"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Cinco tesis sobre la oposición venezolana

Tesis 1

La oposición al chavismo nació con el germen de la trampa, del engaño, del oportunismo. Y con el germen de la traición.

En 1998, ante el indetenible empuje de la candidatura de Hugo Chávez, se decide separar las elecciones: en noviembre se harían las del Congreso, gobernaciones y asambleas legislativas estadales; en diciembre las presidenciales. Esta decisión fue tomada «por la mayoría parlamentaria del momento, mediante una reforma de la Ley Orgánica del Sufragio y de la Participación Política, por razones de mera oportunidad política circunstancial», como señala Boris Bunimov Parra en Los votos y sus cuentas, ensayo que hace parte del libro Venezuela siglo XX. Visiones y testimonios, publicado por la Fundación Polar en el año 2000 (negritas añadidas a la cita). Explica Bunimov Parra que los objetivos eran evitar que el apoyo a Hugo Chávez se tradujera en victorias de las candidaturas chavistas al Congreso, gobernaciones y asambleas legislativas (el «efecto portaaviones») y que «la votación de noviembre tuviese como efecto una compactación de las fuerzas adversas a la candidatura de Hugo Chávez, alrededor del abanderado del partido no chavista más votado».

Los objetivos se cumplieron parcialmente. Las candidaturas del chavismo, agrupadas en el Polo Patriótico, obtuvieron triunfos modestos o discretos, en comparación con el apoyo que recibía Hugo Chávez. Pero no se logró una candidatura unitaria para oponérsele. Con el desespero en el cuerpo y a pocas semanas de las elecciones presidenciales, los partidos que habían hegemonizado la política venezolana durante cuarenta años decidieron traicionar a sus candidatos y traicionarse a sí mismos. AD le retiró el apoyo a Luis Alfaro Ucero y COPEI a Irene Sáez, asumiendo en ambos casos la candidatura de Salas Römer (Proyecto Venezuela), aún cuando ya habían vencido los lapsos legales para la sustitución de candidaturas. Alfaro Ucero y Sáez se negaron a retirarse de la contienda; AD y COPEI llamaron a sus militantes a votar por el candidato de Proyecto Venezuela. Todo sería en vano.

 

Tesis 2

En su confrontación con el chavismo, la oposición ha escogido sistemáticamente la vía militar, la salida de fuerza, para tratar de alcanzar el gobierno. Contrario a lo que cabría esperar, las continuas derrotas en este campo no le han hecho desistir.

Como dicen los mexicanos, la oposición ha querido ponerse a las patadas con Sansón. Y le ha ido muy mal, por supuesto. Querer enfrentar a un movimiento (primero un gobierno, pero luego devenido en movimiento: el chavismo) surgido bajo las premisas del pensamiento estratégico militar, armada solamente con la soberbia y la arrogancia de su dirigencia (transmitida, vía socialización política, a su base de apoyo social como se muestra más abajo) y poniendo en práctica únicamente movimientos tácticos (golpe de 2002, sabotaje petrolero, militares de Plaza Altamira, referéndum revocatorio, retirada de las elecciones, guarimbas, boicot y guerra económica, autoproclamación, sabotaje eléctrico…) sólo podía auspiciar derrotas y es lo que la oposición ha conseguido.

 

Tesis 3

La oposición al chavismo se ha querido mostrar siempre como un bloque monolítico de partidos democráticos. La realidad dista mucho de ese posicionamiento mediático.

Primero fue la Coordinadora Democrática (CD); más recientemente, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Los intentos de la oposición durante el chavismo de lograr la unidad de todos los partidos políticos que la conforman han sido infructuosos. La MUD corrió la misma suerte que la CD y desde hace por lo menos un año no existe ninguna instancia que intente coordinar a los cerca de 30 partidos que hay en la oposición. Muy pocos de ellos tienen representación parlamentaria en la AN. Las ideologías de estos partidos van desde el marxismo-leninismo de Bandera Roja y el sindicalismo de La Causa Radical, por ejemplo, a la democracia cristiana de COPEI y Proyecto Venezuela, pasando por la socialdemocracia de AD, Alianza Bravo Pueblo y Un Nuevo Tiempo o el “progresismo” de Voluntad Popular, Avanzada Progresista y Primero Justicia (humanismo/progresismo).

Ya lo habían advertido Lipset, Sartori, Mainwaring y demás estudiosos de los sistemas de partidos: los sistemas multipartidistas tienden a la inestabilidad, especialmente cuando alguno o algunos de ellos son partidos antisistema. En el caso de Venezuela, la CD y la MUD han actuado como entes coordinadores, pero no como suprapartidos. Cada partido hace su vida y toma sus decisiones por separado, sin rendirle cuentas a ninguna instancia superior, lo que dificulta los acuerdos. Las acciones violentas vividas en Venezuela los últimos años han estado protagonizadas principalmente por militantes de partidos o grupos radicales de ambos lados del espectro ideológico: Bandera Roja, por la izquierda, y Voluntad Popular, por la derecha. Los demás partidos han tenido una participación menos destacada, aunque ninguno de ellos ha condenado clara y tajantemente el uso de la violencia con fines políticos ni se ha desmarcado de los elementos violentos. Por el contrario, su discurso ambiguo —en el mejor de los casos— ha servido como justificación y acicate para mantener la ola de protestas violentas. En la más reciente crisis que vive Venezuela, desde la autoproclamación de Juan Guaidó,  la vanguardia la ha asumido Voluntad Popular, mientras los demás partidos permanecen en un extraño silencio.

 

Tesis 4

Las muestras de intolerancia, la desconfianza hacia el sistema electoral, el desconocimiento de los resultados electorales y, en general, la poca valoración de la democracia que muestra la parte de la población que apoya a los sectores de oposición son actitudes cónsonas con la prédica de sus líderes y dirigentes.

Enseñan en las escuelas de ciencia política con respecto a la socialización política y el papel de los partidos lo siguiente: en primer lugar, que son éstos [los partidos] unos de los principales agentes de socialización política; en segundo lugar, que una de las más importantes funciones de los partidos es la de socialización política. Norberto Bobbio la define como «los procesos políticos en relación a los cuales los miembros de una sociedad aprenden a hacer propios principios, normas, valores, modelos de comportamiento directa o indirectamente relevantes para los fenómenos políticos». ¿Alguien podría extrañarse de que Guaidó, Guevara, Pizarro, Requesens, Goicochea y demás líderes jóvenes de la oposición tengan una especial preferencia por el uso de la violencia si desde 2007 fueron alentados a utilizar esta vía por la dirigencia tradicional de los partidos venezolanos?

Por otro lado, a pesar de que sus técnicos presencian y participan activamente en todas y cada una de las auditorías que se le hacen al sistema electoral, avalando con sus firmas el funcionamiento correcto de cada componente, máquina, instrumento y programa, la oposición se ha negado sistemáticamente a reconocer los resultados electorales. No es casual que los índices de desconfianza hacia el sistema electoral y las instituciones electorales que muestran las encuestas sean especialmente altos entre el electorado opositor. Tampoco es casual lo que le sucedió a Orlando Figuera en medio de las guarimbas de 2017.

 

Tesis 5

La actual oposición venezolana camina inexorablemente hacia su derrota definitiva. Sólo lo evitará que vuelva a la senda democrática y la competencia electoral.

Sólo el apoyo descarado y grosero del gobierno de los EEUU es lo que mantiene aún con aires la opción del autoproclamado Guaidó. Más que apoyo, diríamos más bien la tutela, el manejo directo. La oposición venezolana luce hoy con escasa y en muchos casos nula presencia en las instituciones, una palpable desorganización, sin militantes y simpatizantes, sin programa, sin presencia en las comunidades, con un liderazgo cada día más cuestionado por sus propias bases (lo que se refleja en sus convocatorias). Desde este espacio hemos querido hacer valer las razones para una política en la que primen el diálogo y las vías pacíficas, democráticas. No nos hacemos ilusiones con la oposición venezolana a estas alturas del partido. Pero creemos nuestro deber insistir en que, de continuar por esta vía, a la oposición venezolana le tomará años levantarse y andar ese camino democrático. Con la opción del autoproclamado Guaidó política y militarmente derrotada, intentar una nueva aventura golpista (si no aprende la lección) le tomará muchos años más.

 

Addendum

Sólo un demente —o un desalmado— podría querer para Venezuela una guerra civil. Sólo un descarado —o un apátrida— podría pretender que la entrega de las riquezas a una potencia extranjera traería bienestar económico a la población. Sólo un ingenuo —o un ignorante— podría creer que la caída del gobierno de Maduro por la vía violenta convertiría a Venezuela en un reino de paz y prosperidad como por arte de magia. Pero a eso se reduce el programa político de la oposición venezolana.

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