20 días antes de presentar los informes “Sobre la estabilidad financiera” y las “Perspectivas de la economía mundial”, la Directora Gerente del FMI Kristalina Georgieva, concluida la reunión virtual del G-20 (23 de marzo de 2020), declara que “se prevé como mínimo una recesión tan aguda como durante la crisis financiera mundial o peor”, es decir más catastrófica que en el 2008-2010. Y desliza el sesgo de un mayor impacto del coronavirus en las naciones del Sur y de la emergencia de una economía de guerra:
“Desde el inicio de la crisis, los inversionistas ya han retirado USD 83.000 millones de los mercados emergentes, la mayor salida de capitales jamás registrada”
La pregunta es, si las operaciones del capital y de las finanzas están bloqueadas: ¿Hacia dónde se fugaron los 83.000 millones de dólares? Dado que en el Informe “Sobre la estabilidad financiera mundial”, el FMI reconoce que desde “mediados de febrero… los precios de las acciones cayeron bruscamente, desde niveles que antes estaban sobredimensionados. En los mercados de crédito, los diferenciales se dispararon, especialmente en segmentos riesgosos como los bonos de alta rentabilidad, los préstamos apalancados y la deuda privada, donde las emisiones se redujeron drásticamente…Esta volatilidad de las condiciones del mercado condujo a una fuga hacia activos de calidad, lo que provocó que los rendimientos de los bonos de refugio seguro disminuyeran de manera abrupta… se proyecta que la economía mundial sufra una brusca contracción de -3% en 2020, mucho peor que la registrada durante la crisis financiera de 2008–09 “
Esto es, si los 83.000 millones de dólares se invierten en “los bonos de refugio seguro” o buscan amparo en las principales potencias capitalistas, es de suyo que las ganancias de tal inversión tampoco están resguardadas en el norte, en Wall Street ni en la City London.
A este mal tiempo es imposible que el FMI le ponga buena cara, Kristalina Georgieva hizo ese fútil intento en su encuentro virtual con el G-20, pero después acepta la situación es la del límite de un atolladero abismal:
“…el shock es enorme. La pérdida del producto relacionada con esta emergencia sanitaria y con las consiguientes medidas de contención eclipsa por completo las pérdidas que desencadenaron la crisis financiera mundial… en las actuales circunstancias, la política económica ha de desempeñar un papel muy diferente. En crisis normales, las autoridades encargadas de las políticas procuran impulsar la actividad económica estimulando la demanda agregada lo más pronto posible. Esta vez, la crisis es consecuencia en gran parte de las necesarias medidas de contención. Esto significa que estimular la actividad es una tarea aún más complicada y, al menos en el caso de los sectores más afectados, ni siquiera es algo recomendable.” (Informe “Perspectivas de la economía mundial”; abril 2020.
Aún en tal implosión, el FMI apela al ritual de sus trucos y mañas:
“Las autoridades económicas deben mantener un equilibrio entre salvaguardar la estabilidad financiera y apoyar la actividad económica…deben utilizarse las reservas de capital y liquidez existentes en los bancos para absorber las pérdidas y las presiones de financiamiento… Para gestionar con prudencia los riesgos de liquidez asociados con grandes salidas de capital, los reguladores deben alentar a los gestores de fondos a utilizar plenamente las herramientas de liquidez disponibles, en los casos en que ello redunde en interés de los inversores del fondo…Debe promoverse el fortalecimiento del mercado mediante medidas bien diseñadas… como por ejemplo los mecanismos de interrupción de las operaciones” (Informe “Sobre la estabilidad financiera mundial”; abril 2020).
Durante la crisis del 2008-2010, las ediciones y ventas de EL Capital se multiplicaron, inusitadamente, a un escándalo tal que “la revista Time ve en Marx el rascacielos que, en la niebla, sobresale por encima del resto. Hasta en Wall Street se ha llegado a gritar que Marx tenía razón”, BENSAID, Daniel (2012), Marx ha vuelto, Edhasa, España, pp. 3-5.
No sea tímido, ni tímida, lea El Capital: la evidencia empírica de que el límite del capitalismo es el propio capital. Asuma que siempre retornará para quienes lo desestiman o lo dan por muerto. Olvídese de ese relato antimarxista: “En la medida en que es burguesa…en que considera el orden capitalista…como figura absoluta y definitiva de la producción social, la economía política sólo puede seguir siendo una ciencias mientras la lucha de clases se mantenga latente o se manifieste tan sólo episódicamente” (MARX, El Capital, Siglo XXI. Siglo XXI editores, México, p. 13)
Y siempre se reinventará, para nosotras y nosotros camaradas, que después de todo, también somos del partido de los cronopios, fundado por Julio Cortázar:
“Los cronopios viven en varios países, rodeados de una gran cantidad de famas y esperanzas, pero desde hace tiempo hay un país donde han sacado las tizas de colores que siempre llevan consigo y han dibujado un enorme Se acabó en las paredes de los famas, y con letra más pequeña y compasiva la palabra Decídete en las paredes de las esperanzas, y como consecuencias de la conmoción que han provocado estas inscripciones, no cabe la menor dudad de que cualquier cronopio tiene que hacer todo lo posible para ir inmediatamente a conocer ese país.”, CORTÁZAR, Julio, (1987); La vuelta al día en ochenta mundo, Tomo II, Siglo XXI Editores. Argentina, p.173