Ésta constituye la segunda parte de una temática que iniciamos en un primer artículo (https://www.aporrea.org/actualidad/a287489.html), donde desarrollamos nuestra exposición en la respuesta a 4 preguntas. Ellas son: 1) ¿DE DÓNDE VENIMOS?, 2) ¿HACIA DÓNDE NOS HEMOS PROPUESTO IR?, 3) ¿CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA ACÁ? Y 4) ¿HACIA DÓNDE VAMOS? En relación a ésta última pregunta, expresé unas ideas iniciales y dije que en un segundo artículo ahondaría sobre el tema.
Entremos, entonces, a desenredar la difícil pregunta:. ¿HACIA DÓNDE VAMOS? ¿Podría tener alguien una respuesta contundente y definitiva a esa interrogante? Seguro estoy que no. Sin embargo hay quienes afirman que las medidas y/o posiciones adoptadas por Maduro son de corte neoliberal e irremisiblemente vamos de vuelta o de entrada (vaya Ud. a saber) al capitalismo. Si así fuera, cabría preguntarse, ¿a que viene entonces, todo lo que ha hecho, está haciendo y amenaza con hacer Trump para tumbar a Maduro? Sencillamente, debería ocuparse de sus tantos problemas, que no son pocos, ya que el trabajo de salir de Maduro es, a todas luces, inoficioso. ¿Para qué buscar otro, si Maduro, de ser cierto lo que dicen los «camaradas», está haciendo y va en el camino de hacer el trabajo que beneficiaría a Trump, al imperialismo y a todo el Sistema Mundo Capitalista?
Hugo Chávez, fiel a lo prometido, se dedicó, el tiempo que estuvo en el gobierno, a saldar la gran deuda social que se había acumulado en las cuatro décadas de la era puntofijista y más allá de ella, en toda la IV República. Nunca el Comandante Eterno pretendió vender por socialismo, ese necesario acto de justicia histórica. No obstante, algunos irresponsablemente así lo afirman. Pero, no puede haber dudas que Chávez visibilizó y dignificó a los pobres de este país, como nunca antes gobierno o gobernante alguno lo había hecho. Tampoco Chávez negó en ningún momento que algunas cosas pudiesen estarse haciendo de manera inadecuada y fue muy crítico con su gobierno y autocrítico consigo mismo. Las evidencias abundan. ¿Que hubo corrupción? Sin dudas, y la sigue habiendo. A eso acertadamente, mi amigo y filósofo Josu Landa, llama el «déficit de ética» que ha acompañado y acompaña al proceso bolivariano. En realidad, ese déficit viene desde mucho antes, pero a juicio de muchos, en los que me incluyo, no ha existido en los años que van del Proceso Bolivariano, la suficiente voluntad política para erradicar o minimizar el pernicioso mal de la corrupción.
ISTVAN MESZAROS, muy nombrado por el Comandante Chávez, en su libro, «El desafío y la carga del tiempo histórico», al referirse a la «Revolución Social» nos dice: «Mucho de lo que hoy está firmemente arraigado ha de ser erradicado en el futuro a través del laborioso proceso de una transformación revolucionaria progresiva, o, si se quiere, «permanente». Pero el terreno sobre el que se haga esto no debemos dejarlo vacío. En el lugar de lo que ha sido arrancado hay que poner algo que pueda echar raíces profundas.»
En mi opinión, Chávez, gran lector de MESZAROS, estaba consciente del reto que representaba esa verdad expresada en el párrafo aludido. También sabía de las limitaciones en cuanto a las condiciones objetivas y subjetivas presentes en la sociedad venezolana, para emprender cualquier intento de transformación social, llámese o no socialista. No es la intención ahondar acá en la caracterización de esas condiciones. Sin embargo, me parece necesario puntualizar dos cosas:
No existían, ni aún existen, en la sociedad venezolana las bases materiales para la construcción de una sociedad socialista, al estilo que establecen los teóricos clásicos del llamado Socialismo Científico.
La base social subjetiva, vale decir la conciencia generalizada de nuestro pueblo, y su grado de organización tenía niveles muy incipientes que limitaban la concreción de cambios estructurales profundos.
Lo descrito, está referido a la realidad existente en los primeros años del Proceso Bolivariano. Pero, en buena medida, aún subsisten., Sin dudas, en la conciencia política del pueblo ha habido avances importantes, aunque las tareas de formación han carecido de direccionalidad y sobre todo de constancia y permanencia. También en lo organizativo partidista y lo organizativo social, con muchas deficiencias que nadie podría negar, estamos hoy en mejores condiciones. Cómo, si así no fuera, hubiésemos podido resistir los ataques de que hemos sido objeto. En cuanto a las bases materiales, vale decir, en el desarrollo de sus fuerzas productivas, las carencias, esencialmente se mantienen. Nuestra sociedad sigue siendo una economía capitalista dependiente, basada en más de un 90% en la renta petrolera, con una burguesía parásita, conservadora y altamente subordinada a los intereses transnacionales.
En la parte final del artículo anterior (I PARTE) decíamos que: «… si no evitamos que el enemigo fracase en su intento de tumbar a Maduro, mal podríamos avanzar hacia parte alguna. SI NO PODEMOS MANTENERNOS EN PIE, IMPOSIBLE ES CAMINAR». Este punto a mi entender es el nodo central de la discusión. Allí está la Contradicción Principal del momento político actual, y esta contradicción ha mantenido su condición de principal, con sus variantes de mayor o menor intensidad, por lo menos, desde el año 2013. Es la contradicción entre el Imperialismo Norteamericano, sus aliados internacionales y lacayos internos, por una parte, y el conjunto del pueblo venezolano que se opone a la intervención e injerencia externa, sea ésta del tipo que sea. Al lado de esta contradicción principal, que tiene naturaleza y carácter antagónico, coexisten contradicciones secundarias de múltiple naturaleza, que para el caso que nos ocupa no tienen alta significación, a no ser por el hecho que algunos camaradas en la práctica, las tratan como si fueran la contradicción principal.
Este aspecto, de ubicar acertadamente la Contradicción Principal ha sido decisivo para el éxito de las revoluciones triunfantes en el pasado siglo. Errar en esta caracterización llevó a los movimientos revolucionarios a no establecer una adecuada política de alianzas y conducir el movimiento a la derrota o a retrasar la victoria. Ejemplos hay varios, pero la Revolución China y la Revolución Vietnamita, bajo la conducción acertada de Mao y Ho Chi Ming respectivamente, encierran lecciones emblemáticas en este sentido.
En el proceso de construcción de la sociedad que aspiramos, están los planteamientos teóricos en los que se fundamenta el SOCIALISMO DEL SIGLO XXI. Chávez, su creador, dejó valiosos aportes que abarcan expresiones en lo político, en lo económico, en lo social y en lo cultural. Con su bien difundida frase: «COMUNA O NADA», el comandante eterno indicó el camino sobre el tipo de estado que debíamos ir construyendo, el ESTADO COMUNAL, donde la célula básica de todo el tejido social seria la comuna. Es necesario e importante hacer un balance objetivo sobre el avance en la construcción de las comunas. Aquí no se trata de un mero problema de demarcación territorial. El aspecto es más cualitativo, que de orden cuantitativo. En mi opinión ha habido un desarrollo desigual y el avance cualitativo es muy incipiente.
Volvemos a ISTVAN MESZAROS para transcribir un párrafo completo de su libro «MÁS ALLÁ DEL CAPITAL», donde arroja luces sobre el problema que nos ocupa: «El sistema del capital bajo el cual vivimos es un sistema orgánico. Cada parte de él apoya y refuerza a las demás. Es ese tipo de apoyo recíproco de las partes lo que hace que el problema de la transformación revolucionaria sea muy complicado y dificultoso. Si queremos reemplazar el sistema orgánico del capital, tenemos que poner en su lugar otro sistema orgánico en el que las partes le sirvan de apoyo, porque también ellas se apoyan recíprocamente» (subrayado nuestro)
Insistimos en la necesidad de poner los pies sobre la tierra. No podemos confundir nuestros deseos con la realidad. Esta realidad se hace cada vez más compleja e inserta como está en un Sistema Mundo Capitalista en crisis y muy cambiante, exige de quienes estamos de verdad comprometidos con este proceso de cambio, actuar y decir con mucha serenidad e inteligencia. Un prudente silencio, la mayoría de las veces hace más bien que un precipitado comentario.
Pareciera estar claro que en mi opinión lo crucial del dinámico momento político actual es garantizar la permanencia del Proceso Bolivariano o Revolución Bolivariana, como mejor se le quiera llamar. Alrededor de ese objetivo debemos mantenernos férreamente unidos, independientemente de las distintas percepciones que tengamos sobre el camino a transitar y el cómo hacerlo. La misma dinámica irá fortaleciendo las coincidencias, y ubicando los espacios de discusión apropiados para dirimir las diferencias, que siempre estarán presentes en esa lucha contradictoria, desapareciendo algunas y haciendo presencia otras.
Finalmente, estamos en un proceso de construcción complejo y difícil. Se ha avanzado en algunos aspectos, en otros ha habido estancamiento, y , muy seguramente en otros se ha retrocedido. Ese es el resultado práctico de un camino que en algún momento decidimos ir desandando. Los retos están allí y fundamentalmente es cuestión de un hacer y decir reflexivo, donde el uno se corresponda con el otro. Donde la práctica acompañe a la teoría y se nutran mutuamente. Nuestra creatividad y no la copia, la flexibilidad ni la rigidez dogmática, nos permitirán alcanzar la sociedad, no importa cómo se llame, que brinde a nuestro pueblo «la mayor suma de felicidad posible», como lo precribió el Padre Libertador en el Congreso de Angostura, en 1819.