“Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”. Esta frase del CHE GUEVARA, resume, en mi opinión, el más genuino sentimiento que alberga cualquier revolucionario auténtico. Y eso, UN REVOLUCIONARIO AUTÉNTICO, fue CARMELO LABORIT, en el sentido más amplio de la palabra, durante toda su abnegada vida, desde que nació un 16 de agosto de 1926, hasta que se despidió de este espacio terrenal, un 30 de septiembre de 2004, en el mismo pueblito oriental que lo vio nacer, el Río Caribe de sus primeras andanzas, a las orillas de ese Mar Caribe que amplió sus horizontes y su visión de Internacionalista Proletario.
IGNACIA LABORIT, su amada vieja, fue su madre y AGUSTÍN LEGENDRE, su padre. Conocí a Carmelo a finales del año 72, cuando el camarada Orlando Yajure, concertó una cita entre ambos en un modesto y discreto café de la urbanización El Rosal en Caracas. Puntual, como siempre fue, entró al sitio a la hora convenida. Ni un minuto más, ni un minuto menos. No cesaba de recalcarnos en las reuniones que luego tuvimos, con su voz grave característica, la importancia de la puntualidad en el cumplimiento de las tareas revolucionarias. “Camaradas, en un minuto se nos puede ir la vida”, nos decía a los integrantes del C.B:I., organismo de base de la Organización de Revolucionarios (O.R.). Siempre me dije que para Carmelo debió ser muy difícil, por su estampa física, su inconfundible caminar y el característico “dejo” de su hablar, pasar desapercibido y moverse en las riesgosas responsabilidades clandestinas
El compromiso revolucionario de Carmelo comenzó desde su adolescencia cuando comenzó a militar en la juventud de Acción Democrática, donde tuvo una participación destacada en las luchas contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, lo que trajo consigo persecuciones, detenciones, tortura y cárcel. Era el partido de Leonardo Ruiz Pineda, Pinto Salinas y Alberto Carnevali, donde la militancia clandestina en AD, significaba toda clase de riesgos. Luego esamilitancia fue traicionada por Rómulo Betancourt, al firmar el “Pacto de Nueva York”, más conocido como Pacto de Punto Fijo, junto a Rafael Caldera y Jóvito Villalba.
En abril de 1960, se deslinda de la posición entreguista de Acción Democrática que ya en funciones de gobierno, desarrollaba una gestión contraria a los intereses del pueblo y de cruenta represión contra las manifestaciones populares y estudiantiles, y funda, junto a otros miembros de la izquierda de AD y de su juventud, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (M.I.R.).
Carmelo Laborit fue fundador de la ORGANIZACIÓN DE REVOLUCIONARIOS (O.R), un 15 de mayo de 1970, junto a Julio Escalona, Jorge Antonio Rodríguez, Luis Fernando Soto Rojas, Marcos Gómez, David Nieves y otros revolucionarios, luego del Proceso de Cuestionamiento del MIR y diferencias políticas con la Comandancia del FRENTE GUERRILLERO “ANTONIO JOSÉ DE SUCRE, en cuanto a visión y definiciones de la coyuntura de esa etapa difícil vivida por el movimiento revolucionario venezolano.
Derrotada la lucha armada en la década de los 60, era necesario asumir con todas sus repercusiones políticas ese hecho innegable. Se trataba, entonces, de asumir sin complejos esa “realidad concreta” y deslindar con las posiciones foquistas de algunas organizaciones de la izquierda revolucionaria y el reformismo claudicante de la “izquierda” electorera. El planteamiento de COMBINAR ACERTADAMENTE LAS DISTINTAS FORMAS DE LUCHA Y ORGANIZACIÓN Y EL QUE LAS FORMAS DE LUCHA LEGALES Y PACÍFICAS PASABAN A UN PRIMER PLANO constituía el planteamiento central de una política revolucionaria que ya se venía perfilando y difundiendo para su debate en el seno del movimiento revolucionario y progresista,, a través de dos pequeños libros, pero de un gran contenido, editados a inicios de la década de los 70:: ”¿VOTAR PARA QUÉ?” Y “VOTO NULO: UNA TACTICA REVOLUCIONARIA”.
Las torturas y “rigores” carcelarias a que fue sometido Carmelo, dejaron honda huella en su cuerpo y padeció no sabemos desde cuándo, una penosa y grave enfermedad, de la cual nunca hablaba. Tenía que trasladarse cada cierto tiempo a Italia, para someterse a tratamiento. En una de esas ausencias obligadas fue fundada la Liga por los Derechos del Pueblo y el Socialismo, un 19 de noviembre de 1973, y Carmelo Laborit fue designado Presidente y Jorge Antonio Rodríguez, su Secretario General. Allí fue cuando me enteré que nuestro camarada Rolando era el legendario CARMELO LABORIT,
Haber conocido a Carmelo, quién para nosotros siempre fue Rolando, y haber sido depositario de sus enseñanzas y su ejemplo, es para mí en lo personal, y seguro estoy que para muchos y muchas que compartieron con él, un “privilegio” que nos deparó la vida en este abanico de alegrías, tristezas, logros y desencantos que vive todo luchador social y aspirante a revolucionario, que muchos hemos sido.
Carmelo, sin que abrigue ninguna duda, consagró su vida a la revolución, con lo todo de humano y excepcional que ello entraña, y pasó ese examen de graduarse de revolucionario.
Seguro estoy que para Josefinita, su hija a quien tanto amó, su esposa Josefina, sus hermanos, su nieto Ricardo, para todos sus familiares, sus paisanos de Río Caribe, sus amigos de la izquierda y la revolución, y, sobre todo, quienes militamos con él en la OR y la Liga Socialista, Carmelo, Rolando o Rulfo, como lo recuerda David Nieves. O “Krakatoa”, como le decían en fraternal jodedera Jorge y muchos otros, dejo para todos una huella imborrable y un recuerdo imperecedero, que sólo un Hombre de la humanidad y estatura revolucionaria de ÉL, pueden dejar.
Finalizo con dos anécdotas con él vividas: la una cuando fue a visitar a su comadre, la “Doctora Josefina” y donde estuvo presente Ovidio González, ambos dirigentes del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). Carmelo les habló con una autoridad, sin dejar de ser amable y cortés, que ambos muy poco objetaron. Era ése un respeto ganado y que no daba lugar a reparo alguno
La segunda, fue cuando fue a visitar a un amigo de apellido Solórzano, quien tenía a su esposa postrada en cama, y obligatoriamente debía asistirla en todas sus necesidades. Llegó un momento en que los dos amigos se han echado a llorar, el uno en los hombros del otro, y quien esto escribe también lloró, sin que ellos se percataran. Esa era la inmensa humanidad y sensibilidad de Carmelo Laborit. Un Revolucionario auténtico, de los IMPRECINDIBLES, a decir de Beltort Brecht.
¡¡¡TE RECORDAREMOS POR SIEMPRE CARMELO. TU RECUERDO Y EJEMPO VIVIRÁ HASTA DESPUÉS DE QUE CESE NUESTRO ALIENTO !!!.
PERSEVERAREMOS, NO NOS DERROTARAN!!!.
¡¡¡ EL SOCIALISMO SE CONQUISTA PELEANDO!!!