"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

La Historia de la Asociación Internacional de los Trabajadores. A Través De Sus Congresos Y Programas

El inicio del camino

El 28 de septiembre de 1864, la sala del St. Martin’s Hall, un edificio situado en el corazón de Londres, estaba repleta de gente.

A llenarla, habían concurrido alrededor de 2.000 trabajadores y trabajadoras, para escuchar el “comicio” de algunos dirigentes sindicales ingleses y de un pequeño grupo de obreros del continente.

Los organizadores… aspiraban a la construcción de un lugar de discusión internacional en el cual fuese posible examinar las principales problemáticas relacionadas con los trabajadores. No consideraron la hipótesis de fundar una organización verdadera y propia, como instrumento de coordinación de la iniciativa sindical y política de la clase obrera.

Igualmente, su ideología fue marcada en el comienzo más por reclamos ético-humanitarios, como la igualdad entre los pueblos y la paz mundial, que por el conflicto entre clases y por objetivos políticos concretos. No obstante, a partir de ella se conformó el punto de referencia para todas las organizaciones sucesivas del movimiento obrero, en el cual tanto los reformistas como los revolucionarios se sentirían inmediatamente representados: la Asociación Internacional de los Trabajadores.

En un lapso breve de tiempo, suscitó pasiones en toda Europa. Hizo de la solidaridad de clase un ideal compartido y despertó las conciencias de una gran masa de mujeres y hombres. Gracias a la Internacional, el movimiento obrero pudo comprender con mayor claridad los mecanismos de funcionamiento del modo de producción capitalista, pudo adquirir mayor conciencia de su propia fuerza y logró desarrollar nuevas y más avanzadas formas de lucha. Como contrapartida, en las clases dominantes, la noticia sobre la fundación de la Internacional provocó horror.

Las organizaciones obreras que fundaron la Internacional eran muy diferentes entre sí. El centro motor fue el sindicalismo inglés. Y sus dirigentes… estaban interesados sobre todo en cuestiones de carácter económico. Luchaban por la mejora de las condiciones de los trabajadores sin poner en discusión el capitalismo. Por lo tanto, concibieron la Internacional como un instrumento que podía colaborar en la consecución de su objetivo…

Otra rama significativa de la organización, por mucho tiempo dominante en Francia, fue la de los mutualistas. Seguidores de las teorías de Pierre-Joseph Proudhon, se oponían a cualquier tipo de participación política y estaban en contra de la huelga como instrumento de lucha. Defensores de un sistema cooperativo sobre una base federal, sostenían que era posible modificar el capitalismo mediante un acceso equitativo al crédito…

Junto a estas dos tendencias, númericamente mayoritarias, el tercer grupo, por orden de importancia, eran los comunistas, reunidos alrededor de la figura de Karl Marx, y activos, con pequeñas agrupaciones en una esfera de influencia muy circunscripta, en algunas ciudades alemanas o suizas, así como en Londres… se oponían al sistema de producción existente y reivindicaban… la acción política para revertirlo.

Entre las filas de la Internacional, en el momento de su fundación, había también otros componentes que no mantenían relación alguna con la tradición socialista. Entre ellos estaban algunos núcleos de exiliados de los países del este de Europa, inspirados por concepiones vagamente democráticas, y los partidarios del pensamiento interclasista de Giuseppe Mazzini. Completaban el cuadro de la organización, generando un equilibrio aún más complejo, los diversos grupos de trabajadores franceses, belgas y suizos que adhirieron a la Internacional aportando las teorías más diferentes y confusas, entre ellas algunas inspiradas en el utopismo.

La empresa política que logró hacer convivir todas estas almas en la misma organización y, además, con un programa muy distante de las posturas iniciales de cada una de ellas, fue indiscutiblemente obra de Marx… sin su protagonismo, se habría hundido rápidamente en el olvido,… Fue Marx el que le dio una clara finalidad a la Internacional. Fue Marx el que realizó un programa político no excluyente, si bien firmemente de clase… El alma política de su Consejo General fue siempre Marx, quien redactó casi todas las resoluciones principales y compiló casi todos los reportes preparatorios para los congresos…

La formación de la Internacional

La discordancia temporal entre los principales sucesos organizativos y políticos de la Internacional vuelve compleja la reconstrucción cronológica de su historia. Desde un punto de vista organizativo, las fases más importantes atravesadas por la Asociación fueron: I) su nacimiento (1864-1866), es decir, desde la fundación hasta el primer congreso (Ginebra, 1866); II) su expansión (1866-1870); III) su giro revolucionario y la represión que siguió a la Comuna de París (1871-1872); y IV) la separación y la crisis (1872-1877). Desde el punto de vista del choque político, en cambio, las fases principales de la Internacional fueron: I) el debate inicial entre los varios componentes y la construcción de sus fundamentos teóricos (1864-1865); II) el conflicto por la hegemonía entre colectivos y mutualistas (1866-1869); y III) el choque entre centralistas y autonomistas (1870-1877).

… En el transcurso de su primer año de vida, el Consejo General efectuó una prolífica actividad de divulgación de los principios políticos de la Internacional que contribuyó a ampliar el horizonte de la Asociación por encima de la esfera de cuestiones meramente económicas…

Entre el 3 y 8 de septiembre de 1866, la ciudad de Ginebra acogió el Primer Congreso de la Internacional. Participaron 60 delegados de Inglaterra, Francia, Alemania y Suiza. La organización llegó a este encuentro con un balance muy positivo, después de haber reunido bajo su bandera, sólo dos años después de su fundación, a más de un centenar de pequeños sindicatos y organizaciones políticas. Los participantes de la conferencia se dividieron en dos bloques principales. El primero, que estaba integrado por delegados de los británicos, por los pocos alemanes presentes y por la mayoría de los suizos, siguió las directrices del Consejo General redactadas por Marx, quien estuvo ausente en Ginebra. El segundo bloque, del que formaban parte los franceses y los suizos de habla francesa, estaba integrado por los mutualistas.

En ese momento, la Internacional era una organización en la que prevalecían las posiciones moderadas. Los mutualistas, de hecho, liderados por el parisino Henri Tolain, prefiguraban una sociedad en la que el trabajador sería a la vez productor, capitalista y consumidor. A su juicio, la concesión de crédito gratuito era la medida decisiva para transformar la sociedad; se oponían al trabajo femenino, condenado desde un punto de vista moral y social; y se oponían también a cualquier interferencia del Estado en materia de relaciones del trabajo (incluyendo la reducción legal de la jornada de trabajo a ocho horas), pues estaban convencidos de que pondría en riesgo las relaciones privadas entre el trabajador y el patrón, y de que fortalecería el sistema existente.

A pesar de la fuerza numérica de los franceses, los dirigentes del Consejo General presentes en el congreso lograron frenar a los mutualistas y adquirir, sobre la base de las deliberaciones elaboradas por Marx, algunos resultados favorables con respecto a la importancia del sindicato y de la intervención del Estado.

Las huelgas, la expansión y la derrota de los mutualistas

A finales de 1866, las huelgas se intensificaron en muchos países europeos. Organizadas por grandes masas de trabajadores, contribuyeron… se convirtieron en el motor de una nueva e importante temporada de luchas.

En contraste con el argumento presentado por algunos gobiernos de la época, que señalaba a la propaganda de la Internacional como responsable de las huelgas, la mayoría de los trabajadores que participaron en ellas ni siquiera estaba al tanto de su existencia. Las protestas se originaron debido a las dramáticas condiciones de trabajo y de vida que los trabajadores se veían obligados a soportar. Estas movilizaciones representaron el primer momento de encuentro y de coordinación con la Internacional, que las apoyó con proclamas y llamados de solidaridad, organizó colectas de dinero para los huelguistas y promovió reuniones para bloquear las tentativas de las patronales tendientes a debilitar la resistencia.

… debido al papel concreto que desempeñó la Internacional que los trabajadores comenzaron a reconocerla como un lugar de defensa de sus intereses comunes y a querer afiliarse a ella. La primera gran batalla ganada gracias a su apoyo fue la que libraron los trabajadores del bronce en París, cuya huelga duró desde febrero a marzo de 1867…. En cada una de ellas, el guion se repitió de forma idéntica: se hizo una colecta de dinero en apoyo de los huelguistas, impulsada por los trabajadores de otros países, con el acuerdo de que estos últimos no aceptaran un trabajo que los degradara a la condición de mercenarios… Tras el éxito de estas luchas, cientos de nuevos miembros se unieron a la Internacional en las ciudades donde se habían realizado las huelgas. Como afirmó el miembro del Consejo General Eugène Dupont: «no es la Asociación Internacional de los Trabajadores la que empuja [a los obreros] a la huelga, sino que [es] la huelga la que los empuja a los brazos de la Asociación Internacional de los Trabajadores».

Desde 1867 en adelante, fortalecida por estos logros… por el aumento de la cantidad de militantes y por una estructura organizativa más eficiente, la Internacional avanzó en todo el continente…

Este fue el escenario que precedió al Congreso de 1867. Se celebró de nuevo en Suiza, pero esta vez en la ciudad de Lausana, del 2 al 8 de septiembre. Asistieron 64 delegados de 6 países (en esta ocasión se hicieron presentes representantes de Bélgica y de Italia). Entre ellos había una fuerte presencia de los mutualistas, quienes impusieron en la agenda del Congreso  temas… proudhonianos, tales como el debate acerca del movimiento cooperativo y acerca del uso alternativo del crédito. Su oposición a la socialización de la propiedad de la tierra…  la discusión más a fondo sobre el tema se aplazó hasta el Congreso siguiente.

Los mutualistas fueron durante cuatro años la parte más moderada de la Internacional. Los sindicalistas ingleses, aun no compartiendo las posiciones… de Marx, no tuvieron el efecto de lastre de los seguidores de Proudhon con respecto a las (decisiones) de la organización.

Ahora bien, antes que Marx, los que volvieron marginal la doctrina de Proudhon en la Internacional fueron los propios trabajadores. Fue, sobre todo, la proliferación de huelgas lo que convenció a los mutualistas de cuán erróneas eran sus concepciones… las luchas proletarias… les mostraron que la huelga era la respuesta inmediata y necesaria para mejorar las condiciones existentes… las mujeres y los hombres de carne y hueso… pararon la producción capitalista exigiendo derechos y justicia social…cambiaron el equilibrio de poder en la Internacional y, lo que es más significativo, en la sociedad…. en definitiva, el movimiento obrero el que demostró, contradiciendo a Proudhon, que era imposible separar la cuestión económico-social de la cuestión política.

El Congreso de Bruselas, celebrado entre el 6 y 13 de septiembre de 1868, con la presencia de 99 delegados de Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania, España y Bélgica (con 55 representantes), sancionó la redimensión de los mutualistas. El momento culminante fue el pronunciamiento a favor de la propuesta, hecha por César De Paepe, de socializar los medios de producción. La resolución votada representó un paso decisivo en el proceso de definición de las bases económicas del socialismo. Esto constituyó una victoria importante del Consejo General y por primera vez se incluyeron principios socialistas en el programa político de una gran organización del movimiento obrero.

Si el Congreso de Bruselas fue la base de la cual partió el giro colectivista de la Internacional, el del año siguiente, celebrado entre el 5 y el 12 de septiembre en Basilea, terminó de confirmarlo. Los participantes del congreso fueron 78… vinieron de Francia, Suiza, Alemania, Inglaterra y Bélgica España, Italia y Austria, e incluso también se contó con la presencia de un representante del Sindicato Nacional del Trabajo de Estados Unidos. .. El nuevo texto declaraba que «la sociedad tiene el derecho de abolir la propiedad individual de la tierra y dárselo a la comunidad» y fue también aprobado por los delegados franceses.

El Congreso de Basilea tuvo también otro hecho interesante: la participación del diputado Míjail Bakunin… después de haber derrotado a los mutualistas y al fantasma de Proudhon, Marx se vio, desde ese momento, en la situación de enfrentar a un rival aún más duro; uno que conformó una nueva tendencia dentro de la organización —el anarquismo colectivista— ….

El desarrollo en toda Europa y la Comuna de París

El período comprendido entre finales de los años sesenta y principios de los setenta fue el escenario de numerosos conflictos sociales. Durante esta etapa, muchos de los trabajadores que participaron en las protestas exigieron el apoyo de la Internacional… A pesar de las limitaciones de medios y recursos, el Consejo General nunca dejó de responder a las peticiones que le llegaban, activándos a través de la redacción de llamados a la solidaridad dirigidos a todas sus secciones en Europa y organizando colectas de fondos.

El año de 1869 fue para la Internacional un período de significativa expansión en toda Europa.

En este escenario de expansión universal, aunque marcada por contradicciones evidentes y por el avance desigual de desarrollo en los distintos países, la Internacional se aprontaba a celebrar su quinto congreso en septiembre de 1870. La Guerra Franco-Prusiana que estalló el 19 de julio 1870 obligó, sin embargo, a suspender el congreso. El estallido de una guerra en el centro de Europa impuso a la Internacional una prioridad absoluta: ayudar al movimiento obrero a expresar una posición independiente y distante de la retórica nacionalista de la época.

Tras la captura de Bonaparte, derrotado por los alemanes en Sedan el 4 de septiembre de 1870, se proclamó en Francia la Tercera República. Le siguió un armisticio basado en las condiciones impuestas por Bismarck, que desencadenó el llamado a elecciones y la posterior designación de Adolphe Thiers a cargo del poder ejecutivo…. La clara perspectiva de un gobierno que no llevaría a cabo ninguna reforma social provocó la sublevación de los parisinos. Ésta finalizó con la expulsión de Thiers y el nacimiento, el 18 de marzo, de la Comuna de París, el acontecimiento político más importante en la historia del movimiento obrero del siglo XIX.

… la Internacional no instó a los parisinos a la insurrección, como tampoco ejerció una influencia decisiva en la Comuna de París. A partir de ese momento, sin embargo, estuvo en el ojo de la tormenta. El giro violento que tomó la Comuna de París, y la furia de la brutal represión desatada por todos los gobiernos europeos, no impidieron que la Internacional aumentara sus propias fuerzas. Si bien se vio atacada con frecuencia por las calumnias que sus adversarios escribían en su contra, la «Internacional» se convirtió, en este período, en una palabra conocida por todos. En las bocas de los capitalistas y de la clase burguesa, fue sinónimo de amenaza al orden establecido; pero, para las obreras y los obreros, significó la esperanza de un mundo sin explotación y sin injusticia. La confianza en que era posible lograrlo aumentó después de la Comuna de París. Ella le dio vitalidad al movimiento obrero, lo instó a tomar posiciones más radicales y a intensificar la militancia. París mostró que la revolución era posible, que el objetivo podía y debía ser la construcción de una sociedad radicalmente diferente de la capitalista y también que, para lograrlo, los trabajadores tendrían que dar vida a formas de asociación política estables y bien organizadas.

La crisis de la Internacional

En este escenario que no favorecía la convocatoria de un nuevo Congreso, a casi dos años del último, el Consejo General decidió organizar una conferencia en la ciudad de Londres. Tuvo lugar entre el 17 y 23 de septiembre y contó con la presencia de 22 delegados que vinieron de Inglaterra, Irlanda, Bélgica, Suiza y España, a los que se sumaron también los exiliados franceses.

La decisión más importante que se tomó durante el Congreso, y por la cual se lo recuerda, fue la aprobación de la resolución sobre «la acción política de la clase obrera « (resolución IX). En el texto aprobado… se afirmaba: que la clase obrera, contra este poder colectivo de las clases poseedoras, puede actuar como clase solo cuando se constituye como un partido político autónomo, contrapuesto a todas las viejas formaciones partidarias de las clases poseedoras…

Si el Congreso de Ginebra de 1866 había señalado la importancia del sindicato, la Conferencia de Londres de 1871 definió la otra herramienta de lucha fundamental del movimiento obrero: el partido político…

… Marx se sorprendió cuando, en 1872, emergieron desde muchos frentes signos de descontento y de rebelión contra su línea política….

La batalla final se desató a fines del verano de 1872. Después de los acontecimientos que durante tres años alteraron el curso de su historia —la Guerra Franco-Prusiana, la violenta represión que siguió a la Comuna de París y los numerosos conflictos internos— la Internacional pudo finalmente celebrar otro congreso. Su quinto Congreso General se llevó a cabo en La Haya, entre el 2 y el 7 de septiembre. Participaron 65 delegados en representación de más de 14 países (Francia, Alemania, Bélgica, Inglaterra, España, Suiza, Holanda, Austria-Hungría, Dinamarca, Irlanda, Hungría, Polonia, Portugal y Australia)… el congreso de 1872 fue sin duda el más representativo de la historia de la Internacional. La importancia decisiva del evento llevó a Marx a asistir en persona.

 

La decisión más importante tomada en La Haya fue la inclusión de la resolución IX del Congreso de Londres en los estatutos de la Asociación. La lucha política fue finalmente considerada una herramienta necesaria para la transformación de la sociedad: «puesto que los señores de la tierra y del capital hacen uso de sus privilegios políticos para defender y perpetuar su monopolio económico y esclavizar el trabajo, la conquista del poder político se convierte en el gran deber del proletariado».

En 1872, la Internacional era, por lo tanto, muy diferente a lo que había sido en el momento de su fundación.

La configuración inicial de la Internacional había sido superada y su misión original había terminado. Ya no se trataba de buscar predisposición y de coordinar iniciativas de solidaridad en apoyo de las huelgas a escala europea, ni de celebrar congresos para discutir la utilidad de las organizaciones sindicales o la necesidad de socializar la tierra y los medios de producción. Estas cuestiones se habían convertido en el patrimonio colectivo de todos los componentes de la organización. Después de la Comuna de París, el verdadero reto para el movimiento obrero era la revolución, o cómo organizarse para poner fin al modo de producción capitalista y derrocar las instituciones del mundo burgués.

Durante el Congreso de La Haya se sucedieron diversas votaciones, que despertaron fuertes polémicas..  Marx… a partir de entonces ya no formó parte del Consejo General… antes que verla caer en las manos de sus adversarios y ser testigo de su mutación en una organización sectaria. La muerte de la Internacional era altamente preferible a la perspectiva de una lenta y costosa lucha fratricida…

Aquello que volvió obsoleta la Internacional fueron los grandes cambios que ocurrieron fuera de ella. El crecimiento y la transformación de las organizaciones del movimiento obrero, el fortalecimiento de los Estados nacionales, la ampliación de la Internacional en países como España e Italia, caracterizados por condiciones económicas y sociales muy diferentes a las de Inglaterra y Francia (en donde había nacido la Asociación), el definitivo giro moderado del sindicalismo inglés y la represión que siguió a la caída de la Comuna de París: todos estos factores actuaron de forma concomitante para transformar la configuración original de la Internacional en una inadecuada para las cambiantes condiciones históricas del momento.

La nueva Internacional

En 1872, la Internacional que había nacido en 1864 dejó de existir. La gran organización que durante ocho años había sostenido con éxito numerosas huelgas y luchas, forjado un programa teórico anticapitalista y ramificado su presencia en todos los países europeos, implosionó luego del Congreso de La Haya. Sin embargo, su historia no acabó con la partida de Marx. En su lugar surgieron dos reagrupamientos de fuerzas, pero más pequeños y sin la capacidad proyectual ni la ambición política de la Internacional. El primero estaba compuesto por los «centralistas», es decir, por la parte mayoritaria del último congreso, que bregaba por una organización dirigida políticamente por un Consejo General. El segundo estaba formado por los «autonomistas», o la minoría, que consideraba que las secciones gozabán de absoluta autonomía en la toma de decisiones.

La organización «centralista» se mantuvo operativa solo en algunos pocos países, su vida fue corta y no produjo ninguna elaboración teórica; los autonomistas, por el contrario, continuaron siendo durante unos años, una realidad concreta y sin dudas más activa. Su último congreso se celebró en Verviers, en septiembre de 1877, con la presencia de 22 delegados… todos ellos pertenecían a la tendencia anarquista. El resto de las corrientes se reunió en la ciudad de Gante con motivo del Congreso Socialista Universal, el mayor encuentro jamás realizado entre las organizaciones del movimiento obrero. Incluso la Internacional autonomista, que solo había mantenido una base popular en España, había también concluido su ciclo. La superó la creciente toma de conciencia, que se extendió en casi todo el movimiento obrero europeo, sobre la importancia absoluta de participar en la lucha política con organizaciones partidarias. El final de la experiencia autonomista también selló el ocaso de la relación entre anarquistas y socialistas, quienes, a partir de ese momento, vieron cómo sus caminos se separaban definitivamente.

En las décadas subsiguientes, el movimiento obrero adoptó un programa socialista, se expandió primero en Europa y luego en todos los rincones del mundo y construyó nuevas estructuras de coordinación supranacional. Cada una de éstas, además de conservar el nombre (por ejemplo, la Segunda Internacional de 1889-1916 o la Tercera Internacional de 1919-1943), mantuvo los principios y las enseñanzas de la «primera» Internacional. De esta manera, su mensaje revolucionario reveló su extraordinaria fertilidad, generando con el correr del tiempo resultados todavía mejores que los conseguidos durante su existencia.

La Internacional dejó impresa en las conciencias de los proletarios la convicción de que la liberación del trabajo respecto del yugo del capital no podía lograrse dentro de los límites de un solo país, sino que se trataba de una cuestión global

Un abismo separa las esperanzas de ese tiempo de la desconfianza en el presente; la determinación antisistémica de aquellas luchas y la subordinación ideológica contemporánea; la solidaridad que construyó el movimiento obrero de entonces y el individualismo actual, producto de las privaciones y de la competencia del mercado; la pasión por la política de los trabajadores que se reunieron en Londres en 1864 y la resignación y la apatía que hoy prevalecen.

No obstante, en una época en la que el mundo del trabajo se ve obligado a soportar condiciones de explotación similares a las del siglo XIX, el proyecto de la Internacional recobra ahora una importancia extraordinaria. Detrás de cada injusticia social, en cada lugar donde se pisotean los derechos de las trabajadoras y los trabajadores, germina la semilla de la nueva Internacional.

La barbarie del «orden mundial» actual, los desastres ecológicos producidos por el modo de producción vigente, la brecha inaceptable entre la riqueza de una minoría de explotadores y el estado de indigencia en el que están sumidos cada vez más amplios sectores de la población, la opresión de género, los nuevos vientos de guerra, el racismo y el chovinismo exigen al movimiento obrero que se reorganice con urgencia a partir de dos características de la Internacional: la versatilidad de su estructura y el radicalismo de los objetivos a alcanzar. Las metas de la organización nacida en Londres, hace más de 150 años, son hoy más actuales que nunca. Para estar a la altura de los desafíos del presente, sin embargo, la nueva internacional no podrá prescindir de dos requisitos fundamentales: ser plural y anticapitalista.

Fuente: Revista Jacobin

  • Este texto es un extracto de la introducción del volumen ¡Trabajadores del mundo, uníos!: Antología política de la Primera Internacional (Bellaterra, 2022).
  • Artículo editado por Red Angostura

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