Un 24 de abril se nos marchó Eleazar; para sus amigos más respetuosos «el Profesor Díaz Rangel». Lo conocí en una reunión clandestina en la década del 60 y con ese encuentro nació mi respeto y la admiración para alguien que siempre me imaginé militaría en el partido de Bertolt Brech, ese de los imprescindibles, el de toda la vida. No lo vi más, por muchos años pasó a ser una referencia en la vida militante que entusiasmaba las veces que lo nombraban director-presidente de la CELAP. Fue dirigente del P.C.V., dirigente del M.A.S. y se nos fue con el morral de Chávez en el lomo, portador de una conciencia crítica, de la verdad pública de una guerra que la comenzó el imperio, y que no se trata de tiros para allá ni tiros para acá. La guerra ya comenzó y tú la viviste y la combatiste entre tanta miseria humana y una oposición fascista. Hoy la gente mira con envidia y con orgullo de lo que fue tu vida.
Ambos tuvimos cosas en común por ejemplo, una vez hablamos, nos decíamos amigos de Julios Fusick: «por la alegría vivo, por la alegría muero que nunca la tristeza sea unida a mi nombre».
Ve a desandar las estrellas.
Tu amigo…
David Nieves