En las complejas circunstancias que atravesamos los venezolanos, la realización exitosa del proceso electoral parlamentario el pasado 6 D debiera ser apreciada como un triunfo por la inmensa mayoría de la población perjudicada por las nefastas facciones políticas dominantes en la Asamblea Nacional saliente. Celebración doble en el caso del PSUV por haber logrado obtener la mayoría requerida para avanzar con paso más firme en la instrumentación del proyecto socialista bolivariano visualizado por nuestro Comandante Chávez.
Éxitos que no pueden ocultar el descenso del caudal de votos psuvistas, observable desde hace años, producto de diversas razones que deberían ser, y supongo serán, identificadas y debatidas en el partido y en el gobierno con el fin de aprovechar esta ocasión para aplicar las 3R, transformar lo transformable y corregir lo corregible. Revisión que obviamente tenemos que asumir todos como Pueblo revolucionario, psuvista o no, pues no trabajar coordinada y responsablemente es desperdiciar la oportunidad de ejercer nuestro poder soberano. Es hipotecar el futuro de quien sabe cuántas generaciones de venezolanos, empezando por los jóvenes “de oro” a quienes no supimos explicar o quienes no supieron entender la importancia de estas elecciones. Quizás porque “…la juventud está DESESPERADA, siente que No tiene futuro, están TOTALMENTE DESANIMADOS Y DEPRIMIDOS” como señalara alguien en un mensaje de Twitter.
Apreciación exagerada pero bastante realista, reflejo de un fenómeno común en el mundo occidental que no tendría que manifestarse con tanta fuerza en la joven Venezuela que, en medio de un mar de esperanzas, confusiones y antagonismos sigue empeñada en dar continuidad a la lucha independentista e integradora iniciada por el Libertador. Pero que sí se manifiesta debido a la brutal y multifacética campaña de recolonización cultural y psicológica desarrollada por el poder dominante en nuestro vecino del norte.
Es hora de sacar el pensamiento crítico decolonial de la academia y practicarlo. Invertir en descolonializarnos es tan o más importante que invertir en el desarrollo industrial. Y los mayores -tan colonializados como los menores pero al menos conscientes de ello- tenemos la responsabilidad de acercarnos a esa juventud, escucharla, entenderla, encararla, ubicarla en contexto y estimularla a asumir con toda su energía el papel que le toca jugar en la historia. También tenemos la responsabilidad de presentar propuestas a la nueva AN para revolucionar de una vez por todas el sistema educativo y deslastrarlo, al igual que a los medios de comunicación y de divertimento, de virus culturales tan contagiosos y nocivos como el mismo coronavirus.
Independencia y Patria Socialista