“Salario, precio y ganancia” es uno de los textos de Marx. Su obra fundamental es el Tomo I de “El Capital”, que fue culminado en abril de 1867 y publicado en septiembre de ese mismo año. Los tomos II y III fueron publicados después de la muerte de Marx y son objeto hoy de distintas controversias.
En este artículo recuperamos ideas y conceptos contenidos en “Salario, Precio y Ganancia”, dada su extrema importancia en las discrepancias y controversias que genera la política salarial del gobierno revolucionario, en el contexto de un ataque criminal a nuestra moneda durante los últimos 7 años, y que tiene por efecto un incremento recurrente y acelerado de los precios que no obedece a lógica económica alguna. Si no se toma en cuenta está situación específica, como en efecto acontece, no solamente se establecen conclusiones erróneas sobre la cuestión salarial, sino que además se imputa al gobierno revolucionario la responsabilidad de permitir el incremento de los niveles de explotación de la clase obrera venezolana.
Lo primero a precisar es que calcular la tasa de explotación de la fuerza de trabajo en general requiere tomar nota de un conjunto de factores. En el caso de Venezuela, por las circunstancias que todos conocemos, las dificultades son obviamente mayores.
Es necesario establecer la diferencia entre sectores económicos y si se trata de grandes, mediano y pequeño, para así deducir las diferentes tasas de explotación y la distribución de la tasa de ganancia media entre los diferentes capitales. Como se sabe, los mismos no participan en condiciones de igualdad en ese reparto: esa desigualdad implica que los sectores de la producción más fuertes se imponen, porque los pequeños y medianos producen, por regla general, a costos de producción más altos. Ignorar esto, en aras de simplificar el análisis y hacer más fácil su explicación, nos lleva a conclusiones que distorsionan la realidad que se intenta explicar.
Asimismo no es recomendable confundir la categoría de asalariados: si se mezclan trabajadores públicos y privados es imposible calcular el grado de explotación de nuestra clase obrera. En un país como el nuestro, donde el Estado es el mayor empleador exige de afinar con mayor rigurosidad el análisis, si no se corre el riesgo de determinar la tasa de explotación absolutamente equívoca, al menos que se acepte el supuesto del Estado, en tanto explotador de los trabajadores públicos.
No debiera confundirse la categoría de asalariados con la de explotación de la fuerza de trabajo. Siendo medianamente rigurosos, la explotación de la fuerza de trabajo significa apropiación de PLUSVALÍA independientemente de que el capital privado pague altos o bajos salarios. Una política anticapitalista de transformación de las relaciones de producción capitalistas depende, efectivamente, de esa caracterización.
Marx en “Salario, Precio y Ganancia” expone a los delegados obreros de la Asociación Internacional de Trabajadores, de la cual forma parte, el origen de la ganancia capitalista, la cuestión de los salarios y cómo se forman los precios. Es necesario destacar que para la fecha (1865), los trabajadores en toda Europa desarrollaban luchas por la reducción de la jornada de trabajo y por aumentos salariales. Las posiciones teóricas y políticas de John Weston, miembro también de la AIT, acerca de esos teman son un marco referencial para Marx.
La cuestión central estriba en la articulación del VALOR y la PLUSVALÍA. Valor entendido en el sentido de El Capital, es decir de “la forma de valor de las mercancías” y de por qué en el capitalismo los productos del trabajo toman la forma de mercancía. Esa precisión de Marx define su diferencia clave con los máximos exponentes de la Economía Política Clásica (Adam Smith y David Ricardo), que ya habían abordado estos conceptos, pero con distinto enfoque.
Su análisis de la mercancía determina que el común de todas las mercancías es la naturaleza específica del TRABAJO SOCIAL contenidos en ellas y la cantidad de tiempo de trabajo para producirlas. Es decir, las mercancías se intercambian entre sí con base del tiempo de trabajo y ello incluye la conversión del trabajo, de la fuerza de trabajo, en una mercancía.
Como la teoría de Marx no es una teoría de los precios sino del valor, su asunto es la determinación del valor de las mercancías, cuestión resuelta a medias por la Economía Política Clásica. Marx determinó que el valor de toda mercancía resulta de la cantidad de trabajo (y no de los precios de las mercancías inherentes a la producción de ellas, porque no se trata de un análisis de costes de producción o de precios a secas). Por ello procede a investigar el valor de la fuerza de trabajo (insisto en este punto, no el precio del trabajo o del salario a secas).
El obrero obligado a vender su Fuerza de Trabajo como cualquier otra mercancía, “concede” al capitalista el uso de ella a un salario y duración de una jornada laboral determinada. Entonces, dadas esas condiciones, son efectivas las luchas por la reducción del tiempo de trabajo o de la jornada, y la lucha por aumentos salariales.
A pesar que Marx deja muy claro que la mercancía tiene valor de uso y valor, la lectura de su teoría desde una visión de costes de producción y/o de análisis de precios deja de lado esa precisión conceptual, enfatizando que el la mercancía tiene valor de uso y valor de cambio. Sin embargo, en Salario, precio y ganancia y en El Capital, Marx diferencia entre la forma de valor de la mercancía del valor de cambio, y precisa que éste es la manifestación del valor en la relación de intercambio de las mercancías. Si no hay intercambio de mercancías el valor de cambio no es efectivo: la mercancía tiene valor de cambio, sólo para efectos de su intercambio con otras mercancías.
En ese punto radica la diferencia entre la teoría cuantitativa del dinero y la teoría de Marx del dinero.
El Valor de Cambio de la Fuerza de Trabajo, expresada en dinero, es lo que comúnmente se conoce como SALARIO. Marx, luego de acuciosas investigaciones, concluyó que sólo una parte de la jornada laboral era suficiente para producir el valor de la fuerza de trabajo y el salario de los obreros y obreras. La parte de la jornada de trabajo, necesaria para cubrir el salario, fue lo que llamó Marx, TRABAJO RETRIBUIDO. La otra parte, la denomina TRABAJO NO RETRIBUIDO.
Como quiera que el valor de la mercancía contiene el valor contenido en la materia prima y en los medios de producción (trabajo pretérito o trabajo acumulado) y el valor de la fuerza de trabajo, y dado que la jornada de trabajo excede el tiempo de trabajo para producir tanto el valor de la fuerza de trabajo como su salario, Marx deja bien claro que el tiempo de trabajo de trabajo no retribuido es la plusvalía o el valor. Y ese es uno de los fundamentos primordiales para el cálculo del grado de explotación de la fuerza de trabajo. Y por tanto, para el cálculo de la ganancia de los capitales privados.
He allí porque el grado de explotación de la clase obrera debe excluir al conjunto de los asalariados. Si no establecemos esa diferencia, la política de transformación capitalista es mellada por una política redistributiva, al mejor estilo de las corrientes keynesianas y del anti neoliberalismo que no es anticapitalista: es decir, es desplazada por cualquier modalidad de algo que no existe, por el capitalismo humano o no salvaje.
En el tiempo de trabajo no retribuido, también denominado plustrabajo, el obrero produce un Plusvalor que es apropiado por el capitalista. Ahora bien, de esa apropiación Marx no deduce el monto de la ganancia que corresponde a cada capital invertido. Y que ello no sea así, en ningún caso puede descartarse que para él, “esta relación entre el empresario capitalista y el obrero asalariado es la piedra angular de todo el sistema asalariado y de todo el régimen actual de producción”.
El asunto clave radica en que la tasa de la tasa de pluvalía y/o grado de explotación no guarda una relación directa con la ganancia de cada capital privado invertido, sino que la ganancia de los mismos pasa por la determinación de una tasa de ganancia media e implica como antes puntualizamos, que los capitales privados no obtienen todos, de acuerdo, a esa mediación la misma ganancia, la cual puede estar por encima o por debajo de la ganancia promedio.
En virtud de ello, Marx se refiere al volumen de ganancia y cuota de ganancia. El volumen de ganancia es la magnitud absoluta de la ganancia total y la cuota de ganancia es el porcentaje del volumen de ganancia. Y esa cuota no depende, insistimos, de la tasa de explotación. La razón de ello es simple: si la ganancia se distribuye de acuerdo con la tasa de explotación se puede favorecer a los sectores con menor composición orgánica de capital o sencillamente lo menos tecnificados, y entonces la distribución de la cuota de ganancia sería una contradicción con el desarrollo de las fuerzas productivas.
Todos los cálculos de la ganancia en función del salario evidencian la relación entre el trabajo retribuido y el no retribuido, esto es la tasa de plusvalía o explotación, más no la cuota de ganancia.
De lo dicho, esta suficiente claro que en el capitalismo existen sectores que aventajan a otros en términos de desarrollo de las fuerzas productivas y que esa diferencia implica una competencia intercapitalista por obtener la cuota media de ganancia, y una ganancia extraordinaria por encima de la misma. Y debiese estar claro también que cuando se define una tasa de ganancia promedio, por ejemplo del 27%, ello no implica que todos los capitales invertidos obtienen ese porcentaje de ganancia, es más tal porcentaje de ganancia no está asegurado para ninguno de los capitales invertidos: Si ello fuese así sería un negocio redondo, más diáfanamente: las crisis capitalistas y las quiebras de las empresas serían un fenómeno y no recurrente, tal cual acontece.
Si de la teoría de la ganancia del capital elaborada por Marx se trata, no puede obviarse que en El Capital la tendencia a la caída de la tasa de ganancia constituye una de las causas fundamentales de la crisis del capitalismo. Ello significa que todos los capitales invertidos en la economía real no pasan la prueba de asegurarse la tasa media o promedio de ganancia, que permanente están amenazados por bancarrota.
Y en la puja por librarse de ese desenlace el capitalismo tiende a la concentración y centralización de capitales y por tanto a la formación de monopolios y oligopolios. Es eso lo que ha llevado a que hoy un 1% se apropie de más del 80% de lo producido socialmente.
Ahora bien, hemos dejado claro que en sentido estricto el lucro obtenido por intermedio de las especulaciones y del acaparamiento pueden ser asimiladas a la típica ganancia capitalista. Nos resta puntualizar tres cuestiones:
- En la política salarial del gobierno revolucionario presidido, primero por el Comandante Hugo Chávez y ahora por Nicolás Maduro, concurren una serie de factores adversos que resultan de una guerra económica focalizada en el estrangulamiento económico-financiero, en el robo, no exactamente cuantificado, de más de 30.000 millones de dólares, y en un ataque a la moneda de la nación, que imposibilitan su consolidación.
- Dada la consistente caída de la producción y dado que no ingresan divisas, el presidente Nicolás Maduro confronta una crítica situación para posicionar un salario nominal y un salario real justo. Pues bien, esa es la pelea que el presidente no abandona y que los chavistas no debemos abandonar, para revertir las criminales condiciones que atentan contra las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras, y del pueblo venezolano.
- Si de la lucha contra la explotación del capital se trata, para Marx los combates históricos de la clase obrera por aumentos salariales y por la reducción de la jornada de trabajo son absolutamente necesarias y justas, más no son suficientes. En Salario, precio y ganancia, es clave su énfasis en que las trabajadoras y los trabajadores deben “…emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación definitiva de la clase; es decir la abolición definitiva del sistema de trabajo asalariado.