« … estas mismas redes sociales, cuyo nombre promete tanto, se convierten con demasiada frecuencia en burbujas de aislamiento, capullos de desinformación, que a veces fomentan teorías conspirativas y violencia extrema.
Como espacios virtuales de interacción social, están sometidas a algoritmos diseñados para monopolizar nuestra atención, favoreciendo inadvertidamente la desinformación y el discurso de odio al anteponer los clics a la certeza, la probabilidad a la prueba.
Sin embargo, si ya no podemos distinguir la ficción de la realidad, la falsedad de la verdad, los cimientos de nuestras sociedades se desmoronan: la democracia, el diálogo y el debate, esenciales para abordar los grandes retos contemporáneos, se vuelven imposibles.”
Sra. Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO.
Comencemos por recordar, que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) es un Organismo del Sistema de Naciones Unidas (ONU). La ONU fue creada con la finalidad de dar preeminencia a las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial e imponer sus acuerdos hegemónicos al resto de la comunidad internacional, una muestra de esto es el llamado “Derecho a Veto”.
El Sistema de Naciones Unidas (ONU) por su parte, tiene dos grandes espacios de interacción y lucha permanente de los Estados miembros del Sur Global, uno, el Foro Intergubernamental; en el cual, los Estados Miembros proponen e impulsan para su aprobación temas de interés nacional, regional o mundial en forma de resoluciones o enmiendas y otro, “la secretaria y su burocracia” que se encargan de recibir las propuestas para “analizarlas” y adecuarlas a formatos establecidos por los reglamentos, así como producir informes para los Estados miembros, constituyéndose en un “filtro” mensurador de lo que se debate.
En no pocas oportunidades esta burocracia pretende separarse de la obligación de ser expresión de la voluntad de los Estados miembros, imponiendo concepciones, perspectivas y hasta resoluciones que no han sido debidamente debatidas y aprobadas por los Estados Miembros, en unos casos la burocracia cede ante las novedades que por la vía de las ONG´s les llega, en otros, cede ante posiciones de donantes voluntarios privados, e incluso ante esnobismos de intelectuales, cediendo también ante posiciones progresistas de vez en cuando, que les permita ganarse la aceptación del “mundo consciente”. Sin embargo, cuando se trata de temas “delicados” que tocan elementos sustanciales del desarrollo de la sociedad actual, termina por imponerse la voluntad del gran capital.
Ejemplo de ello es el Informe Preliminar del Panel de Expertos de la ONU sobre la Elección presidencial de Venezuela del 28 de julio de 2024, el cual, no sólo por su carácter de preliminar, debió haber sido presentado previamente al Estado Miembro, en este caso Venezuela, y, al Consejo Nacional Electoral (CNE), ente regulador del tema, quien además fue quien invitó a dicho Panel a la observancia del proceso electoral. Razón por la cual, tanto la secretaria de Organización asentada en Nueva York como el Panel mismo, incurren en una extralimitación al publicar dicho informe preliminar, debido a que el mismo nunca fue presentado ante los Estados Miembros para su debate, ni mucho menos para su votación, por lo cual no es informe definitivo ni mucho menos.
Por lo tanto, lo primero que debemos distinguir en el tema que nos ocupa, es que la Gobernanza de las Plataformas Digitales conocidas como Redes Sociales fue debatida por el Foro Intergubernamental de la UNESCO; que tiene la misión de cambiar la mentalidad de los hombres y las mujeres del mundo, para erradicar la violencia como el valor que da origen a la Guerra; y, en consecuencia, aprobadas por los Estados Miembros de la Organización mediante las “Directrices para la gobernanza de las plataformas digitales”(1).
Debemos destacar que la cita con la cual se inicia este escrito, da cuenta de una secretaria que coincide plenamente con los Estados Miembros, y que considera el tema de altísima importancia, por los grandes riesgos que supone para la humanidad, pues desde las plataformas digitales y redes sociales se destruyen los cimientos de nuestras sociedades: la democracia, el diálogo y el debate.
Las “Directrices para la gobernanza de las plataformas digitales” describen un “conjunto de deberes, responsabilidades y funciones de los Estados, las plataformas digitales, las organizaciones intergubernamentales, la sociedad civil, los medios de comunicación, el mundo académico, la comunidad técnica y otras partes interesadas para crear un entorno en el que la libertad de expresión y la información estén en el centro de las plataformas digitales”. Entre los aspectos más relevantes de estas directrices consensuadas por los Estados Miembros de la UNESCO están las siguientes:
- Los Estados Nacionales como garantes de la Gobernanza de las Plataformas Digitales, con obligaciones positivas de proteger los derechos humanos contra interferencias injustificadas por parte de actores privados, incluidas las plataformas digitales, ya que tienen la responsabilidad de crear un entorno normativo que facilite el respeto de los derechos humanos.
- El reconocimiento universal de la apología del odio nacional, racial o religioso que inciten a la discriminación, la hostilidad o la violencia como delitos a prevenir, perseguir y erradicar.
- La Alfabetización Mediática e Informacional como una tarea urgente de la Educación de Calidad.
- La implementación de procesos de mitigación de riesgos basados en sistemas para la moderación y la curación de contenidos en las plataformas digitales.
- La figura de la Rendición de Cuentas por parte de las Plataformas Digitales.
- La protección de la Libertad de expresión de los artistas y periodistas con las limitaciones establecidas en las leyes internacionales y nacionales.
Por otra parte, en abril de este año la secretaria de la UNESCO, publicó un Informe titulado La tecnología en los términos de ellas, que advierte sobre los contenidos basados en imágenes y controlados por algoritmos, especialmente en las redes sociales, pueden exponer a las niñas a materiales que van desde contenidos sexuales a vídeos que ensalzan comportamientos poco saludables o estándares corporales poco realistas. Esta exposición puede tener efectos especialmente perjudiciales en la autoestima y la imagen corporal de las niñas. A su vez, esto repercute en su salud mental y su bienestar, que son esenciales para el éxito académico.
El informe en cuestión, cita un estudio de Facebook según el cual el 32 % de las adolescentes que se sienten mal con sus cuerpos, se sienten peor a causa de Instagram. También subraya el diseño adictivo de TikTok, caracterizado por vídeos cortos y atractivos. Este modelo de gratificación instantánea puede influir en la atención y los hábitos de aprendizaje, dificultando la concentración prolongada en tareas educativas y extracurriculares.
Pero lo más impactante de este informe, es que muestra resultados concretos de la promoción “uno a uno”, en el sentido de una relación pantalla-usuario donde discurren postulados propios del fascismo a través de la programación de los algoritmos. Por la vía de la utilización de esta lógica de los algoritmos, los propietarios de las plataformas digitales y redes sociales, inducen contenidos que refuerzan estereotipos de género, posiciones conservadoras, racistas, discriminatorias, violentas, anticomunistas, antisocialistas y antidemocráticas. Constituye este elemento central del debate sobre las redes sociales un fuerte retroceso en las conquistas de la comunidad internacional en temas como la equidad de género, la erradicación del racismo y la discriminación, la inclusión de la discapacidad en su diversidad, la estabilidad institucionalidad, la democracia y la paz.
Ahora bien, las señales que recoge este informe de la UNESCO demuestran la preparación que ha venido haciendo el gran capital en la psiquis de la población mundial, para luego accionar; desde el odio y la discriminación, así como, desde el desprestigio a las sociedades diversas, los sistemas políticos populares, la democracia y la institucionalidad que no dominan; la violencia que necesitan; para presentarla como “acontecimientos de gran envergadura”; y justificar así los cambios políticos “de facto” que requieren en países “objetivo”, en su plan de controlar todos los recursos del planeta en una lógica política relacionada con los desarrollos históricos propios del fascismo.
Recientemente los propietarios de las plataformas digitales y redes sociales, han reconocido, públicamente, su autoría en los ataques a Bolivia, Brasil, Gran Bretaña, EEUU y Venezuela. Esto nos ubica ante un escenario donde, se ha permitido que todas las recomendaciones y directrices del Sistema de Naciones Unidas y particularmente de la UNESCO se hayan dejado a un lado deliberadamente, atentando impunemente contra los principios del derecho internacional, quedando el capital en libertad, por omisión, de desarrollar acciones violentas de corte abiertamente fascistas contra los pueblos y las naciones que se oponen a la lógica del gran capital. Hoy, una vez más ¡la realidad supera la ficción!
Las plataformas digitales y redes sociales han dado un salto, “imprevisto” para algunos, y ese salto, ubica a los Estados y la población mundial en un plano de “Riesgo Total”, pues ha sido admitida la intencionalidad del gran capital de generar conflictos y guerras en el mundo digital; mediante la inoculación exponencial de odio, discriminación, desprestigio institucional, desinformación e información falsa, a través del uso de la Inteligencia Artificial, la programación de algoritmos, el análisis de “Bigdata”, el dominio de la ciberseguridad y la capacidad de la computación cuántica de romper los métodos de cifrado tradicionales; para trasladarlos al plano real, con un impacto catastrófico en la salud mental de la población, especialmente en la juventud, que termina por protagonizar la destrucción de patrimonio y asesinatos “digital-dirigidos”.
Una vez más, Venezuela es objetivo de los avances tecnológicos de las transnacionales en sus planes de dominación sobre la base de nuevos tipos y formas de agresión que, por sus características y por su propia novedad, dejan a los pueblos y naciones con menor desarrollo tecnológico en un nivel de alta vulnerabilidad, la cual es aprovechada para arreciar en procesos sensibles dentro de las coyunturas políticas, como es el caso de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio de 2024. Lo sucedido ha sido llamado “Golpe Cibernético” combinado con un “Golpe Cognitivo”. Ambas categorizaciones implican el uso de la violencia en el mundo virtual y en el plano subjetivo y su desarrollo, dentro de las lógicas impuestas por las redes sociales, han condicionado el comportamiento de algunos sectores de la sociedad venezolana para apoyar, justificar o tener una posición neutral cuando se utilizan grupos de mercenarios y delincuentes para generar violencia y propiciar la intervención de poderes extranjeros en Venezuela. En todo caso el uso de la violencia; constituye un “Golpe de Estado” que se desarrolla en medio de un Bloqueo Económico y Financiero consecuencia de más de 900 medidas coercitivas, unilaterales y extraterritoriales contra el pueblo y el país.
El “Golpe Cibernético y Cognitivo” tiene su campo de acción en el mundo digital, o Ciber Mundo, tal como lo explicamos a lo largo de este artículo. Se apoya en el control del internet y las nuevas tecnologías, tales como la Inteligencia Artificial (IA), la programación de algoritmos, el análisis de “Bigdata”, la violación de la ciberseguridad y la capacidad de la computación cuántica de romper los métodos de cifrado tradicionales del “Gobierno Electrónico”, en este caso, su objetivo fue la Página Web del Consejo Nacional Electoral, en primer lugar, y luego, del resto de la institucionalidad venezolana.
Lo cognitivo por su parte, se prepara y desarrolla en las redes sociales y las tecnologías emergentes de interacción social, inoculando exponencialmente a través de la IA y la programación de algoritmos el odio y la discriminación, en el caso de Venezuela hacia “El Chavismo”, un caso de odio por razones políticas, así como el desprestigio de la institucionalidad y la democracia venezolana, con el objetivo de alentar la antipolítica y la apolítica.
Todo ello, a través de la desinformación e información falsa, para causar un impacto catastrófico en la salud mental de nuestra población (especialmente en la población más vulnerable), que los obligue a protagonizar actos de destrucción de patrimonio y asesinatos selectivos “digital-dirigidos”, para justificar la intervención extranjera “por ausencia de una institucionalidad nacional” y la sustitución inmediata de autoridades por vías no democráticas.
Las plataformas digitales y redes sociales están siendo usadas como otra de las armas de Guerra del Capital Mundial, el cual, además, tiene el control total del Mundo Digital o Cibernético, pues controla la internet, de manera que, todo ello ponga en “Jaque Mate” al Gobierno Electrónico tal y como lo conocemos, pero lo más grave es que el impacto de las redes sociales en la población es “uno a uno”, pues la exposición a las mismas es directa, de cada usuario, no importa su edad ni su vulnerabilidad, población esta que en la actualidad supera los 5.037 millones de usuarios en todo el mundo.
Dicho esto, es preciso retomar lo relativo a las “Directrices para la gobernanza de las plataformas digitales” de la UNESCO, cuyos acuerdos alcanzados por los Estados Miembros constituyen una fuente de Derecho, un punto de partida, a la luz del cual contrastar los últimos acontecimientos, para lograr construir una estrategia de abordaje multisectorial que defina la Gobernanza de las plataformas digitales y redes sociales en Venezuela.
En primer lugar, las “Directrices para la gobernanza de las plataformas digitales” reconocen al Estado y su institucionalidad, como responsable de la Gobernanza de las plataformas digitales y las redes sociales, así como, de la protección de la salud mental de la población, especialmente de la población más vulnerable, en virtud de las desigualdades sociales, de su etapa sensible de desarrollo (niños, niñas y adolescentes) o condición especial (discapacidad en su diversidad), y, por lo tanto, los reconoce como sujetos prioritarios para la justicia social y los enfoques de la salud global basados en los derechos humanos.
En segundo lugar, estas directrices reconocen que la apología del “odio nacional, racial o religioso” incitan a la discriminación, la hostilidad y la violencia, lo que refuerza que sean catalogadas estas conductas en las legislaciones nacionales como delitos a prevenir, perseguir y erradicar. En este punto, es necesario reflexionar acerca de la necesidad de promover la inclusión del “odio político o ideológico”, tanto en la legislación nacional como en la legislación internacional.
El “odio político o ideológico” en Venezuela ha sido desarrollado por la ultra derecha fascista con epicentro en las plataformas digitales y redes sociales, quienes identifican al “Chavismo o Chavistas” como los culpables de todos los males de la población venezolana, atribuyéndoles rasgos de maldad extrema que generan “Chavismo Fobia” en la población.
La característica predeterminada mediante algoritmos para atacar en las redes sociales a una persona por parecer “Chavista” con ejércitos de Bots o aislando al individuo mediante bloqueo de su cuenta o el definitivo cierre de la misma, es que exprese alguna idea comunista, socialista, feministas, sexo diverso, ecologista, inclusiva, ética o incluyente, pero también, que no exprese apoyo alguno a los argumentos discriminatorios, de desprestigio o que llamen a la violencia.
En el campo de lo estético, las plataformas digitales y redes sociales promueven la idea de una raza superior “hombre sin defectos, blanco y estilizado”, acentuando los estereotipos de género que promueve el patriarcado. En el caso de Venezuela, el fascismo presenta al estereotipo chavista en la figura de una mujer “fea”, gorda, desarreglada y “mal oliente”, dicho estereotipo reduce y caricaturiza a mujeres de sectores populares, trabajadoras, afrodescendientes, originarias, campesinas, madres, amas de casa, en definitiva; personas de género femenino que viven en condiciones humildes y que tienen un destacado papel en sus comunidades como líderesas; imponiendo un modelo estético objeto de desprecio al que se llama a exterminar.
El pasado 28 de julio de 2024, las redes sociales dieron un paso más en este sentido, al ordenar, abierta y explícitamente, el asesinato de lideres y lideresas comunales, publicando sus direcciones y fotografías, previo ofrecimiento de pago a delincuentes contactados para acabar con sus vidas. Llama la atención la atrocidad con la que se ejecutaron dichos crímenes, destacando el ensañamiento y alevosía, para generar terror en la población.
Las directrices de la UNESCO, tampoco desarrollan temas como “desprestigio a las instituciones y a la democracia” y “promoción de la antipolítica”, como contenido permanente de plataformas digitales y redes sociales, desarrollado, impulsado y promovido por el fascismo y su concepción antidemocrática, con la finalidad de generar caos y conflictos en la sociedad que desean controlar, inoculando para ello en la población sentimientos como la desesperanza, incredulidad y desconocimiento institucional que refuerzan la convicción “general” de que “la política no es lo que resuelve un conflicto político sino la violencia”.
Este discurso de desprestigio a la democracia justifica “no creer en la institucionalidad y desconfiar de ella” al punto de vislumbrar como único camino posible “La Salida o Hasta el Final” que amerita violencia callejera o “Guarimbas” y finalmente la intervención extranjera, también, la necesidad de “tomar la justicia en manos propias” y desaparecer los dirigentes de la institucionalidad, los partidos políticos y movimientos sociales identificados como “Chavistas” por constituir “la causa de todos los males de la sociedad”.
Debemos destacar el desprestigio institucional como uno de los más importantes aspectos de esta problemática, pues no solo implica una regulación y tipificación del contenido que tiene por objeto acabar con la democracia, el debate y el dialogo político como espacio de resolución de conflictos y quien lo promueve, sino que amerita, revisar la percepción de la población de su institucionalidad, así como, trabajar en la construcción de una institucionalidad y conciencia popular muy fuertes.
En cuanto a la Alfabetización Mediática e Informacional que propone las directrices de la UNESCO como tarea urgente para la Educación de Calidad, debemos subrayar, el desarrollo iniciado en el año 2015 con el Programa “Análisis Crítico de Medios” por el Ministerio del Poder Popular para la Educación, cuya explicación magistral(2) por cierto, estuvo a cargo, recientemente en la UNESCO, de una de sus creadoras, la intelectual, periodista y conductora del programa “La Librería Mediática”, Marialcira Matute.
La implementación de procesos de mitigación de riesgos basados en sistemas para la moderación y la curación de contenidos en las plataformas digitales y redes sociales, que prevé las directrices de la UNESCO, es un interesante aporte que corresponde desarrollar al Estado, en el caso de Venezuela, acompañado del Poder Popular. Es importante reflexionar acerca del papel de este espacio no solo para promover medios libres, independientes y plurales, sino para promover la ética de las plataformas digitales y las redes sociales.
Las directrices de la UNESCO, consideran importante que el Estado apoye “la investigación independiente sobre la expresión en línea, la moderación y curación de contenidos y la rendición de cuentas”, pero visto el riesgo que representa el Mundo Digital, las plataformas digitales y redes sociales para la democracia y la salud mental de la población, el Estado Venezolano debe desarrollar su propia línea de investigación sobre los contenidos de las plataformas digitales y redes sociales y su impacto en la salud mental de nuestra población, especialmente, de la población más vulnerable (niñas, niños, jóvenes y personas con discapacidad en su diversidad).
Al mismo tiempo, el Estado Venezolano debe desarrollar sistemas de investigación y defensa para la ciberseguridad de la nación y su Gobierno Electrónico, con una rectoría multidisciplinaria de alto nivel, y, con capacidad de anticiparse a los riesgos, que implican los avances tecnológicos y el desarrollo de nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial, la Neurotecnología y las computadoras cuánticas, así mismo, que haga seguimiento a las plataformas digitales y redes sociales en tiempo real, como armas de guerra hibrida o de quinta generación, trabajando paralelamente en el desarrollo de plataformas digitales alternativas, para lo cual será necesario aumentar las capacidades, y, fortalecer la cooperación con los aliados estratégicos como los BRICS.
En cuanto a la libertad de expresión de artistas y periodistas en las plataformas digitales y redes sociales, que concierta con especial atención las directrices de la UNESCO, resulta interesante analizar y reflexionar, acerca del aislamiento y el feroz acoso del cual fueron objeto tanto artistas como periodistas desde el pasado 28 de julio en Venezuela, no sólo aquellos que se identifican como “chavistas”; a los cuales les bloquearon y cerraron sus cuentas, les publicaron direcciones y fotografías de sus hijos, incitando a quemar sus casas, matarlos a ellos y a sus familias; sino aquellos que asumieron posiciones éticas o que, sencillamente, no asumieron ninguna posición, a quienes tildaron de “Chavistas Enclosados”.
Como último punto de las directrices de la UNESCO para la Gobernanza de las plataformas digitales y redes sociales, tenemos las figuras de la “Rendición de Cuentas por parte de las Plataformas Digital” y el “Pacto Digital Mundial”, las cuales dependen en su totalidad de la voluntad de los propietarios de las mismas de someterse a las legislaciones locales y nacionales. Recientemente, hemos visto como el propietario de la Red Social “X”, Elon Musk, cerró operaciones en Brasil y se llevó a todo su personal para no acatar la autoridad de un juez de ese país.
Ahora bien, en Venezuela tenemos leyes para prevenir, proteger y articular la defensa de nuestro Gobierno Electrónico, las cuales debemos revisar y actualizar en función del desarrollo de las nuevas tecnologías, como la IA y las computadoras cuánticas, la dependencia del internet y alojamiento de data sensible, así como el manejo y Gobernanza de la Bigdata, entre otros.
Pero, en lo que respecta a la Gobernanza de las plataformas digitales y redes sociales no tenemos legislación específica, esto no implica que la protección de la república, la democracia, los derechos humanos de la población y el interés superior de nuestros niños, niñas y adolescentes estén desasistidos, pues todos ellos son derechos fundamentales previstos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Es deber constitucional del Estado Venezolano y su institucional; mientras se aprueba una legislación específica en materia de Gobernanza de las plataformas digitales; tomar todas las medidas extraordinarias que sean necesarias (suspensión de las plataformas digitales y redes sociales) para proteger a la República, la Democracia y la salud mental de la población, especialmente, de los niños, niñas y jóvenes, dados los altísimos riesgos que, en todas las etapas de la vida, ocasionan las redes sociales y las tecnologías emergentes de interacción social, pero, sobre todo, aquellos que ocurren durante períodos sensibles al desarrollo de la personalidad.
Mientras tanto tenemos que saber que, somos parte del Foro Mundial que se suma a legislar para protegerse de la exposición al fascismo y su mundo digital, plataformas digitales y redes sociales, tal y como hemos visto, y, que tenemos como una fuente de derecho para desarrollar nuestra legislación, lo aprobado por los Estados Miembros de la UNESCO, por consenso, en septiembre del año 2023, mediante las Directrices para la Gobernanza de las Plataformas Digitales.
Esto nos sitúa en un momento muy importante para la sociedad venezolana, en el cual, debemos dar un gran debate, que nos permita alcanzar conciencia nacional acerca de los riesgos que implica, para la democracia y la salud mental de nuestra población, la exposición a contenidos de odio, discriminación y desprestigio institucional de las redes sociales, y, en general de los medios de comunicación. Lo escribe quien fue víctima de las redes sociales y su “anonimato”, y, quien perdió una niña y desarrolló cáncer, como consecuencia del estrés por exposición al acoso y violencia dirigidos por intereses económicos y financieros desde las plataformas digitales y redes sociales.
El debate de la ética en las plataformas digitales y redes sociales es fundamental, más allá de la aprobación de la Ley de Gobernanza y la persecución de los delitos cometidos contra el Estado y la salud mental de la población, pues debemos sumar, activa, consciente y orgánicamente a toda la sociedad en la protección y defensa, tanto de la república y la democracia; identificando y combatiendo el desprestigio institucional que genera desolación y justifica intervenciones extranjeras; como de nuestra población; salvándonos del devastador impacto en la salud mental que pretende inocularnos el fascismo, para generar caos, violencia y guerras en las que ellos siempre reinarán.
Enlaces:
- Directrices para la gobernanza de las plataformas digitales, Salvaguardar la libertad de expresión y el acceso a la información con un enfoque de múltiples partes interesadas de la UNESCO https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000387360
- Programa “Librería Mediática” VTV Venezuela, SALC UNESCO 5JUN2024 / Conferencias evento Transformar el Futuro Mujeres y Niñas https://www.youtube.com/watch?v=p_EnJBU9a5M