Chávez hoy es Pueblo, raíz y corazón que se sembró en él y todo corazón es raíz, ardor… amor. Él es ese amor, que regaló y derramó bondad en el cuerpo de la Nación: su nación, su tierra.
Nunca se irá, siempre está, convive y sufre aquí con nosotros, con su voz, palabra, conceptos e ideas: El mundo por venir.
Se fundió en ese pueblo, absorbiéndolo y se hizo todos nosotros. Quien se hace pueblo nunca muere.
Nos dio voz. ¡Siempre!… La voz de Dios, es la voz del Pueblo. Este amor infinito por su gente lo concretó en una forma novedosa de hacer política: la antipolítica del corazón. Nunca calculó. ¡Nunca! Sin medida alguna, sintió, se entregó y consumió en su pueblo, con él, en sus heridas, sus sueños y sus esperanzas.
Nunca nos defraudó. Fue nuestro enteramente, una fuerza espiritual histórica, un líder atreviéndose a desafiar al imperio hegemónico mundial, su usura, su explotación y amenaza constante a la vida en el planeta. Nunca comió cuentos: Iba siempre hacia adelante, con sus pobres, sus hambrientos, desarrapados, enfermos y excluidos:Los condenados de la Tierra según Frantz Fannon. Hizo el milagro aquí en la tierra: multiplicó los panes, creó un modelo de justicia social basado en la distribución de la riqueza y la redención social. Resucitó los principios de soberanía, emancipación y autodeterminación. Arrebató a la Nación de las fauces del vampiro capitalista. Revolvió la historia cuando se daba por descontado su fin. Rescató de la oscuridad de los abismos, no sólo a Venezuela, convertido en líder del mundo, a contracorriente del imperio neoliberal, abogó sostenidamente por un mundo pluripolar, única garantía de sostener la vida humana en el planeta, su equilibrio. Saltó por encima del vacío, mostró la posibilidad de un camino distinto: una vida auténticamente humana, respetuosa con el planeta.
Ese arrebato, esa pasión, su frenesí lo catapultó a líder universal, símbolo de un cambio inexorable… Total trastocamiento de los planes de la superpotencia hegemónica criminal mundial.
Calcinó con su verbo el mapa de las estructuras oligárquicas de dominio. Su pensamiento revolucionario enfrentó y acorraló el chantaje injerencista, pillaje delincuente impuesto al mundo entero.
Hizo de la Doctrina de la Unión Cívico Militar, inscrita indeleblemente en la conciencia del pueblo, principio fundamental para la protección de nuestro país. Se opuso férreamente a la corriente globalizante creando un Estado Democrático, Social de Derecho y de Justicia, hoy una anomalía sistémica, fortaleciéndolo para proteger a los venezolanos y venezolanas.
Mediante políticas distributivas defendió el salario, disminuyó la pobreza, erradicó el analfabetismo, redujo el desempleo, cerró la brecha entre ricos y pobres, llevó salud donde nunca había llegado, devolvió la vista a miles de ciegos, sin excluir a nadie vistió a los desnudos, alimentó a los hambrientos, saldando una deuda histórica con el pueblo pobre más necesitado del país.
Levantando las banderas de la Patria Grande visionada por el Libertador Simón Bolívar extendió a Latinoamérica y el Caribe lo hecho para Venezuela; su pregonar integrador irrumpió en el ámbito nuestro americano mestizo impulsando causas que parecían perdidas. UNASUR, CELAC, ALBA, TELESUR son frutos de su genio; empeñó todo su esfuerzo para socorrer a los más desamparados: protección y defensa de los derechos de los indígenas, campesinos, mujeres, niños, sexo diversidad y personas con alguna discapacidad.
Levantó un dique de protección y contención frente a la intrusión negativa enemiga del poder global, incluso de las propias debilidades internas, por eso es el katechon, el escudo, la contención de la iniquidad del sistema hiperliberal mundial. Removió y desató nuestro sentimiento íntimo, vital, haciéndonos irradiar una profunda venezolanidad, devolviéndonos el orgullo nacional y nuestro horizonte de sentido y esperanza. Se convirtió en la luz al final del túnel, corriente histórica que sus herederos estamos en la obligación de continuar para alcanzar la liberación integral definitiva de la Nación, patria cuya conciencia revolucionaria está predestinada a asegurar el cambio histórico que comenzó y protagonizó el gigante.
Chávez siempre fue un plan para salvar la humanidad (Mamud Ammanideyad). Supo conectarse a la fuente, energía creadora, luz posible, y desde allí, con esa luminosidad hizo mucho. Por ese esfuerzo suyo estamos obligados a ser mejores, siempre mejores.
Hagamos que el ejemplo y sacrificio de este hombre justo no sea en vano ni sus palabras congruentes se las lleve el viento.