Entender las protestas en Colombia, pasa por aceptar que es un país en guerra. Una guerra silenciada por las corporaciones mediáticas y por los intereses transnacionales en el negocio de las drogas.
Colombia, es el primer productor mundial de cocaína, surtiendo el 70% del consumo del planeta, que se ubica, mayoritariamente, en Estados Unidos y Europa. Este negocio no es posible en un Estado de derecho y justicia, porque es ilegal.
Las drogas financian y promueven la organización de grupos armados, cuya misión es despojar a campesinos de sus tierras para sumarlas al narcotráfico. Algunos pisatarios se organizan y resisten, enfrentando la muerte.
A febrero de 2021, Colombia sumaba más de 22 dirigentes sociales asesinados y desde el 2016 al 2020, acumula más de 753.
Otros, se unen a organizaciones de derechos humanos y partidos políticos, también perseguidos y asediados por la violencia territorial y estatal, esta última tachándoles de guerrilleros, violentos y desestabilizadores.
En medio de estas tensiones, trata de vivir el pueblo trabajador colombiano que, además se enfrenta a la privatización de sus servicios, reducciones del presupuesto para salud y educación públicas y, por ende, amplía la brecha entre ricos y pobres, ubicándose en 2020 como el país más desigual de América Latina.
La suma de estos factores, motivó un llamado a huelga general en noviembre de 2019, convocado inicialmente por sectores obreros y que se extendió a todos los demás.
Fueron 4 días de protestas, abusos de autoridad, cacerolazos y voces de rechazo a la gestión de Iván Duque, el heredero en el poder de Álvaro Uribe Vélez.
Este movimiento terminó dilatado, sin victorias, dada que las reivindicaciones no fueron atendidas.
¿Qué pasó el 29 de abril?
A la histórica situación económica y social de Colombia, se suma la llegada del covid-19.
Hoy, el covid cobra más de 75 mil vidas colombianas y registra el pico más alto de contagios, con más de 17 mil personas diariamente.
En contra de la voluntad de Duque, el gobierno implementó medidas de confinamiento, que se traducen también en una condena a la pobreza extrema de los sectores que dependen de la economía del día.
Con este cúmulo de injusticias y desigualdades, el 29 de abril, el gobierno de Duque anuncia la introducción en el Congreso de una Reforma Tributaria, que ordenaba:
- Aumento del IVA al 19% sobre varios productos y servicios.
- Inclusión de productos exentos de IVA al nuevo incremento.
- Ampliación del impuesto de renta a las personas naturales.
- Disminución de la tarifa del impuesto de renta a las empresas.
A simple vista, estas medidas golpearían la débil economía de las y los trabajadores colombianos, por lo que el rechazo no se hizo esperar.
Si un pueblo sale a la calle, en medio de una pandemia…
7 días lleva el pueblo colombiano en las calles, manifestando en contra del gobierno de Iván Duque. Días donde el pueblo, desarmado y en masa, se enfrenta a policías que lo reciben con artillería pesada y balas en el pecho.
No importó que Colombia estuviera en los días de contagios más altos de covid-19, por lo que parece que la vida ya no tiene mucho sentido en esas condiciones políticas y económicas.
Algunas consignas recogían ese sentimiento, que reflejaba, más allá de la inconformidad, el desespero de un pueblo ahogado.
27 personas fallecidas, más de 800 heridas, 6 violaciones, 726 detenidas y al menos 87 desaparecidas, cuentan las organizaciones sociales y cifras oficiales.
Las redes sociales también se inundaron de videos que dejan constancia de la violencia con que la seguridad de Estado colombiano, trata al derecho a la protesta.
Esta jornada, por ahora, tiene un saldo a favor que alcanza 4 objetivos:
- El retiro momentáneo de la Reforma Tributaria, para su reformulación
- La renuncia del Ministro de Hacienda, quien dio a conocer públicamente la reforma, y su viceministro.
- La visibilización mundial de la dura situación en que vive el pueblo colombiano.
- La respuesta de organismos internacionales, que exigen al gobierno cesar la represión.
También la solidaridad de diferentes gremios y figuras públicas, quienes se sumaron a los llamados de #SOSColombia, unos indignados otros por presión de las mismas redes sociales.
¿Qué se puede esperar de las protestas en Colombia?
El escenario de Colombia, sigue siendo complejo. Jugadas de falsa bandera, autogolpes y falta de liderazgo aglutinador, pudieran determinarlo.
La reforma, como falsa bandera, serviría para oxigenar al partido de gobierno. Ello, porque públicamente algunos personeros manifestaron su desacuerdo.
Esta jugada, se realiza desde el reconocimiento del rechazo a la gestión de gobierno de Iván Duque y la necesidad de que esta opinión no salpique al partido, a un año de las elecciones presidenciales en Colombia.
Otros analistas, indican que el retiro de la propuesta, es un intento de apaciguar las reacciones internacionales.
Pero el gobierno necesitará poner a alguien a pagar los 10 mil millones 800 mil dólares en deuda adquirida con el Fondo Monetario Internacional (FMI), obligando una nueva reforma.
Por ahora, las protestas continúan, pasando del rechazo de la Reforma a exigir la renuncia de Iván Duque, ahora señalado como el responsable de las muertes durante las protestas.
La principal preocupación es la falta de un liderazgo que agrupe el descontento, oriente la lucha hacia una futura opción electoral, y garantice la realización de las elecciones presidenciales en 2022.
Esta decisión no es sencilla en un país, donde asumirse líder de la oposición puede pagarse hasta con la vida, pero el momento parece exigir quien asuma el riesgo.