Al regreso de su veranillo, Guaido se reunió, en el Hotel Lido, con Esteban Prudencio y de entrada balbució, “aquella tarde dijimos que sería rudo, en estos días me siento súper coñaseado”.
“Estamos a punto que nos cuenten 10” terció el coach del cuarto de guerra, que funcionó hasta el barranco de la “ayuda humanitaria entra sí o sí”.
Hicieron un pasaje rapidísimo por el desmoronamiento de la política de “Ahora o nunca salimos del usurpador”; la inutilidad de fijar plazos para “instalar nuestras oficinas en Miraflores”; y por el resbalón pendejo, de dejar fuera del reparto de los fondos robados “a los diputados que destruyeron la imagen de la Asamblea Nacional”, por unos “pinches dólares me reclamó arrecho J.J. Rendón”, tapándose la cara con la servilleta dijo Guaido Al final de la angustiosa conversa, las frases de despedida son del tipo clavo caliente o agárrate de la brocha que se viene abajo la escalera: “solo nos queda Trump, ¿nos joderemos con esa?”.
Prudencio ya sabe que la “prote” de EEUU no garantizó ni garantiza un Guaido en alza, que el chantaje del intervencionismo de Trump no es más que una incertidumbre de uñas cortas, si Guaido es lo que es, un proyecto sin tino ni concierto. Ambos coincidieron en hacerle caso a J. J. Rendón: “Tenemos que apurarnos, estamos a punto de que nos lleve la chingada”.
Desde ese encuentro, Guaido ha comprobado una y otra vez, que su paseíto por “la Europa” y EEUU no se traduce en términos de un alza de su convocatoria y movilización. Y ese empujón, ya está claro que no depende de Trump.
Eso de “soy el preferido de Trump”, sintonizado con la política de la Casa Blanca “Guaido es el presidente que quieren los venezolanos”, es pólvora mojada. Trump, para nada es un peso pesado de la política venezolana.
Si lo fuese, instalado un protectorado imperial en Venezuela, y Guaido no sería un cadáver insepulto y ambulante.
Incluso, hubiese aceptado la realización de las elecciones a la Asamblea Nacional, ya que garantizaría un triunfo seguro de los vende patria.
Por eso, Trump y sus voces parlantes crecientemente dos y deslegitimados repiten continuamente: “Haremos todo lo que sea necesario para liberar a Venezuela”.
Y también por eso, la plataforma comunicacional del imperio, y de los secuaces internos a sueldos redoblaron el trabajito de fuentes abiertas, en todo el mes de febrero:
Decían o querían decir que incendiarían la pradera… La vaina estallaría por Apure, Bolívar y Táchira. ¿Y por qué no, “aquí mismo en Caracas”?
Incrementaron las tentativas de ataques aéreos, 188 intentos fracasados,
Aceleraron el asedio naval entre el 20 y 23 febrero,
Reforzaron las medidas coercitivas con la sanción contra Rosneft, “por negociar crudo venezolano”, el libreto de “añadimos sanciones más fuertes y veremos qué pasará”. Y tiraron a destruir CONVIASA.
Entonces, como de hechos se trata, Remigio Ceballos envía un mensaje el 24 de febrero: “El llamado es a todos los venezolanos, unámonos para combatir a los apátridas”
Sí las aguas no bajan tranquilas, los chavistas sabemos que nos la jugamos. Ya veremos, frente a frente, a los que se suponen inmunes a las consecuencias de un conflicto bélico interno, de una guerra civil que no deseamos “in extremis”.