Por redacción digital de la Revista Bohemia
Cuba habla con la voz del presidente Miguel Díaz-Canel, cuando él convoca a pensar como país y sentencia con absoluta convicción: “Ese es nuestro monumento a la generación histórica. Una obra en construcción que afiance el pasado, sostenga el presente y garantice el futuro de la Revolución. Infinita como los sueños de los hombres y mujeres que la iniciaron”.
Pensar Cuba y fortalecer la unidad que nos hace invencibles, es también compromiso a honrar el sacrificio y ejemplo de los héroes y mártires de la gesta gloriosa del 26 de Julio, con el mayor impulso posible, individual y colectivo, a la edificación de nuestro socialismo próspero y sostenible, esa obra monumental de creación heroica, en la que ellos están y estarán presentes siempre.
Tal vez nada podría ilustrarnos mejor acerca de la significación del extraordinario acontecimiento histórico, que el testimonio de sus principales protagonistas.
En la conmemoración del aniversario 20 del ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Fidel expresó que “era necesario enarbolar otra vez las banderas de Baire, de Baraguá y de Yara. Era necesaria una arremetida final para culminar la obra de nuestros antecesores, y esta fue el 26 de Julio…” Al respecto añadió el Comandante en Jefe: “Sin la prédica luminosa de José Martí, sin el ejemplo vigoroso y la obra inmortal de Céspedes, Agramonte, Gómez, Maceo y tantos hombres legendarios de las luchas pasadas; sin los extraordinarios descubrimientos científicos de Marx y Engels; sin la genial interpretación de Lenin y su portentosa hazaña histórica, no se habría concebido un 26 de Julio…”
Y de los caídos en la gesta gloriosa, hace 66 años, expresó el mejor discípulo martiano y líder de la Generación del Centenario: “Nuestros muertos heroicos no cayeron en vano. Ellos señalaron el deber de seguir adelante, ellos encendieron en las almas el aliento inextinguible… Los vemos renacer en las nuevas generaciones que crecen al calor fraternal y humano de la Revolución…”
También Raúl, al hablar en el Santiago rebelde y heroico que rendía homenaje al aniversario 65, nos dejaba una de sus reflexiones: “Ninguno de los que tuvimos el privilegio de participar en las acciones del 26 Julio, bajo el mando de Fidel, podríamos entonces soñar que estaríamos vivos un día como hoy, con un país libre, independiente y soberano, una revolución socialista en el poder y un pueblo unido, presto a defender la obra realizada, fruto del sacrifico y sangre derramada de varias generaciones de cubanos…”
Esa obra material y humana, que pese a insatisfacciones y expectativas de perfeccionarla nos enorgullece desde la modestia, al mismo tiempo que nos compromete a continuar haciéndola crecer en cuanto a capacidad de solventar necesidades y empinar el decoro, la solvencia moral y la decencia en todos los órdenes del comportamiento público y privado.
Del Moncada aprendimos a convertir reveses en victorias. No han sido pocas las pruebas ante la adversidad, pero nada ha podido contener ni revertir la lucha victoriosa de nuestro pueblo. Trincheras de ideas han mostrado ser más poderosas que las piedras del bloqueo y las agresiones de todo tipo por parte del pérfido enemigo. El cerco se estrecha, el escenario es más complejo, pero nunca ha sido mayor la voluntad combativa y solidaria de resistir, avanzar y vencer.
En el orden interno es propósito evitar en lo posible las afectaciones a la población y los servicios, por lo que se reclama con urgencia por la dirección del país a todos los niveles maximizar la eficacia en el control y ahorro de cada recurso; asegurar el éxito de las medidas adoptadas y las que se continuarán introduciendo para el mayor despliegue de las fuerzas productivas; hacer retroceder la mentalidad y actitud importadora, aprender a producir con calidad competitiva, como lo muestran los buenos ejemplos, y a exportar, lo mucho, y lo poco, para ganar mercados e ingresos imprescindibles.
Diversos son los componentes del llamado de hoy a la conciencia y conducta de cada continuador de estas luchas patrióticas, a pensar Cuba, a sentir y actuar como país. A que cada quien se pregunte diariamente qué puede hacer, y haga su parte, a que todos nos entreguemos en cuerpo y alma al servicio de la nación, y a que saquemos el mayor provecho de la fuerza más formidable y poderosa de la Revolución, que es la unidad. Unidos pudimos, podemos y podremos vencer todos los obstáculos, siempre en 26.