 2024