Uno de los problemas fundamentales que siempre debe resolver todo movimiento revolucionario es el de la unidad, la cual, en la realidad, se construye sobre la diversidad ideológica, táctica y no pocas veces estratégica. Su solución es, quizá, la principal exigencia para cualquier propuesta de cambios profundos que busque la justicia social.
El Comandante Supremo, Hugo Chávez, valoró siempre la unidad como una necesidad vital de nuestro proceso revolucionario, como la exigen los “grandes desafíos por enfrentar, que necesitan de la mayor unidad posible en nuestras filas”, así lo hizo en su discurso de la unidad, el 15 de diciembre de 2006.
Por ese desafío el pueblo asume como suyo el llamado a la unidad hecho por el Gigante el 8 de diciembre de 2012. Es el mismo pueblo que vocea con fervor: «¡Unidad, lucha, batalla y victoria!», sintetizando en esas cuatro palabras aquella histórica alocución.
Sin duda, el mayor logro del Comandante Chávez fue haber podido construir, con mucho esfuerzo, la más amplia unidad del pueblo venezolano, dotándolo con ella de una formidable fuerza para encauzarlo por la vía de la Revolución Bolivariana.
En el Libro rojo del PSUV se profundiza más en el tema: el partido «promoverá en el seno del pueblo la unidad de manera orgánica, política, ideológica y programática como la forma fundamental de la unidad revolucionaria». Considera que la unidad fundamental es la unidad del pueblo. Esto no impide que el partido procure alianzas con movimientos sociales y organizaciones políticas que coinciden en el camino de la revolución, siempre enmarcado dentro de los límites de los principios revolucionarios.
En el mismo discurso del 2006 el Comandante Chávez también señaló algunos elementos que no son la unidad: 1. No es una sopa de letras, como aquellos viejos acuerdos electorales entre los partidos de la izquierda 2. No es una política “de cuantos diputados voy a tener yo y cuántos gobernadores, y cuál es la cuota mía”, el vulgar reparto de tajadas de la IV República, viva aún, que debemos echarla en un saco y botarla.
La unidad como la concibió Chávez la podemos ver en el cómo se construye en lo concreto –trabajo de hormiga en medio de enormes dificultades debido a la cruel agresión que el imperio norteamericano ha desatado contra Venezuela-, en la labor diaria del chavismo en la calle.
Centenares de miles de militantes del PSUV, sembrados en las catacumbas del pueblo, a lo largo y ancho del territorio nacional, se ven en la heroica acción de las Brigadas de Prevención Popular en las comunidades para vencer la pandemia, en los líderes y lideresas de calle y de comunidades, en las Ubchs, en los órganos del Poder Popular, en los frentes sociales, en la producción, etc. Es un poderoso ejército que trabaja con paciencia y mística cada hebra del gran tejido social del pueblo, que es la verdadera unidad, en unión cívico-militar.
Hoy, cuando el imperialismo norteamericano y sus peones de la región siguen con sus peligrosas provocaciones, amenazando, incluso, con desatar una confrontación armada, la Patria requiere más que nunca que sus hijos cierren filas, en unidad, en torno al Presidente Nicolás Maduro. Necesario es lograr la unión perfecta del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar, el polo sagrado de nuestro Comandante Chávez, y cerrarle sin vacilación las puertas al divisionismo.