Los resultados políticos-electorales de las megaelecciones exigen de análisis que superen toda interpretación en términos exclusivos del número o de la mera cantidad de votos.
1.
La izquierda de las nubes y lo absurdo.
La visión de los resultados electorales reducida a enfatizar lo que ya sabíamos de antemano, esto es que la votación oscilaría entre el 40 y 45 % del padrón electoral no es otra cosa que llover sobre mojado. En ese sentido, la votación del 42,26% y la abstención de 74%, coherente con la participación histórica en las elecciones regionales, de ningún modo significa que estaríamos ante un desencanto excepcional del pueblo venezolano, y en un punto de inflexión crítico que pudiese derivar en una derrota de la Revolución Bolivariana, tal como han anunciado los críticos de oficio dizque de izquierda.
2.
Y sobre todo, la interpretación de los resultados electorales nos exige hacernos cargo de la conciencia y la voluntad política del pueblo venezolano que determina, en las elecciones del 21 de noviembre, una victoria estratégica del Proyecto Chavista. En ese sentido, dos hechos constitucionales son primordiales: el compromiso de la gran mayoría del 42% tanto con la política del Diálogo y de la Paz avanzada por el Presidente Nicolás Maduro, para así asegurar la salida constitucional de la conflictividad instalada en la sociedad venezolana; y la confianza política en el Consejo Nacional Electoral para la realización transparente y democrática de las megaelecciones:
3.
La votación histórica del pueblo venezolano en las elecciones regionales se ha pronunciado y enviado su mensaje a todas las fuerzas políticas y define lo que hemos caracterizado como el momento post 21 de noviembre. En este nuevo escenario sería un desatino suponer que cualquier fuerza política asumiese dejar a un lado el escaneo a fondo de la votación y el análisis riguroso de los resultados políticos-electorales, y en consecuencia sean descartados los “ajustes” en su estrategia, objetivos y planes políticos.
Entonces, observaremos que el Proyecto Chavista se ha confrontado con resultados electorales, político-electorales y momentos políticos caracterizados por correlaciones de fuerzas críticas y hasta desfavorables. La expresión más clara de tal adversidad es la derrota en la elección de la Asamblea Nacional en el 2015; derrota que da lugar a una situación de fuerzas de naturaleza catastrófica que aún persiste; escenario político que es apalancado por la aceleración y profundización del asedio geopolítico a cargo del imperialismo estadounidense y la Unión Europea.
A partir del 2015-2016, las estrategias del imperialismo (en alianza con las oligarquías conservadoras y fascistas a escala del mundo) y las del Proyecto chavista son sometidas a una rigurosa prueba del ácido; en consecuencia cómo acontece esta confrontación y el desempeño de tal contradicción, de gran calado y envergadura si la hay, constituye la referencia clave para dotar de una perspectiva estratégica a los análisis de los resultados políticos-electorales del 21 de noviembre.
Al margen del desarrollo de tal contradicción y mega conflicto cualquier otra referencia, tal como el recurso empleado por los numerologos (que antes del 21 de noviembre habían vaticinado el quiebre político del “gobierno neoliberal” y “monetarista) refugiados en “la evolución histórica del voto regional” como un dato aislado de la coyunturas y momentos políticos: ese artificio metódico y argucia política, claro está, carece del poder argumental o interpretativo.
4.
En el proceso político del periodo 2015-2021 podemos identificar una evidencia empírica irrebatible, esto es, cómo el Proyecto chavista avanza con base de victorias estratégicas que consistentemente van diluyendo determinados elementos cruciales que subyacen en la relación de fuerzas catastróficas; destacamos las victorias fundamentales:
- La política de Diálogo y Paz. En el entendido de la Revolución Bolivariana pacífica pero que si embargo no está desarmada y de la incuestionable Defensa Integral de la Patria.
- La Asamblea Nacional Constituyente en tanto el contrapoder constitucional que asegura la gobernabilidad de la nación hasta la elección de la Asamblea Nacional en diciembre del 2020.
- La victoria chavista en las megaelecciones, en tanto el hecho político fundamental que define el fin de un ciclo electoral y emplaza un nuevo momento político.
- Y la consolidación de un elevado nivel de conciencia del pueblo venezolano.
En dos platos, al contrario del Proyecto Chavista, las fuerzas políticas del imperialismo, a pesar de su poder inconmensurable, dilapidaron el “triunfo” en las elecciones del 2015 y desde entonces experimentan un deterioro sostenido y creciente de su legitimidad, y un proceso de fragmentación política y organizativa que luce imparable: he ahí el resultado inevitable de la carencia de un proyecto de nación; de la dependencia absoluta del imperialismo, del agotamiento histórico del liberalismo político y económico; y de un campo político hegemonizado por el bloque fascista hasta el 2020.
5.
Los datos políticos antes enunciados significan la realidad política ignorada por una izquierda apasionada por la narrativa de hechos alternativos que solamente existen en las nebulosas de sus redes sociales y en su imaginario político. Esta izquierda en la nube, se ha permitido asumir la votación del 21 de noviembre con el sesgo de prefigurar, desde ya, a partir del primer boletín emitido por el Consejo Nacional Electoral, determinados escenarios. Por ejemplo el siguiente:
Supone que la participación de la derecha como un bloque hubiese dado lugar a una votación radicalmente diferente. Y con base de ese supuesto concluye que la suma de los votos de las fuerzas antichavistas y/o no chavistas, aseguran la convocatoria del referendo revocatorio que haría factible “el fin del gobierno chavista”
El problema de tal suma radica en que el escenario político del referendo revocatorio debe construirse políticamente, y por tanto pasa por el cruce de espadas entre las dos estrategias principales confrontadas; y por la obviedad de si es factible o no la unidad del fragmentado bloque opositor, veamos esta última cuestión.
- La construcción del referendo revocatorio como una realidad política no depende de sumar, en abstracto, los votos de la “oposición plomo” y la oposición no chavista.
- La realidad actual de la oposición ya no es el alcance de una política y una estrategia compartida, dotada de un centro de dirección y de unidad de acción. Entonces, más que sumar votos, el asunto grueso es si efectivamente la unidad de la oposición como un todo es posible y por consiguiente cómo determinar las bases políticas de la misma.
- En la actualidad, la oposición no es la expresión de diversos sectores políticos sino un conjunto amorfo en el cual tenemos, por lo menos cuatro sectores y una serie de grupos políticos que funcionan autónomamente y hasta avanzan políticas diferentes e independientes:
- El ámbito de Guaido, ya sin el liderazgo del conjunto de la oposición y tampoco del sector fascista.
- El ámbito político de los desprendimientos de la MUD y del fallido autojuramentado; nos referimos a los youtubers fascistas; al grupo de María Corina Machado; a grupos fascistas y de extrema derecha clandestinos; a sectores de la otrora Voluntad Popular; y a diversos fraccionamientos de Primero Justicia.
- Un sector opositor dotado de cierta autonomía, nos referimos a Fuerza Vecinal y a otros movimientos políticos opositores que participaron en las megaelecciones del 21 de noviembre.
- La fuerza política opositora que participa de las elecciones del 2020 para la Asamblea Nacional y de las megaelecciones.
Es decir, hasta ahora, la proyección del referendo revocatorio en correspondencia con el supuesto de “toda la oposición”, no es más que el mero deseo de opiniones desentendidas de la realidad política y del movimiento real de la situación catastrófica. Así como un quebradero de cabeza para los “intrigantes de oficio”.
6.
Después de todo, se impone preguntar ¿A qué le tira la izquierda de la nube y lo absurdo?
Y es de notar un hecho que gravita en ese campo político con tarjeta de presentación de izquierda, la ausencia absoluta de una visión de la geopolítica mundial y regional y de las luchas populares y anticapitalistas a escala del mundo.
Tal estreches de miras no permite, jamás, visualizar la unidad entre los combates del pueblo venezolano y el Proyecto Chavistas, en el marco de la lucha de los pueblos latinoamericanos y caribeños contra el imperialismo y el neoliberalismo y la relación entre nuestras victorias y la recuperación, a nivel continental, de espacios político-territoriales por partidos y movimientos populares, anti neoliberales, democráticos y socialistas. Por ejemplo, la reciente victoria de Daniel Ortega, de Xiomara Castro en Honduras y de Sandra Mason en Barbados. Es también verdad, que la etiqueta de revolucionarios parece avalar cualquier destemplanza.
II
El momento político post 21 de noviembre, es expresión de la voluntad de la nación de acuerdo con la Constitución de 1999:
1.
La elección de las Gobernadoras (es), Alcaldesas (es), de las Cámaras Legislativas Regionales y de los Consejos Municipales, en las circunstancias del asedio imperialista y del COVID 19 y mediante la amplia participación de partidos y movimientos con marcadas diferencias y contradicciones políticas e ideológicas, coloca sobre otras bases la confrontación entre la Revolución Bolivariana y el imperio estadounidense-europeo, y sus lacayos locales como regionales.
Momento político que exige del Proyecto Chavista la consolidación de análisis consistentes y rigurosos con la finalidad de reordenar y potenciar las fuerzas del cambio revolucionario, y así asumir en las mejores condiciones posibles, los combates estratégicos que ya se nos vienen encima. En consecuencia, es más que necesario, hacernos cargo de nuestro compromiso con el logro de determinados objetivos, entre los cuales presentamos los siguientes:
- Transformar los actuales modelos de gestión de los diferentes niveles de gobiernos para asegurar la participación del poder popular y la realización de gestiones políticas y administrativas eficaces y eficientes: concentradas en servir al pueblo.
- Implantar el derecho a la ciudad de acuerdo con un proceso de transformación urbana y la apropiación ecosocialista de los territorios.
- Potenciar y consolidar el proceso de los Consejos Productivos de las trabajadoras y de los Trabajadores.
- Consolidar iniciativas socio-productivas basadas en el poder del pueblo, la defensa integral de la nación y en el ecosocialismo.
Los avances y logros de cuatro objetivos significan la posibilidad real de desencadenar procesos políticos, sociales, económicos y militares que nos aseguran establecer relaciones revolucionarias entre el Estado y el pueblo y la construcción de Ciudades Comunales centralizadas por el poder de las Comunas y de los Consejos Productivos de las Trabajadoras y de los Trabajadores.
A contrapelo del mal político que impide mirar hacia los lados y así escurrir el bulto con relación del análisis concreto de las coyunturas políticas y de la relación de fuerza en una línea de tiempo:
El momento político Post Megaelecciones debe apreciarse en su sintonía con la transición geopolítica hacia un mundo sin centro hegemónico que reduce la capacidad del imperialismo estadounidense de ejercer el papel de juez y parte de las relaciones entre las naciones; con la situación de una crisis estructural del capitalismo innegable que puede derivar, en cualquier momento, hacia una Gran Depresión Económica; y con la debacle del neoliberalismo y el surgimiento de una internacional fascista.
3.
En el sentido antes puntualizado, debemos precisar que si bien es verdad que el Proyecto chavista se moviliza en circunstancias muy desfavorables y confrontado con la estrategia intervencionista y de guerra económica del imperialismo, también es verdad que la articulación entre realidades geopolíticas y económicas, la capacidad política del Proyecto chavista y el alto nivel de conciencia y resistencia del pueblo venezolano, configuran una potente fuerza que hace efectiva las victorias la Revolución Bolivariana; dicho de esta manera, en la actualidad gravita una constelación de fuerza para que la idea del horizonte socialista, la construcción del socialismo del Siglo XXI se posicione como un acontecimiento verdadero, real y revolucionario.
Y sea el tiempo de las Auroras Rojas.
4.
La dizque izquierda en las nubes, abrumada por la victoria del Proyecto Chavista ha revirado con un lugar común adornado de presuntuosa sabiduría, de “no hay lugar para el triunfalismo” y con la impostura del “mapa rojo rojito es un espejismo”.
Mientras esa fantasía se da lo más duro que puede y sin parar, el Proyecto Chavista afina sus estrategias para continuar avanzando al compás de la visión de Simón Bolívar y del pensamiento del Comandante eterno Hugo Chávez. Esto es, preparándose para los combates del presente y los futuros que resolverán, definitivamente, la contradicción entre la República Bolivariana de Venezuela y el imperialismo; resolución que implica una línea de tiempo que al sol de hoy luce inevitablemente prolongada, y la reafirmación permanente del norte ecosocialista.
¡Vamos en la ruta de consolidar la Revolución Bolivariana Peleando contra el imperialismo!
Caracas, 30 de noviembre, 2021.
Fernando Soto Rojas
Francisco Cedeño Lugo
Ismael Pérez Castillo
3 respuestas
Muy buen análisis .. debe publicitarse más y debe llevarse más almplano popular …
En los objetivos, a mi parecer, hay que exhortar, a que se cumpla con un llamado por el mismo Maduro, cuando se reunió con el sector de los Trabajadores, ( Maduro, se ha reunido con todos , MENOS con los rconomistas), de que se discutieran TODAS las propuestas económicas, por «locas» que fueran, para salir de esta situación de nuestra economía…
Un objetivo: Discutir ampliamente, con todos los del Sector de economistas de Venezuela.
TANTAS veces, y por el tiempo sea necesario.
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Otro objetivo: ya es tiempo de ir pensando que en la Constitución, falta un PODER de Estado: el Sexto Poder, el poder de los Medios de comunicación, el PODER COMUNICACIONAL debe ir algún día a la Costitucion.
Los llamados podres públicos, en realidad son RAMAS de un único poder, el Poder Publico Nacional (art. 136, CRBV; anterior artículo 118 en la Constitución de 1961). Por lo tanto, NO PUEDE haber una rama del poder Público Nacional con medios de comunicación privados, sean empresariales o sean comunitarios, que también son privados, en tanto que no pertenecen al Estado. Y no podría plantearse un negado e hipotético «Poder Comunicacional» sólo con medios de comunicación del Estado, algo que, por lo demás, ya existe y se llama SiBCI, integrado en el MPP para Comunicación e Información, órgano del poder Ejecutivo.