Los gobiernos de la República Popular China y de la Federación Rusa manifestaron su reconocimiento al presidente reelecto de Venezuela, Nicolás Maduro, a pocas horas de anunciarse el resultado de los comicios del pasado 28 de julio.
El 29 de julio el portavoz de la Cancillería china, Lin Jian, indicó en rueda de prensa que China y Venezuela son «buenos amigos y socios que se apoyan mutuamente».
Lin aseveró que su país «concede gran importancia al desarrollo de las relaciones entre China y Venezuela» y que Beijing está «dispuesto a trabajar» con Caracas para «enriquecer el contenido» de su asociación estratégica.
El 30 de julio el mandatario de la Republica Popular, Xi Jinping, envió una misiva de felicitaciones al mandatario venezolano en la que indicó que su nación y el país caribeño son «buenos amigos que confían el uno en el otro», además de «buenos socios que caminan hacia un desarrollo común».
«China, como siempre, apoyará firmemente los esfuerzos de Venezuela para salvaguardar su soberanía y dignidad nacionales, así como la causa justa de oponerse a injerencias del exterior», agregó.
El líder chino concluyó la misiva indicando que queda «a la espera de trabajar con el presidente Maduro para seguir comandando la sociedad estratégica contra viento y marea entre ambos Estados, hacia nuevas cimas, para así beneficiar a nuestros dos pueblos».
Por su parte, el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, también felicitó a Nicolás Maduro por su reelección.
«Las relaciones entre Rusia y Venezuela constituyen una asociación estratégica. Confío en que su trabajo al frente del Estado continúe contribuyendo a su progresivo desarrollo en todos los ámbitos”, dijo Putin en un telegrama enviado al mandatario venezolano.
«Esto responde plenamente a los intereses de nuestros pueblos amigos y va en consonancia con la construcción de un orden mundial más justo y democrático», añadió. «Me gustaría reiterar la voluntad de proseguir nuestro trabajo constructivo conjunto sobre la actual agenda bilateral e internacional. Recuerde que usted siempre es bienvenido en tierras rusas», indicó el presidente de la nación euroasiática.
Por su parte el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró en su rueda de prensa diaria que Moscú tiene intención de seguir profundizando la cooperación con Caracas en todos los terrenos, incluidos los temas «sensibles», como el técnico-militar.
Diputados rusos que participaron como veedores en las presidenciales venezolanas destacaron a la agencia oficial RIA Nóvosti que tanto la campaña electoral como la votación fueron organizados con un «alto nivel» técnico.
Elementos Clave
El primer punto sobresaliente de estas manifestaciones de apoyo es que se realizaron a pocas horas de publicarse los primeros resultados electorales, en pleno respeto a las instituciones venezolanas y distanciándose de toda duda por el veredicto emitido.
Ambos gobiernos resaltaron el rol particular del mandatario venezolano en la conducción política del país, que ha logrado articular con estas potencias una agenda enmarcada en intereses afines, posiciones comunes sobre las relaciones internacionales y acuerdos bilaterales desarrollados sobre asociaciones de carácter «estratégico».
La postura de las potencias emergentes es un claro contraste si se compara, por ejemplo, con la posición del gobierno estadounidense que, pese a divagar sobre su reconocimiento a Edmundo González como «presidente electo», ha respaldado su supuesta victoria declarada unilateralmente.
González es claramente un actor alineado con Estados Unidos y además ha defendido el «regreso» de Venezuela a lo que el denomina el «orden hemisférico» dominado por Washington.
La República Bolivariana de Venezuela podría considerarse un pivote o punto medular en el plano de los intereses geopolíticos en la región latinoamericana y caribeña, por la especial trascendencia que tiene el país en términos de recursos naturales y correlaciones políticas a escala continental.
Esto certifica que los comicios presidenciales del pasado 28 de julio constituyen un factor central en la definición del lugar de Venezuela en el sistema-mundo.
Mundo Emergente o Periferia
Recientemente, en calidad de presidente pro témpore de los Brics, Putin invitó a su par de Venezuela a participar en la reunión del grupo emergente en la ciudad rusa de Kazán el 23 y 24 de octubre próximo, para considerar áreas de sinergia multilateral, informó este viernes el canciller venezolano, Yván Gil.
«Estoy seguro de que su participación personal enriquecerá la próxima discusión, ayudará a identificar áreas prometedoras de la cooperación multilateral en beneficio de la mayoría mundial y, sin duda, contribuirá a un mayor desarrollo progresivo de las relaciones ruso-venezolanas», señala la carta difundida por Gil en la red social X.
De acuerdo con la misiva, la reunión de la alianza dará un «impulso constructivo para resolver los problemas actuales de las agendas regional y global», y favorecerá la consolidación de los esfuerzos colectivos con el fin de construir un sistema justo y democrático de relaciones internacionales.
Al respecto, Caracas consideró que será un socio confiable de la agrupación bajo los principios de independencia, amistad, solidaridad e intereses compartidos que propugna esa organización. El gobierno venezolano aseguró que espera aportar a los países del bloque sus recursos naturales para el impulso de proyectos comunes en aras del desarrollo económico.
En el marco de la diatriba postelectoral en Venezuela, y en el contexto de nuevas presiones que el gobierno de Washington ejerce sobre Caracas, el presidente Maduro aludió al gobierno estadounidense, en lo que podría ser «el error de su vida». Se refirió a las inversiones en campos petroleros y gasíferos que Estados Unidos y otros gobiernos occidentales han relanzado en Venezuela a partir de licencias entregadas por la administración Biden, y expresó que podrían pasar a manos de países Brics.
«Esos bloques de petróleo y de gas que ya estaban firmados pasarán a nuestros aliados de los Brics», dijo el Jefe de Estado venezolano en reuda de prensa.
La cuestión geopolítica se ha reposicionado en Venezuela en los últimos días producto de estas declaraciones, y destacan por el significado del país caribeño en la correlación política regional y por los recursos estratégicos que contribuirán a nueva configuración geoeconómica del mundo.
Los Brics desafían el orden geopolítico occidental, en el que históricamente las potencias que conforman las llamadas «economías avanzadas» han tenido un papel dominante. La articulación de los países en función de la apuesta por la multipolaridad intenta fortalecer la posición de sus naciones, tanto individualmente como en conjunto, y de esta forma promover un nuevo cuadro de relaciones multicéntricas y equilibradas.
Venezuela juega un rol destacado a escala subregional. Diversos analistas en los distintos espectros políticos coinciden en que Venezuela es el núcleo central del eje ALBA-TCP y que «de caer Venezuela los países del ALBA también caerán» bajo control político de Washington.
En efecto, podría considerarse que el bloque ALBA es el único que representa un contrapeso político a la agenda de Washington en la región, dado que sus países, bajo una estrategia común, han tenido incidencia en instancias regionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), en el ámbito de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y otras instituciones del sistema interamericano.
Pero el papel de Venezuela trasciende su región y, de hecho, su repercusión es global. Como es sabido, Venezuela cuenta con más de 300 mil millones de barriles de crudo, que la ubica en el primer puesto en reservas mundiales. El país está certificando la que podría ser la cuarta reserva más grande de gas natural en el mundo, y cuenta con ingentes reservas de minerales estratégicos como oro, coltán, minerales raros y torio, entre otros recursos.
Si analizamos las características de la alineación de este bloque, especialmente desde las nuevas membresías bajo el mecanismo Brics+ a inicios de año, observamos que la alianza está armonizando actores claves con grandes capacidades en materia industrial, tecnológica, alimentaria y recursos naturales, especialmente energías fósiles.
La ampliación a diez países desde enero de 2024 es un gran paso, sobre todo en el terreno energético. Gracias a la aportación de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Irán, ahora la organización suprarregional controla 42% de la producción mundial de petróleo. El bloque ya agrupa 45% de la población mundial.
La cuota de los Brics en el PIB mundial, que ha alcanzado 31,6% —calculado a paridad de poder adquisitivo—, supera la de las economías del Grupo de los 7 (G7), con 29,9%, aunque en términos nominales los países del G7 siguen representando 45% del PIB mundial —frente al 70% de los años noventa—.
Las ventajas comparativas yacen en que su base de recursos y capacidades son fundamentales para el desarrollo económico y la seguridad —energética, alimentaria y militar— de los países miembros, lo que otorga diferencias favorable de poder en relación con algunos países occidentales que dependen de fuentes externas de recursos.
Esta abundancia de recursos naturales dentro de dicho marco otorga autonomía al eje Brics y capacidad de negociación en el ámbito internacional ya que pueden utilizar sus riquezas como palanca en las relaciones comerciales y diplomáticas. Además, permite que esta plataforma geopolítica impulse su economía y su desarrollo a partir de la explotación y robustecimiento de las cadenas de valor de estos recursos.
Además, los países de esta organización jugarán un rol clave en la matriz de transición energética —y por ende económica— durante las próximas décadas, mediante la composición de un mix energético que seguirá empleando el rol de las energías fósiles como garantía de seguridad en la materia, el desarrollo de energías de transición —como el gas natural— y las nuevas tecnologías no convencionales.
La alineación de los Brics tiene consigo gigantes petroleros, como Rusia, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Irán, que además son importantes países gasíferos. Pero ha ampliado su abanico al litio con Irán, nación que posee 10% de las reservas mundiales —subiendo al segundo lugar en el ranking—, además de China, que domina las principales cadenas de procesamiento del llamado «oro blanco».
Por otro lado, la importancia estratégica del bloque no reposa únicamente en el tamaño actual de su PIB conjunto, que ya superó al G7, sino que su principal denominador político está en su posibilidad de incidir en la gobernanza internacional mediante la articulación de sus economías.
Hace poco el canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, a nombre de la organización anunció una pausa oficial a nuevas admisiones a fin de desarrollar el ingreso pleno de los nuevos países incorporados a inicios de este año. Brics+ ha tenido que lidiar con una abrumadora lista de más de 20 países que han solicitado su ingreso a la instancia. La alianza está desarrollando una figura de «asociación» a la organización que se consideraría un paso previo a la membresía plena.
Brics+ ha considerado que se podrán establecer relaciones tanto de manera individual como de manera conjunta, bajo las condiciones económicas propias del bloque, más allá de las membresías oficiales.
En este contexto, la situación de Venezuela adquiere un matiz especial. Mediante su relación directa con los países de esta alianza podría incrementar significativamente la disponibilidad de reservas en recursos naturales, lo cual contribuiría con su fortaleza a largo plazo, más allá del estatus que finalmente alcance.
Para Venezuela, el incremento de sus vínculos con Brics y el mundo del orden emergente es un punto crucial con vistas a la definición de su situación estratégica en el sistema-mundo.
El país ha establecido una agenda cuyo objetivo es superar su condición de país periférico, y pretende impulsar su potencial para insertarse en un marco de relaciones internacionales idóneas en aras de continuar consolidando su autonomía estratégica, lo cual hace de este bloque geopolítico un punto de anclaje ideal.
El gobierno estadounidense y sus aliados occidentales han ejecutado medidas de asfixia sobre las actividades petroleras de Venezuela a fin de debilitar sus facultades, mediante el ataque a las fuentes de ingreso del Estado venezolano, en una estrategia continuada de cambio de régimen.
Si bien diversas presiones se han flexibilizado en los últimos dos años a partir de licencias emitidas por la administración Biden, las mismas se mantienen como una espada de Damocles y un intento de regular la autonomía del gobierno venezolano.
Para Venezuela, la superación de su condición periférica está relacionada con su participación en el sistema financiero del paraguas geopolítico Brics. La alianza busca eludir el sistema Swift occidental y reemplazarlo con su propio mecanismo. La creación de una plataforma alternativa de mensajería, similar al Swift, permitirá a los Brics reconfigurar el panorama del comercio mundial.
La mayoría de las operaciones transfronterizas se liquidan actualmente mediante este mecanismo dominado por EE.UU., y la ruptura de vínculos con él brinda apalancamiento a la alianza. Esto pudiera permitir a Venezuela superar significativamente el hostigaminto que emana de las «sanciones» ilegales estadounidenses.
La disolución de la condición periférica de Venezuela no recae únicamente en su situación económica y su lugar en esa correlación internacional. Yace, en realidad, en la facultad del país para preservar su autonomía estratégica y facultad a futuro de realizar actividades económicas, ventajosas para el país, sin presiones foráneas.
La reelección del presidente Nicolás Maduro ha marcado un hito en la dirección de insertar al país en el sistema de naciones emergentes y declara su distancia frente a la hegemonía de Washington.
Por lo tanto, se debe considerar que la cuestión electoral venezolana es un punto de colisión de los intereses de la Casa Blanca a escala regional, que además pone en juego ingentes recursos que los gobiernos estadounidenses gestionaron a discreción antes de la Revolución Bolivariana.
10 Ago 2024