Intervención militar y bloqueo naval son dos conceptos que vuelven a dar vueltas en la conversación política latinoamericana, cuando en apariencias están desterrados como el término “golpe de estado.” Con menos publicidad, otra de las opciones para la desestabilización es el uso de mercenarios o de alguna fuerza irregular, con patrocinadores internacionales y la asistencia de alguna quinta columna local. Una variante de esa fórmula fue utilizada el 17 de abril de 1961 contra la Revolución Cubana. El procedimiento empleado por EEUU en Playa Girón no está muy alejado de las maquinaciones y deseos actuales de ciertos grupos políticos de la región. La historia de Cuba tiene registrada los resultados de un experimento similar, que salió mal para sus primeros promotores.
No fue una aventura a cuenta y riesgo de unos pocos: los invasores de la brigada 2506 tenían listo un gobierno provisional (hoy lo llamarían de transición), con presidente incluido, para pedir la entrada de tropas extranjeras en cuanto hubiesen ocupado alguna posición relevante fuera de los pantanos de la Ciénaga de Zapata. La batalla se libró a la vista de una escuadra estadounidense que incluía un portaaviones, que en los momentos finales intentó evacuar a los derrotados. Todo con fondos y directivas de Washington.
Los planes de invasión empezaron a ser concebidos un año antes. El 17 de marzo de 1960, el entonces presidente Dwight Eisenhower ordenó a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) preparar un plan para el derrocamiento de la Revolución. Exactamente trece meses después, sus intenciones se materializan.
«Aquello tenía que ser el inicio de un mecanismo para organizar una intervención de Estados Unidos a través de la OEA», recordó 25 años después el Comandante en Jefe sobre sus deducciones al tener las primeras noticias del desembarco. «El objetivo de la Revolución fue no darles tiempo a nada, no darles tregua, porque no les podíamos dar tiempo a que consolidaran un pedazo del territorio y trasladaran al gobierno provisional, que ya estaba constituido y con las maletas allí en Miami esperando aterrizar en Girón», agregó Fidel.
A lo largo de 1960 se organizó la invasión, con cubanos emigrados a Estados Unidos, aunque convenientemente entrenados en Guatemala. A partir de noviembre, los preparativos pasan a ser conocidos por el presidente electo John F. Kennedy, quien los asume como propios en enero de 1961, al empezar su mandato en la Casa Blanca. Desde allí, monitoreó la situación y hasta autorizó apoyo aéreo el 19 de abril, poco antes de que sus fuerzas contrarrevolucionarias fuesen derrotadas.
Como líder militar, Fidel precisó que «en Girón operaron dos cosas, la táctica empleada fue una condición de la experiencia que traíamos de la guerra irregular con elementos de guerra convencional, todo el tipo de movimiento que se hizo en la retaguardia del enemigos. Veníamos de la Sierra Maestra, ya conocíamos esa experiencia, no éramos inexpertos totalmente.»
El gobierno de Estados Unidos tuvo que pagar una indemnización de 53 millones de dólares en forma de alimentos y medicinas a Cuba, permitiendo además enviarles de vuelta a los vencidos en Playa Girón. En el imaginario popular cubano, los mercenarios fueron cambiados por compota, aunque estrictamente hablando el acuerdo también incluía medicamentos.
El fiasco militar partió de una asunción equivocada de la CIA, que el propio Fidel encontraba interesante. “Lo curioso de todo esto es que escogieron el lugar, que si racionalmente podía tener características similares a Trinidad o Isla de la Juventud, fácil de defender, desembarcaron por uno de los lugares que mejor conocíamos nosotros, lo conocíamos casi tanto como a la Sierra Maestra; porque la Revolución, que se fue ocupando de los lugares más apartados y más pobres del país, no por razones militares sino por razones sociales, había construido ya en tan breve tiempo dos centros turísticos y tres carreteras en aquella zona.”
Los invasores sobrevivientes fueron derrotados en combate, pero no dejan en paz a Cuba. Medio siglo después, el magnate Donald Trump acudió como candidato presidencial a la sede de la brigada 2506 en Miami para anunciarles un giro en sus posiciones anteriores a favor de la normalización de las relaciones con La Habana. Las encuestas le indicaban que debía ganar el estado de La Florida en las elecciones presidenciales y un tributo a los vencidos en Playa Girón fue la manera que sus asesores de campaña encontraron para agasajar a los cubanoamericanos afines al Partido Republicano.
Fidel enmarcó los hechos de abril de 1961 dentro de la extensa historia de intervenciones armadas estadounidenses en América Latina, reflexionando sobre la confianza que se depositó en repetir la fórmula habitual contra la Revolución cubana: «Antes de Girón habían organizado un plan similar en Guatemala y habían derrocado al gobierno democrático de Arbenz; salvo que en Girón, lo único que cometieron fue un error, no se daban cuenta de la diversidad de circunstancias en que hicieron aquella aventura y en la que trataron de hacer esta».