"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

La función interior del militarismo

Por Karl Liebknecht

En este segundo fragmento del folleto “Militarismo y antimilitarismo” Liebknecht destaca las funciones policiales del militarismo y su vocación de mediador en la lucha de clases en provecho de la burguesía, así como el rol ideológico de vanguardia que cumple el militarismo para encauzar el chovinismo contra la clase trabajadora nacional e internacional.
El proletariado y la guerra

Si hemos caracterizado anteriormente la función del militarismo contra el enemigo exterior como una función nacional, ello no quiere decir que corresponda a los intereses, al bienestar y a la voluntad de los pueblos gobernados y explotados por el capitalismo. El proletariado del mundo entero no puede esperar nada de esta política que hace al militarismo necesario frente al exterior, y sus intereses se oponen a esta política de forma radical. Dicha política está, directa o indirectamente, al servicio de los intereses de explotación de las clases dominantes del capitalismo. Intenta, con más o menos fortuna, preparar el camino, en todo el mundo, a la producción salvaje y sin leyes a la concurrencia absurda y asesina del capitalismo, pisoteando sus obligaciones culturales respecto de los pueblos menos desarrollados; en el fondo, no consigue más que poner en gran peligro toda nuestra civilización provocando conflictos de resonancia internacional.

La posición que adopta el proletariado con conciencia de clase ante la función internacional del ejército, así como ante toda política de expansión capitalista, es no solamente fría, sino profunda y conscientemente hostil.

También el proletariado acoge favorablemente el inmenso desarrollo económico de nuestra época. Pero también sabe que este progreso económico podría producirse pacíficamente sin necesidad del brazo armado, sin militarismo y sin marinismo, sin necesidad de enarbolar el tridente y sin las bestialidades [de] nuestra economía colonial; así sería en una comunidad dirigida racionalmente en una atmósfera de acuerdo internacional y en concordancia con los deberes e intereses culturales. El proletariado sabe que nuestra política mundial tiene esencialmente como objetivo combatir y anular de forma violenta y grosera las dificultades sociales y políticas ante las que se encuentran las clases dominantes; en pocas palabras, es una política de confusión y engaño bonapartista.

Sabe que los enemigos de los trabajadores mantienen el fuego del chauvinismo para salvaguardar sus propios intereses; que el miedo a la guerra provocado sin el más mínimo escrúpulo por Bismarck en el año 1887 rindió grandes servicios a la más peligrosa reacción y que algunas importantes personalidades pretendían, según un bonito plan descubierto hace poco tiempo, arrebatar el derecho de voto al Reichstag al pueblo alemán; todo ello al calor del confuso entusiasmo guerrero, “después del regreso de un ejército victorioso”. El proletariado sabe que el beneficio del progreso económico, al cual tiende dicha política, y más concretamente aún los beneficios de nuestra política colonial, sólo llenan los bolsillos de la clase patronal, del capitalismo, enemigo secular del proletariado. Sabe también que las guerras que las clases dominantes provocan al servicio de sus propios intereses, exigen al proletariado los sacrificios más terribles tanto en bienes materiales como en vidas humanas. A cambio de las cuales se les ofrece, una vez terminado el trabajo miserables pensiones de invalidez, asistencia a los antiguos combatientes, organillos para pedir limosna y patadas de todo tipo. El proletariado sabe que después de cada guerra, un volcán de lodo, de brutalidad y de grosería se extiende sobre los pueblos que en ella han participado y hace retroceder a la civilización muchos años. Sabe igualmente que la patria por la cual ha de luchar, no es su patria; que para el proletariado de todos los países sólo existe un enemigo real: la clase capitalista, que oprime y explota al proletariado; que el proletariado de cada país está fuertemente unido, por sus intereses, con el proletariado de todos los demás países; que ante los intereses comunes del proletariado internacional todos los intereses nacionales disminuyen en importancia y que se debe oponer a la coalición internacional de los explotadores y la esclavitud, la coalición internacional de los explotados y los esclavos.

Así se presenta el militarismo ante nuestros ojos: la cuadratura del círculo, que arma al pueblo contra él mismo

Por esto, la posición que adopta el proletariado con conciencia de clase ante esta función internacional del ejército, así como ante toda política de expansión capitalista, es no solamente fría, sino profunda y conscientemente hostil. El proletariado tiene como tarea fundamental llevar contra el militarismo una lucha a muerte; cada día es más consciente de ello —como muestran los congresos internacionales, las manifestaciones de solidaridad entre socialistas alemanes y franceses con motivo de la guerra franco-alemana, entre sociales americanos y españoles en ocasión de la guerra de Cuba, entre socialistas rusos y japoneses al estallar la guerra en el Este asiático en 1904 y la decisión tomada por los socialdemócratas suecos en 1905 de organizar una huelga general en caso de guerra entre Suecia y Noruega — asimismo lo demuestra la posición parlamentaria tomada por la socialdemocracia alemana respecto de los créditos de guerra en 1870, frente al conflicto marroquí, y la actitud del proletariado consciente respecto de la intervención rusa.

Rasgos esenciales del “militarismo interior” y su función

Pero el militarismo no tiene únicamente la función de defensa y ataque frente el enemigo exterior, sino que juega un papel interior debido a la cada vez más intensa lucha de clases y al aumento de la conciencia de clase proletaria. Esto configura día a día tanto el aspecto formal del militarismo como su esencia; es decir, la protección del orden social dominante, el apoyo al capitalismo y a toda reacción ante la lucha de liberación de la clase trabajadora. Aquí se muestra como un puro instrumento de la lucha de clases, un instrumento en manos de las clases dominantes, destinado a detener con la colaboración de la policía y de la justicia, de la escuela y de la iglesia, el desarrollo de la conciencia de clase; y, por lo tanto, a asegurar, cueste lo que cueste e incluso en contra de la voluntad de la mayoría del pueblo, el poder de una minoría en el estado y libertad de explotación.

Así se presenta el militarismo ante nuestros ojos; que pretende ser, ni más ni menos, la cuadratura del círculo, que arma al pueblo contra él mismo; que se atreve a convertir al trabajador, al intentar introducir de forma artificial por todos los medios una división generacional en nuestra estructura social, en explotador, enemigo y asesino de sus propios compañeros de clase y de sus amigos, de sus padres, de sus hermanos y sus hijos, de su propio pasado y futuro, que quiere ser democrático y despótico, ilustrado y mecánico, y popular y enemigo del pueblo al mismo tiempo.
De todas maneras, no debemos olvidar que el militarismo también se vuelve contra el “enemigo interior”, nacional e incluso religioso —por ejemplo en Alemania contra los polacos, los alsacianos y los daneses— y que se puede utilizar en los conflictos en el interior de las clases no-proletarias el militarismo alemán-prusiano como fenómeno polifacético y capaz de las más variadas metamorfosis; tiene asegurado un brillante futuro gracias a las condiciones semiabsolutistas, feudales y burocráticas alemanas. Este militarismo prusiano-alemán posee las peores y más peligrosas cualidades de cualquier militarismo capitalista, de tal modo que es especialmente apropiado, como paradigma para la exposición del militarismo en su estado actual, su aspecto formal, sus medios y sus efectos. Del mismo modo, que, según parece —para hablar como Bismarck nadie ha imitado a nuestro teniente prusiano, nadie ha tenido la intención de imitar del todo el militarismo prusiano-alemán, ya que no es solamente un estado dentro del estado, sino que se ha convertido en un estado por encima del estado.

FUENTE DIARIO RED

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