"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Protección y protagonismo

La condición de país petrolero-minero dependiente, el terrorismo imperialista y nuestro propio proceso bolivariano marcan en la Venezuela de hoy la compleja y tirante convivencia entre dos grupos de “protegidos”: los venezolanos antes marginados y los empresarios crónicamente beneficiados por las políticas públicas.

En el  primero grupo, la gran mayoría de la población, destacan las comunidades  económica y socialmente más vulnerables, protagonistas natos de cualquier proceso revolucionario. Objeto primordial de las Misiones creadas por el Comandante Chávez y  complementadas por el presidente Maduro,  ya no solo para cumplir con la cancelación  progresiva de  la deuda social  acumulada  sino para tratar de paliar los efectos de la  guerra total  declarada por el gobierno de EEUU contra el “chavismo”. Así como para  estimular su protagonismo en el proceso libertario, a través de los partidos del GPP, la milicia o de organizaciones populares propias.

El segundo grupo, lo lidera la burguesía local -banqueros, comerciantes, industriales y gestores-  integrantes de nuestra bastante peculiar clase dominante/dominada, localmente parásita del Estado y subordinada a poderes económicos o políticos externos. Supuestos protagonistas del “desarrollo nacional”, desde principios del siglo XX  se las han arreglado para obtener la protección gubernamental  que requieren –y según su perspectiva como élite, merecen-  para  lograr su objetivo “natural”: obtener   la  mayor ganancia posible, invirtiendo o arriesgando un  mínimo de recursos propios.

En tercer lugar, un coleado que ha ido ocupando un puesto cada vez más protagónico entre los  venezolanos, especialmente entre aquellos   que creemos estar ubicados en la inefable media clase: el dólar estadounidense, inoculado cual virus en nuestras mentes y bolsillos. Convertido en un pinche tirano, además de apostar a la pulverización de nuestra economía, está causando estragos en nuestra sociedad  dinamizando la corrupción y el “rebusque” a través de todo tipo de delitos  menores y mayores.

El Presidente, centro de la diana de los ataques terroristas del norte, está tomando medidas para ampliar la  protección  y revitalizar la formación política y la participación del primer grupo, exigir contraprestaciones a los  engreídos del segundo y contrarrestar la penetración del señor dólar  en nuestra realidad monetaria. Pero solo, no puede hacerlo.  Es hora de defender con gran tenacidad nuestra Patria y nuestro proceso bolivariano bajo ataque de un enemigo cada vez  más agresivo.

Leales siempre, traidores nunca

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