Luego de los sucesos de Apure, algunos eventos en la frontera entre Colombia y Venezuela se han difundido en los medios internacionales, insinuando un conflicto militar en ciernes precisamente en este año preelectoral que apunta a ser el último periodo del uribismo en la presidencia colombiana, al menos por la vía electoral.
De lo publicitado a lo realmente importante
El primero y más publicitado ha sido el sobrevuelo de un avión estadounidense Boeing 135 W, el cual se presenta como la plataforma de inteligencia de señales más avanzada de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
La aeronave habría partido desde Nebraska (Estados Unidos) hasta el Arauca colombiano para realizar labores de inteligencia durante cuatro horas, reseña WebInfoMil, presuntamente sobre «el orden de batalla electrónico de las fuerzas armadas venezolanas (sic) y su disposición en terreno, tanto táctica como estratégica, tras el masivo despliegue militar que se ha efectuado en los últimos quince días en la región fronteriza. Así mismo, gracias a las grandes capacidades de espionaje de esta sofisticada aeronave los operadores estadounidenses pudieron analizar todo el espectro electromagnético de la región, recopilando información de radares, comunicaciones, sistemas de defensa aérea, señales de celular, sistemas de guerra electrónica y emisoras clandestinas».
Aunque esta maniobra se presentó como algo extraordinario que evidencia la percepción de Venezuela como una amenaza cada vez mayor contra Colombia, es decir, contra los intereses estadounidenses en la región, su desproporcionada publicidad en al menos 20 de los medios tradicionalmente involucrados en la guerra mediática contra la Revolución Bolivariana habla más de una operación de guerra psicológica y disuasión que de inteligencia.
Habría que añadir, además, que esta acción no fue encubierta y, según los primeros medios que la reseñan, la información se obtuvo por fuentes abiertas y programas que registran la posición de las aeronaves por medio del sistema ADS-B.
Tampoco es la primera vez que se conoce de este tipo de maniobras de este avión en las fronteras venezolanas: ya desde 2019 Venezuela ha denunciado estos vuelos en la región Caribe cerca de sus fronteras, e incluso en octubre de 2019 el Comando Aeroespacial de Defensa Integral venezolano había denunciado la incursión no autorizada de un avión de este tipo en la región de información de vuelo del Aeropuerto Internacional «Simón Bolívar» de Maiquetía. Los medios reseñan al menos tres vuelos más de este tipo en los dos últimos años en los límites de Venezuela.
Son incontables los mecanismos por los cuales Estados Unidos recoge información ilegalmente en el mundo, el sistema de radares que tiene ubicados en islas del Caribe y en la propia Colombia son parte de ello hace ya muchos años.
Medios colombianos dicen también que este vuelo sobre territorio de Colombia es inédito y que incluso significaría un incremento del «apoyo» de Estados Unidos. Algunos cuestionan lo que esto significa para la soberanía colombiana -cuestionamiento que por cierto persiste en algunos sectores de las Fuerzas Militares-, pero la realidad es que la poca soberanía que Colombia podía preservar la perdió al ingresar a la OTAN como «socio global» en 2018.
En este sentido vale la pena señalar que la OTAN ha venido realizando movimientos militares disuasivos en todo el mundo desde la llegada de Biden al poder para amenazar a China y Rusia, a lo que ambas potencias han respondido con despliegues militares inusuales, sin que hasta ahora se haya estallado un conflicto militar real.
La nueva administración de Washington parece estar ansiosa por hacer sentir de nuevo su poder de vigilancia permanente en todo el mundo para recuperar su resquebrajada estrategia de dominación de espectro completo, y aunque continúa siendo la nación con más poder militar del planeta, las potencias emergentes y los países no subordinados están avanzando también en esta materia.
Por su parte, para el disminuido gobierno uribista la guerra por distracción con Venezuela es una herramienta que puede resultarle útil para detener su debacle electoral en agosto de 2022.
Y precisamente el segundo de los hechos acontecidos en estos días en la frontera binacional se generó en un municipio llamado Distracción de La Guajira colombiana, en la base militar Buenavista donde este fin de semana el Ministro de la Defensa de Colombia convocó los medios para una pequeña exhibición de artillería y, por supuesto, aprovechó para arengar contra la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y continuar calentando el ambiente.
Pero lo realmente importante se publicitó poco. Los primeros días de abril uno de los más grandes periódicos de Colombia publicó un artículo sobre la llegada de nuevos contingentes paramilitares a Cúcuta y su presunta alianza con el Ejército. Estos paramilitares del grupo conocido como las AGC (en respaldo a la denuncia del crimen de «memoricidio» denunciado por Gloria Gaitán ante el Tribunal Permanente de los Pueblos el pasado mes de marzo, nos negamos a nombrar a este grupo de terroristas narcoparamilitares por el apelativo que se han dado y optamos por denominarlo solamente por sus siglas) habrían llegado en grupos de 40 en avionetas provenientes del Urabá antioqueño para respaldar a la organización paramilitar Los Rastrojos luego de que, según detalla la periodista, estos fueran expulsados de Venezuela y en Colombia fueran derrotados por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en el Catatumbo y la zona rural de Cúcuta.
Es precisamente esta organización guerrillera la que da más detalles al respecto en su página web esta semana y advierte que se trataría de un batallón compuesto por 400 paramilitares que se pondrían a las órdenes de la Brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB) que llegó a Colombia en mayo de 2020 y que, contrario a los anuncios iniciales del gobierno colombiano, aún se encuentra en la Fuerza de Tarea Conjunta Vulcano ubicada en Tibú.
Entre sus objetivos está el retorno de estos grupos paramilitares colombianos al Catatumbo (río de valor estratégico que nace en el nororiente colombiano y desemboca en el Lago de Maracaibo en Venezuela) y al estado Táchira.
El miedo al pueblo en armas que ocupa los titulares
La derrota y expulsión de los grupos paramilitares en el Catatumbo y Táchira fue producto de las operaciones de defensa de la soberanía venezolana que realizaron en conjunto la FANB, la dirección política de autoridades regionales como Freddy Bernal y Omar Prieto y, por supuesto, las comunidades organizadas de la frontera, y que se profundizaron a partir de la victoria de la Batalla de los Puentes (febrero 2019) hasta alcanzar el éxito que hoy amenazan con revertir.
A juzgar por las reacciones, es justamente ese pueblo el que más les sorprende y al que más temen. En parte porque han terminado por creerse sus propias mentiras sobre «la dictadura venezolana» y se contradicen al evidenciar que hay un poder popular con voluntad de confrontar sus incursiones regulares e irregulares.
Así que, aunque la repotenciación de los vehículos blindados de Venezuela también ocupó la atención de los medios colombianos, reseñando incluso el poderío terrestre del Ejército venezolano, el mayor escándalo internacional en las corporaciones mediáticas mundiales lo ocasionó la orden dada por el presidente Nicolás Maduro a la Milicia Bolivariana, por cierto en su semana aniversaria, de enviar mil milicianos y milicianas al estado Apure.
France24, DW, BBC, son algunas de las cadenas más grandes que reseñaron este hecho como el más importante suceso de la semana en la frontera binacional.
Aparentemente desconocen que la Milicia Bolivariana posee una cadena de mando, uniforme, reglamento interno y, en suma, es un componente especial de la FANB de acuerdo a la Ley. Tratan de caricaturizarla e incluso equipararla con organizaciones paramilitares, pero se debaten entre subestimarla o describirla como un temible monstruo. Lo único que queda claro en todas las reseñas sobre esta decisión del presidente Maduro es que les asusta.
Saben bien que este contingente acudirá sobre todo a cumplir labores de apoyo a la organización popular, pero también son conscientes de que el tejido social en la frontera es la más fuerte barrera para defender la soberanía que quieren vulnerar.
La Guerra Popular Prolongada sentó las bases para construir la China que hoy le disputa el liderazgo mundial a los Estados Unidos. La Guerra de todo el Pueblo que ordenó el presidente Maduro y que sus medios pretenden mostrar como obsoleta les propinó una inolvidable derrota en Bahía de Cochinos.
La innegable experiencia de la Fuerza Pública colombiana en guerra irregular que hoy se pone al servicio de la OTAN contra Venezuela posee un amplio prontuario de crímenes y violencia contra el pueblo colombiano, pero, a decir verdad, no tiene ninguna victoria militar importante para presumir, por eso saben bien a qué deben temerle.