"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Esto es lo mío

Le apuesto a cualquiera que se adentre a pie, en burro, caballo o en un vehículo automotor por el campo, acompañando a cualquier productor agrícola de la zona que visita, a que éste, una vez que lleguen a una determinada «madrina», portón, «ataja ganado» o lienzo expresa con seguridad: ¡Esto es lo mío!.

Sea que el predio constituya una parcela, un fundo en desarrollo o una  «matera hecha», esa común expresión delimita su señorío sobre un área precisa del medio rural. Incluso, si se trata de una propiedad colectiva o comunitaria de las pocas que existen, apenas escuchará el pronominal «nosotros» indicando que son varios los propietarios.

Más allá de lo controversial que resulta el derecho de propiedad sobre la tierra, el montuno identifica lo que le corresponde señalando el ámbito donde trabaja, organiza, manda y usufructúa.  Más allá de la cerca o lindero, sus facultades se anulan y se limita solamente a observar sin entrometerse en las acciones de sus vecinos o el régimen que éstos establecen en sus dominios. En el monte, todo productor honesto respeta el fundo ajeno.

Está percepción básica y elemental del derecho de propiedad, sin embargo ha sido manipulada y convertida en una farsa por quienes codician lo que pertenece a los demás.  Desestimando el derecho ajeno, los capitalistas esperan el momento para desconocer el derecho del otro.

Los gringos, en forma ilimitada, se creen propietarios del mundo, sus aduladores les ayudan, atreviéndose a dictar pautas sobre territorios ajenos. No creen en el derecho limitado de la propiedad, que pudiera servirles para respetar el derecho de los demás países a ejercer su soberanía.

La Fiscalía General y el Gobierno de los Estados Unidos asumen funciones extraterritoriales, acusando, sancionando y asaltando el orden jurídico internacional. Nadie les ha conferido ese derecho. De oficio, son invasores del derecho ajeno y con arrogancia pretenden que «todo sea» de los grandes capitales que representan.

¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!

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