Las primarias presidenciales están en pleno movimiento en Estados Unidos, donde una parte muy significativa de la población se apresta a darle batalla al fascismo corporizado en Donald Trump. Prácticamente a diario conocemos nuevas noticias, encuestas, declaraciones de los candidatos y una masiva propaganda electoral mediante anuncios pagados en los medios (lo cual nos hace pensar en cuántas formas más útiles podrían ser utilizados esos enormes recursos).
Hay tres eventos que deben ser decisivos para un país dividido y cada vez más polarizado desde el punto de vista político–social y de visión de su futuro:
- El llamado “supermartes”, el próximo 3 de marzo
- La Convención Nacional Demócrata, del 13 al 16 de julio en Milwaukee, Wisconsin
- El día de las elecciones presidenciales y generales, el 3 de noviembre
¿Serán Bernie Sanders y Michael Bloomberg los líderes y principales contendientes después del supermartes? Sus posiciones políticas, tal como en las fotos, de izquierda a derecha.
Aunque los candidatos han destinado sus esfuerzos a los cuatro estados que votan en febrero, la importancia numérica de estos es relativa. En Iowa, 41 delegados, y en Nuevo Hampshire, tan solo 24. Buttigieg lleva de momento 22–23, frente a los 21 de Sanders. En Nevada se disputarán 36 y en Carolina del Sur, 54.
Un total de 155, una minucia comparada con los 1 357 que están en juego en el supermartes, el 3 de marzo, cuando votarán 14 estados, entre ellos California (con 415 delegados) y Texas (228).
El supermartes está destinado a dibujar en gran medida la suerte de la contienda, y no solo por su importancia cuantitativa.
Después del desastroso inicio del que era el favorito, el exvicepresidente Joe Biden (cuarto lugar en Iowa, quinto en Nuevo Hampshire), es muy posible que la dirección derechista del Partido Demócrata, el poderoso Comité Nacional Demócrata, ponga toda su capacidad, recursos, habilidad manipulativa y mediática en apoyar a Michael Bloomberg como última alternativa ante lo que es una verdadera pesadilla para ese sector: que el pueblo estadounidense –sobre todo jóvenes y minorías– se decida por Bernie Sanders y dé al Partido Demócrata un histórico giro hacia líneas socialdemócratas.
Aunque tímido y de relativos alcances, sería un primer episodio conscientemente anticapitalista en la historia de Estados Unidos.
Una de las grandes interrogantes de este primer “momento de la verdad” gira en torno a cuáles serán los resultados de Michael Bloomberg en su debut. El sector derechista (que llaman eufemísticamente “moderado”) del Partido Demócrata está dividiendo sus votos entre Buttigieg, Klobuchar y Biden, a los que se sumaría Bloomberg a partir del 3 de marzo. En cambio, en el ala liberal y/o “socialista democrática” solo Elizabeth Warren compite con Sanders por la misma base de votantes.
Muchas interrogantes quedarán esclarecidas luego del 3 de marzo, cuando se conozca el voto de 1 512 de los 3 992 delegados que son elegidos por el pueblo, a los que después se sumarán los 771 superdelegados nombrados por el Comité Nacional Demócrata sin el voto de las bases.
No es solo la cantidad de delegados que obtenga cada contendiente; se trata, además, del gran impacto psicológico y la posibilidad de seguir recibiendo dinero (o no) para la campaña, como se ha visto dramáticamente en el caso de Joe Biden, cuyas dos fuertes derrotas en Iowa y Nuevo Hampshire han provocado un colapso de sus fondos de campaña.
Después, los días más críticos de las primarias serían el 10 de marzo (votan siete estados, con 365 delegados), el 17 de marzo (cuatro estados, incluido Florida, con 577 delegados) y el 28 de abril (seis estados, 663 delegados), y cerrarían el 6 de junio, con la última primaria.
La Convención Nacional Demócrata
En el Fiserv Forum de Milwaukee, Wisconsin se efectuará la Convención Nacional Demócrata (julio 13 -16), de donde saldrá el candidato presidencial del Partido Demócrata.
La Convención Nacional Demócrata (CND) se celebrará entre el 13 y el 16 en el Fiserv Forum de Milwaukee, Wisconsin. Durante la CND se votará (varias veces de ser necesario) y se escogerá al candidato presidencial demócrata, y se anunciará y votará su compañero de fórmula como vicepresidente. Asistirán delegados de los 50 estados, del Distrito de Columbia y de cinco “territorios” (Samoa, Marianas, Guam, Puerto Rico e Islas Vírgenes), y se conocerá el voto de los miembros del Partido Demócrata en el exterior.
En las primarias demócratas del 2016, votaron por Bernie Sanders los estados de Nuevo Hampshire, Colorado, Minnesota, Vermont, Kansas, Maine, Michigan, Nebraska, Alaska, Hawái, Idaho, Utah, Washington, Wisconsin, Wyoming, Rhode Island, Indiana, West Virginia, Oregón, Montana y Dakota del Norte, además de los demócratas en el exterior, pero fue superado por Hillary Clinton.
En esta ocasión, Sanders podría pelear las de Nueva York (con el apoyo de Alexandria Ocasio–Cortez, su real y poderoso opositor en la “gran manzana” sería Bloomberg), Illinois, Connecticut, Missouri, Puerto Rico y Kentucky, para alcanzar entre 28 y 31 primarias ganadas.
Un fenómeno de la mayor importancia, y del que se habla muy poco, es el papel de los superdelegados durante la Convención Nacional Demócrata. La mayoría de los 771 superdelegados apoyarían probablemente al candidato que sea más votado entre la derecha del partido. En la convención de 2016, de los 712 superdelegados, 573 votaron por Clinton y 42 por Sanders.
En la Convención Nacional Demócrata de 2020, los superdelegados tampoco van a apoyar a Sanders, aunque quizá sea menor la diferencia respecto a 2016. Son esos superdelegados no elegidos por las bases del partido, sino designados por su derecha tradicional, el arma del establishment para evitar perder el control de la convención y para “negociar” los votos con los delegados elegidos, la llamada “intermediación”.
Es indudable que Sanders necesita llegar a la CND con mayoría para aspirar a ser nominado candidato presidencial, para lo cual se requieren 1 991 delegados.
El día decisivo: Las elecciones del 3 de noviembre
Todo lo escrito anteriormente se produce sobre un fondo de agresividad ultraderechista. El Centro sobre Extremismo de la Liga Antidifamación reportó 2 713 casos de propaganda difundida por grupos supremacistas blancos en 2019.
La propaganda impresa incluye material discriminatorio contra judíos, personas LGBT y minorías, pero también mensajes de aspecto inocente que disfrazan el odio con una retórica más sutil de “patriotismo” y defensa de “los ideales de América”. Todo ello encaja perfectamente en una campaña electoral como la de Trump, basada en execrar a cualquier contrincante, en especial a los progresistas.
Bernie Sanders, “socialista democrático” y judío, es una víctima central de tales ataques. Igualmente, candidatas como Elizabeth Warren y Amy Kobluchar, por ser mujeres; Pete Buttigieg, por homosexual, y hasta Michael Bloomberg, por ser judío. Llegaremos al 3 de noviembre con un país fuertemente dividido, y una animosidad política extrema.
De la mayor trascendencia serán los debates entre Trump y el candidato que salga de la Convención Nacional Demócrata. Estos debates tendrán lugar los días 29 de septiembre (Universidad de Notre Dame, en Indiana), 15 de octubre (Universidad de Michigan) y 22 del propio mes (Universidad de Belmont, Tennessee).
Tres bellos centros universitarios serán la sede de los debates entre Trump y el candidato demócrata. Fotos: iServ.
Serán vistos por ¡más de 120 millones de personas! en Estados Unidos. Mucha gente opina que si Bernie Sanders sale, el candidato presidencial demócrata podría demoler a Trump y arrebatarle millones de votos en esos debates, donde Trump no tiene las condiciones intelectuales y de personalidad para imponerse. Mientras que Sanders va a presentar un plan muy organizado de gobierno, Trump solo gritaría: “Tengo una gran economía”, “No tengo desempleo” y muchísimas veces: “¡Tú eres un comunista, Bernie Sanders!”.
Afirmaciones que Sanders podría hacer aserrín en pocos minutos, con temas tan relevantes como el incremento de la desigualdad, del racismo y la xenofobia; la crítica a la negación irresponsable del cambio climático, el crecimiento del presupuesto militar y el decrecimiento de los recursos dedicados a salud, educación y demás programas sociales. Otros posibles candidatos demócratas (Buttigieg, Klobuchar, Bloomberg) también lucirían bien frente a Trump, excepto, en mi opinión, Biden, gris y colosal generador de bostezos.
Es importante recordar que en 1960, en el primer debate de candidatos, John F. Kennedy destrozó a Richard M. Nixon, a quien se creía el seguro ganador frente al “católico” advenedizo de Massachusetts. Lo mismo logró Jimmy Carter frente a Gerald Ford en 1976.
¿Qué pasará el día de las elecciones? El martes 3 de noviembre se votará por el presidente y vicepresidente, 34 escaños del Senado, las 435 plazas de la Cámara de Representantes y muchos puestos electivos. Para escoger al presidente y su vicepresidente, los votantes elegirán a los compromisarios de sus estados que, a su vez, deberán escoger al ganador a través del Colegio Electoral, donde se requiere obtener 270 votos o más para llegar a la Casa Blanca.
Como es bien conocido, D. Trump obtuvo los votos necesarios del Colegio Electoral en 2016 y por ende la presidencia, a pesar de tener casi tres millones de votos populares menos que Hillary Clinton. Tienen la palabra Arizona, Florida, Pensilvania, Michigan, Texas y Wisconsin, donde se acumulan 124 votos “cambiantes”. Es necesario derrotar a la ultraderecha racista, xenofóbica, guerrerista, enemiga del medioambiente y perpetuadora de la desigualdad social, por el bien de Estados Unidos y del mundo.
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