Biden amenazó a Rusia con fuertes medidas económicas en medio de un ambiente caldeado por presuntos planes para invadir a Ucrania, pero la realidad indica que su Gobierno es el que avanza por escalar la crisis luego que el Congreso aprobara un plan de gastos, que incluyó importantes erogaciones para enfrentarla.
El escenario está preparado por una intensa campaña mediática diseñada por los estadounidenses que intenta presentar los derechos a la defensa de Rusia ante el avance de la Organización del Tratado del Atlantico Norte (OTAN) hacia el este como un peligro para Ucrania.
El supuesto carácter «amenazante» de los desplazamientos de las tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania es la carta que enarbola Washington, y es su principal argumento para amenazar, incluso con una guerra nuclear, según expertos.
Moscú quisiera obtener «garantías fiables y jurídicamente vinculantes que excluyan la expansión de la OTAN hacia el este y el despliegue de sistemas de armas ofensivas en los países vecinos», indicó un comunicado de la presidencia rusa.
Rusia se mantiene firme en sus posiciones y el tema de Ucrania y la crisis en la región de Donbass en medio de la falta de avances en el cumplimiento de los acuerdos de Minsk de 2015, “no tiene alternativas», según Moscú.
Ted Galen Carpenter, experto de defensa y política exterior del Cato Institute, al valorar esta situación opinó que si los responsables políticos estadounidenses no adoptan un enfoque más comedido y abandonan políticas peligrosamente simplistas, el resultado podría ser un conflicto armado con implicaciones nucleares.
El experto apuntó en un artículo publicado por antiwar.com que líderes estadounidenses siguen una política de disuasión peligrosamente simplista con respecto a Ucrania
Una de las conclusiones más peligrosas que sacaron las élites políticas y normativas de Estados Unidos de la victoria de Occidente en la Guerra Fría es que la disuasión no sólo puede funcionar, sino que, si se aplica con fuerza militar y enfática resolución retórica, siempre funcionará.
Sin embargo, muchos analistas, entre ellos Carpenter, consideran que una opción militar para Washington en Ucrania tendrá consecuencias desastrosas para el Pentágono.
Aunque Estados UNidos siga disfrutando de una indiscutible superioridad militar a nivel mundial, eso no significa necesariamente que tenga esa superioridad en un escenario geográfico concreto, puntualizó Carpenter.
Abordó el comportamiento de Moscú hacia la políticas estadounidense y aseveró que la conducta rusa es más una reacción a las medidas agresivas que ya tomó Estados Unidos y su cliente ucraniano que una prueba de intención ofensiva.
Los halcones estadounidenses presionan para aumentar su compromiso implícito de defender a Ucrania, asumiendo de nuevo que tales medidas harían que Rusia se acobardara, algo lejos de la realidad, expresó Carpenter.
Ante esos planes, el Kremlin lanzó repetidas advertencias a Estados Unidos y a la OTAN de que la incorporación de Ucrania a la Alianza cruzaría una línea roja. A finales de noviembre, Vladimir Putin renovó esa advertencia, dejando claro que consideraría intolerable la presencia de tropas o armas de la OTAN en Ucrania.
No cabe duda de los estadounidenses son mucho más fuerte que Rusia desde el punto de vista militar. Sin embargo, a menos que Washington y sus aliados estén dispuestos a librar una guerra total contra Rusia, un conflicto armado limitado a Ucrania disminuiría gran parte de esa ventaja, opinó Carpenter.
Durante los últimos meses diversos analistas alertaron a la Casa Blanca sobre una posibilidad real de fracasar en una aventura bélica. Las fuerzas rusas estarían operando cerca de casa, con líneas de suministro y comunicaciones relativamente cortas. Las fuerzas estadounidenses estarían operando lejos de casa, con líneas extremadamente estresadas.
En otras palabras, no hay ninguna certeza de que Estados Unidos se imponga en un conflicto de este tipo y difícilmente los miembros de la OTAN apoyen una guerra que los afectará muy directamente a ellos.
Por otra parte, las amenazas económicas vertidas por el asesor de Seguridad nacional, Jake Sullivan, sobre el entorpecimiento de que el gas de Rusia llegue a Europa a través del gasoducto Nord Stream 2 no es más que un “farol” de los estadounidenses que tiene muchos votos en contra dentro de sus aliados de la OTAN.