Francisco de Miranda en 1797 en el documento Cuerpo de Bases para la Independencia y la Unidad de los Pueblos y Provincias de la América Meridional, señalaba como condición indispensable para la libertad el desarrollo del interés y la voluntad de los pueblos que habitan el continente de la América lo cual conduciría a “proclamar su independencia y asentar su libertad sobre bases inquebrantables”.
Ante la amenaza imperial de entonces, planteaba la urgencia de un tratado de alianza duradera de los pueblos del continente que garantizara el goce de la libertad, y la seguridad. Consideraba que “en caso de que la América Meridional sea, después de concluida la paz, atacada por un enemigo cualquiera” debería ser auxiliada mutuamente por las naciones y pueblos en su defensa conjunta.
Estos extractos de la llamada Acta de Paris, tienen absoluta vigencia ante la amenaza guerrerista impuesta por las elites imperiales de EEUU y la oligarquía civil y militar de Colombia. Los pueblos colombianos, peruanos, ecuatorianos estamos hermanados por una historia común, la guerra no puede ser nuestro destino. El guerrerismo, el crimen y el negocio del tráfico de drogas no son propios de nuestras idiosincrasias; han sido impuestos por las relaciones de poder, el control de recursos estratégicos y la navegación en el Caribe, así como, la pretensión del dominio total de la Amazonía por parte de los EEUU.
Los movimientos sociales, partidos políticos progresistas, y organizaciones de izquierda estamos ligados por la tradición histórica emancipadora, la solidaridad, el amor y la ternura de los pueblos. Esa férrea voluntad hizo posible la libertad de 6 naciones, somos hermanos en la Paz, pero también en la guerra. Preparémonos entonces, desde el Sur del Missisipi pasando por el Caribe, hasta la Patagonia a defender con militares patriotas, la Paz de la Patria Grande como un solo pueblo, herencia de ancestros y legado para nuestros hijos.
De la misma manera, El Libertador Simón Bolívar en la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá en 1824, expresaba con claridad meridiana que era el tiempo de que “los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental” a la cual daba condición de eternidad; llamaba a la consolidación del poder de este gran cuerpo político, que además bajo una autoridad sublime “mantenga la uniformidad de sus principios, y cuyo nombre solo calme nuestras tempestades”. Profético discurso antimperialista.
Es la hora de convocar a los pueblos de la América Caribe Meridional en asambleas permanentes, activar los mecanismos de articulación del Foro Social Mundial, que bajo el principio de la autodeterminación de los pueblos sirva para dar alternativas ante la posibilidad de un conflicto a escala regional, que señale los peligros comunes y puedan generar acciones que contenga y detengan la amenaza y el negocio de la guerra del aparato industrial militar de EEUU-OTAN.
Es el pacto internacionalista de nuestros pueblos los que consolidarán esta alianza y confederación perpetua, “que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo”. La conciencia, unidad, movilización, organización para resistir y enfrentar las amenazas presentes y futuras, es la garantía de la Paz en la región. Somos pueblos de paz pero dispuestos a combatir por la vida, donde y cuando sea necesario.
Es el Legado de Miranda, Bolívar, Sucre, O`Higgins, San Martín, Sandino, Martí, el Che y de pueblos en armas hechos Ejército de Libertadores.