"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

La llegada de una nueva izquierda

Hemos entrado en una nueva fase de recomposición de la izquierda política. Tenemos que sacar todas las consecuencias, insertarnos en esta batalla para hacer avanzar las ideas revolucionarias.

Los resultados de Mélenchon son indiscutibles. Es un voto de clase, con el 50, 55 o incluso el 60% de los votos en los barrios obreros y un apoyo masivo, ganado por el posicionamiento contra Macron y la extrema derecha, consignas sociales y un discurso renovado contra el racismo y la islamofobia. Decenas de miles de personas trabajan en torno a ello, aunque habrá que comprobar que esto se mantiene en el tiempo. Se ha abierto una fase en la que se están llevando a cabo experiencias masivas en el ámbito de la militancia, cierto que en el ámbito electoral, pero que, a estas alturas, ya no se limita a los osificados aparatos de la izquierda institucional…

Una corriente que rompe con la gestión anterior del capitalismo

Ciertamente, no asistimos a un levantamiento de millones de personas, pero «[la ciencia exige] que se tengan en cuenta todas las fuerzas, todos los grupos, los partidos, las clases y las masas que actúan en el país que se trate, y que no se fije en modo alguno la política basándose solo en los deseos, opiniones, grado de conciencia y preparación para la lucha de un solo grupo o partido» 1/. La situación debe analizarse a la luz de la relación de fuerza global; a saber, el ascenso de la extrema derecha y el peligro fascista, las políticas ultraliberales y autoritarias de Macron y la debilidad de las movilizaciones sociales.

Los márgenes de maniobra que permitían el capitalismo paternalista y redistributivo se están reduciendo, a pesar de los -y a causa de- los cientos de miles de millones invertidos durante la crisis sanitaria para evitar el naufragio económico, y esto está provocando un intenso desgaste de los aparatos de gestión que son el Partido Socialista (PS) y Los Republicanos (LR).

La hostilidad de los editorialistas burgueses demuestra que la clase dominante no quiere integrar a Mélenchon y a la Nueva Unidad Popular Ecológica y Social (NUPES) en la gestión de sus asuntos. Caroline Fourest fustiga así «lo que separa a una izquierda radical, más bien identitaria, hostil a la Unión Europea y a sus tratados, y a una izquierda más responsable, republicana, laica y universalista» 2/. Este discurso se combina con todos los matices de una ofensiva racista, desde la polémica sobre Taha Bouhafs hasta la campaña contra la autorización del burkini en Grenoble, mostrando hasta qué punto el racismo es una herramienta para atacar a las clases populares y sus representaciones políticas.

El intento de acuerdo entre la NPA y la NUPES

En este contexto, el NPA quería un acuerdo con la Unión Popular; acompañar la reconstrucción de la conciencia de clase que se está llevando a cabo a través del voto a Mélenchon, para actuar dentro del movimiento real y no criticándole desde fuera.

Este enfoque, inusual para nosotros, no es nuevo en el movimiento obrero revolucionario. En La enfermedad infantil, Lenin defiende una posición similar: «Del hecho de que la mayoría de los obreros de Inglaterra siga todavía a los Kerensky o Scheidemann ingleses, de que no haya conocido aún la experiencia de un gobierno formado por esos hombres –experiencia que fue necesaria en Rusia y en Alemania para que los obreros pasaran en masa al comunismo–, se deduce de modo indudable que los comunistas ingleses deben de participar en el parlamentarismo; deben ayudar a las masas obreras, desde dentro del Parlamento, a ver en la práctica los resultados del Gobierno de los Henderson y los Snowden; deben ayudar a los Henderson y a los Snowdens a vencer a la coalición de Lloyd George y Churchill. Proceder de otro modo significa dificultar la obra de la revolución, pues si no se produce un cambio en el modo de pensar de la mayoría de la clase obrera, la revolución será imposible. Y ese cambio se consigue con la experiencia política de las masas, nunca por la propaganda sola».

El acuerdo propuesto inicialmente por la Unidad Popular (UP) se asemejaba a lo que Lenin propone a continuación: «El Partido Comunista propone a los Henderson y a los Snowden un compromiso, un acuerdo electoral: marchamos juntos contra la coalición de Lloyd George y los conservadores, repartamos los escaños en el Parlamento según el número de votos dados por los obreros al Partido Laborista o a los comunistas (no en las elecciones, sino en una votación especial); conservamos la libertad más completa de agitación, de propaganda y de acción política».

Para nosotros, se trataba de contribuir a la victoria de una izquierda recompuesta que no es percibida por la gente como participe leal en la gestión del capitalismo; de acompañar esta dinámica, de vincularnos a sectores muy amplios que quiere influir en la situación, cambiar la relación de fuerzas e imponer las reivindicaciones sociales, para prolongar esta dinámica con la construcción de las luchas.

Desgraciadamente, el acuerdo no se pudo alcanzar porque la dirección de la UP era partidaria de un acuerdo con el PS. Esto se debe al deseo, indicado desde el principio por la dirección de la UP, de «construir una dinámica mayoritaria». Interpretamos esta fórmula ingenuamente -pero en política la ingenuidad es una cualidad, una forma de optimismo de la voluntad si no se convierte en oportunismo-, como una voluntad de conquistar la mayoría en la Asamblea, con lo que estábamos de acuerdo, cuando, en realidad, se nos pedía que estuviéramos dispuestos a cualquier compromiso con quienes aceptaran a Mélenchon como Primer Ministro. Esto condujo a la búsqueda de compromisos cada vez más a la derecha, primero con EELV y luego con el PS, tanto en lo que respecta a la relación de fuerzas como a las cuestiones programáticas.

Aceptación del marco del sistema

El programa de la UP se construyó a partir de debates en los grupos de trabajo, elaborados por intelectuales reformistas radicales, sindicalistas, investigadores y activistas, sobre la base de lo que analizaron como necesidades sociales. Existe una distancia entre estos últimos y los activistas, la aristocracia obrera moderna 3/, sinceramente preocupada por las necesidades sociales de las clases trabajadoras pero que, sin embargo, se beneficia de unas condiciones de vida más favorables y está más integrada en el capitalismo por su lugar en la sociedad.

Esta relación con el sistema se concreta en el eslogan «Mélenchon primer ministro». Este eslogan pretende mantener el impulso electoral de las elecciones presidenciales, pero opera una continuidad entre la función presidencial, muy poco democrática, y la búsqueda de una mayoría parlamentaria, borrando de paso las críticas subversivas a la V República inscritas en el programa de Mélenchon en relación a la VI República: la abolición del cargo presidencial, la representación proporcional plena, etc.

Durante las discusiones programáticas con la UP, el NPA propuso un aumento uniforme de los salarios. Esta propuesta fue rechazada con el argumento de que esto no forma parte de las prerrogativas del primer ministro, del Gobierno y de la Asamblea, pero que se debería organizar una conferencia social entre los sindicatos y el Medef [patronal] para discutirlo…

Básicamente, la transformación de la UP en el NUPES, bajo la presión de lo que está en juego en las elecciones legislativas y el deseo de ser creíble en estas elecciones, corresponde en el plano programático a un mayor nivel de aceptación del marco institucional de la V República.

La relación del NUPES con las luchas sociales

La Unión Popular consiguió federar a una gran parte de los militantes de las últimas luchas significativas: figuras de las huelgas de la TUI, de Ibis Batignolles y de la RATP, por ejemplo, que sin embargo habían creado vínculos con la extrema izquierda en el curso de sus acciones. La mayoría de los intelectuales de la izquierda radical también se unieron a las filas de la UP, contribuyendo a su solidez programática.

Pero, en la práctica, son naturalmente los estratos superiores los que dominan el Parlamento de la UP: profesores, cargos electos, responsables políticos o sindicales, porque el lugar de los trabajadores de la base se reduce mecánicamente por la debilidad de las luchas sociales, y tienen que enfrentarse a la imposibilidad de liberar tiempo para intervenir en los debates estratégicos.

Esta tendencia se ve reforzada por el método de constitución de las candidaturas a las elecciones legislativas: el naciente aparato debe dar cabida a las figuras militantes que se han investido, que animan las estructuras y aspiran a tener un lugar en la actividad política que permite participar en la Asamblea Nacional. Así, el NUPES no escapa a la tendencia habitual en las organizaciones de izquierda de lanzar figuras en paracaídas a circunscripciones populares y fácilmente ganables, independientemente de los equipos militantes que puedan existir en ellos. Esta caricatura es aún mayor cuando los candidatos provienen del Partido Socialista, o incluso del reciclaje del macronismo.

Hasta el punto de generar rupturas: Jérôme Lambert [candidado porpuesto por el PS en su cuota], contrario al matrimonio para todos, tuvo que ser destituido en Charente, mientras que varios candidatos, entre ellos Hubert Julien-Laferrière en el Ródano, han conducido a plantear candidaturas apoyadas por sectores del PCF y de France insoumise. Ahora bien, el daño de cara a colectivos como «On s’en mêle», que constata que el lugar de los candidatos y los equipos de activistas de los barrios populares se ha reducido mucho, ya está hecho 4/.

La relación con los activistas de las luchas es, por tanto, contradictoria: por un lado, NUPES se nutre de las luchas, les da voz y es una oportunidad para dar confianza a las clases trabajadoras para crear las suyas propias; por otro lado, absorbe a algunas de ellas y aparta a otras, lo que nos devuelve a la función integradora de la democracia burguesa, capaz de llevar la contestación a las instituciones para sacarla de las calles. Desde este punto de vista, el juego aún no ha terminado, porque hay contratendencias, como, por ejemplo, con Danièle Simonnet [en Paris] explicando en la asamblea general de la circunscripción que las luchas serán necesarias, gane o no NUPES, porque «el sistema resistirá»; o las palabras de Rachel Kéké, que quiere llevar la palabra de los de abajo a la Asamblea.

El aparato de Estado divide la NUPES en dos frentes

El primero, tiene que ver con la absorción de miles de personas en la gestión cotidiana: diputados, asistentes parlamentarios, consejeros regionales o departamentales, alcaldes, concejales municipales, son todos activistas desvinculados de su entorno, de sus vínculos colectivos y de sus luchas. «La fuente del burocratismo radica en la creciente concentración de la atención y de las fuerzas del partido en las instituciones y aparatos gubernamentales 5/. La radicalidad atraída por las instituciones corre el riesgo de ahogarse en ellas.

La segunda, es la incorporación del Partido Socialista y de Europe Écologie Les Verts, que ha modificado la dinámica de la coalición electoral, su equilibrio global. Los representantes electos del Partido Socialista y gran parte de los Verdes constituyen una fuerza ineludible dentro del NUPES, sobre todo porque son los más experimentados en ese ejercicio. Concretamente, fue el número de circunscripciones otorgadas al PS lo que provocó la ruptura de las negociaciones entre el NPA y la UP: Podíamos discutir de todo en términos programáticos mientras mantuviéramos nuestra independencia, también podíamos recortar fuertemente el número de circunscripciones que se nos proponían 6/… pero proponer 70 circunscripciones al PS y 100 a EELV significaba ofrecer un tercio de los escaños a las corrientes social-liberales, las más integradas en el capitalismo y la gestión de los asuntos de la burguesía, no sólo en el pasado, en los gobiernos de Jospin y Hollande, sino también actualmente en múltiples comunidades locales. Dar tantas circunscripciones al PS era una garantía para que el aparato pudiera ofrecer cargos a su ala más derechista y directamente burguesa. Además, Joël Aviragnet [PS] fue confirmado muy discretamente como candidato del NUPES en la 8ª circunscripción de Haute-Garonne, ¡aunque forme parte de la corriente de Carole Delga [filomacronista], que presenta candidatos disidentes del PS contra el NUPES en otras circunscripciones de la región!

Un gobierno de la NUPES estaría directamente bajo la presión de estas corrientes, sin las cuales no tendría mayoría parlamentaria, y a través de sus ministros. En esta discusión nos encontramos más o menos con la consigna «fuera los ministros burgueses» tradicionalmente planteada por los trotskistas para poner de manifiesto los compromisos adquiridos por las organizaciones obreras con el Partido Radical, representante de una burguesía de izquierdas, infatigable defensor de la propiedad privada y del aparato estatal. La integración del ala derecha del PS en la coalición es como una soga que la UP se ha echado al cuello para impedirle llevar a cabo su programa. ¿Cómo desobedecer a la UE compartiendo el poder con el PS? ¿Cómo controlar a los altos funcionarios y al aparato de represión teniendo una corriente tan ligada a las políticas liberales y represivas de las últimas décadas?

La crisis que se avecina

El posible resultado de estas elecciones legislativas es múltiple. Lo más probable es que Macron adquiera una mayoría para continuar con sus políticas destructivas. Lo menos probable, es que la NUPES obtenga una mayoría, aunque no podemos descartar esta posibilidad dada la dinámica militante que existe en este campo en un momento en el que la extrema derecha parece frenada por la derrota de las elecciones presidenciales y Macron tiene dificultades para formar un nuevo gobierno. Una tercera posibilidad es una configuración inédita en la que no habría mayoría en la asamblea. En ese caso la presión sobre los miembros electos del PS y EELV del NUPES sería máxima para formar un gobierno de Unión Nacional con Macron bajo la presión de la extrema derecha. En cualquier caso, en los próximos meses se producirán acontecimientos importantes, siendo la polarización entre los tres bloques –la extrema derecha, la izquierda recompuesta y el bonapartismo de Macron– una representación de la creciente inestabilidad de la situación y del hecho de que se están gestando agudos conflictos de clase.

Para las y los revolucionarios, la victoria de la izquierda sería un elemento importante para agudizar las contradicciones de la situación y acelerar la clarificación de campos. En primer lugar, no nos es indiferente una victoria o una derrota del LREM en las elecciones legislativas. Si gana, pondrá en marcha su política de quiebra social. Sin embargo, si gana la NUPES, o si lograra que Macron no obtenga la mayoría en la Asamblea, la iniciativa política se desplazaría en dirección a las clases trabajadoras: la extrema derecha y la burguesía estarían desorientadas.

Para intervenir en la situación, hay que partir de esta contradicción que resume nuestra situación. Philippe Poutou es la segunda figura más popular entre los votantes de izquierdas, por detrás de Jean-Luc Mélenchon 7/… pero su resultado fue del 0,77% en las elecciones presidenciales. Nuestra capacidad de reagrupación, de liderazgo, es extremadamente limitada a pesar de la simpatía que se expresa a nuestro alrededor.

Después de la campaña presidencial, también corríamos el riesgo de encerrarnos en una lógica de autoconstrucción que ya se ha demostrado inútil: en comparación con la LCR, hemos experimentado un fuerte declive en la integración del partido en las masas, perdiendo un gran número de militantes insertados en organizaciones de masas -sindicatos, asociaciones como el DAL, el FCPE, Act Up o Agir contre le chômage, estructuras de apoyo a los sin papeles y todas las demás estructuras de barrio, estructuras de solidaridad internacional, etc.- a su vez bastante debilitadas, en detrimento del partido. Ellos mismos se debilitan, lo que dificulta el conocimiento de las verdaderas luchas dirigidas por el proletariado. Nuestra actividad suele limitarse a la propaganda y a la participación -a veces incluso desde fuera- en las luchas sindicales.

Nuestra implantación corre el riesgo seguir una tendencia del tipo de activistas de capas medias o altas de la sociedad que intervienen desde el exterior, y dando lecciones, sin una práctica de lucha de clases, ya sea en las empresas o en los barrios obreros. Esto lleva a desarrollar una visión ideológica de la política, consistente en discutir la política desde un análisis teórico alejado de la conciencia real, fomentando un lenguaje militante reservado a los iniciados, incapaz de vincularse con las masas y de responder a las grandes cuestiones políticas. Necesitamos una sacudida para volver a conectar con las preocupaciones y los modos de acción reales de las clases trabajadoras.

En el distrito 20 de París, por ejemplo, intentamos integrarnos en la campaña de Danièle Simonnet, que combina momentos de debate colectivo con un trabajo sistemático de encuentro con los habitantes de este barrio tan obrero, distribuyendo folletos delante de las escuelas y con una actividad de puerta a puerta a la noche. Los militantes de la LFI intentan reconstruir un tejido político, que desapareció con el hundimiento del PCF, con responsables de edificios, con reuniones en los portales, lo más cerca posible de la población.

Impulsar batallas políticas

Unirse al movimiento actual no debe conducir a nuestra disolución política. Mantenemos nuestro programa revolucionario, nuestra convicción de que lo esencial para cambiar la sociedad pasa por las movilizaciones y la confrontación con el Estado y la propiedad, lo que se traduce en la defensa de diferentes consignas. No lo hicimos mucho a nivel nacional (quizás demasiado poco), porque UP nos garantizaba nuestra independencia y nuestro derecho a expresarnos. Hemos preferido golpear en el punto clave de la relación con los social-liberales y, por tanto, en el rechazo a que el programa de UP se diluya en la alianza con el PS y EELV. Perdimos esta batalla totalmente desigual, pero logramos explicar nuestra posición a gran escala. Los sectores militantes entendieron que el programa había sido recortado, en particular sobre las pensiones, reforzando la ambigüedad sobre la posibilidad de recortes en el marco de la jubilación a los 60 años, sobre el salario mínimo (aunque Mélenchon suba entonces unilateralmente el cursor a 1.500 euros…), sobre la posición frente a la Unión Europea. Este último punto es sintomático: se nos explicó que, dado que el programa se va a llevar a cabo en un plazo de cinco años, no tenía mucho sentido reforzar los elementos de ruptura con la UE. Respetar el marco institucional conlleva inevitablemente adaptaciones.

Pero, sobre todo, no se nos integró en el acuerdo porque la UP consideró que no éramos asimilables, que no podrían disciplinarnos. Nunca se habló de ofrecer a Philippe Poutou una circunscripción electoral ganable, porque la UP no quiere que se exprese una política demasiado diferente a la de su dirección. Por razones similares, no se integró el colectivo «On s’en mêle», ya que la UP quería recortar su independencia política.

Perdida esta batalla, el NPA ha decidido apoyar las candidaturas de la NUPES allí donde rompen con el liberalismo, e intentar construir candidaturas alternativas donde no lo hacen.

La participación en la campaña de [candidaturas de] la NUPES se combina con algunos puntos en los que podemos marcar nuestra diferencia sin que se produzca un retroceso. Rechazamos cualquier deriva sobre las funciones regias, que concretan de forma burda la relación con el aparato estatal, estando particularmente atentos a lo que se expresa sobre la Policía, el Ejército, las fronteras y el imperialismo. En particular, defendemos la regularización de las y los inmigrantes indocumentados y el derecho al voto de las personas inmigrantes. También defendemos una campaña democrática, cuyo contenido no debe ser decidido por las y los candidatos y sus direcciones de campaña, sino en marcos colectivos en los que participe el mayor número posible de personas. Por último, insistimos en la necesidad de construir luchas sociales y de que los colectivos militantes construidos durante la campaña puedan convertirse en herramientas de lucha después de la misma, en particular para la defensa de las pensiones y los salarios. El NPA defiende esta política en varias decenas de circunscripciones, y pronto podremos sacar las conclusiones.

El NPA presenta listas alternativas en una docena de circunscripciones, en particular contra los candidatos de NUPES del Partido Socialista, EELV… e incluso LREM. Los equipos se entienden, a menudo apoyados más o menos discretamente por activistas de LFI o PCF. Debemos evitar el escollo de construir listas que pretendan denunciar a los reformistas, aunque se trate de federar a los que rechazan el social-liberalismo y están dispuestos a combatir con nosotros los compromisos adquiridos por la dirección de UP en este terreno. No es fácil posicionarse entre el izquierdismo, la sobrepuja reivindicativa y la debilidad de ceñirse al programa nacional del NUPES. En esta actividad, nuestra brújula es el enfoque transitorio: las reivindicaciones no son radicales o reformistas en sí mismas, la cuestión es si plantean el problema de la acción, el control de los trabajadores sobre el capital y la independencia de las instituciones. También queremos aprovechar la experiencia de los sitios donde apoyamos a las candidaturas de la NUPES para construir campañas alternativas con un contenido militante más cercano a las masas y que promueva un funcionamiento democrático.

Militar para hacer evolucionar las conciencias

Debemos llevar a cabo activamente las experiencias en curso, ya que son pruebas para orientarnos en el próximo periodo. La fase de recomposición del movimiento obrero no ha hecho más que empezar. Decenas e incluso centenares de miles de militantes se plantearán las mismas cuestiones: la relación con el Estado, la relación entre las instituciones y las luchas, el vínculo entre los sindicatos y los partidos (algunos sindicatos se plantean concretamente la cuestión de pedir el voto para la NUPES), la lucha contra el fascismo, la articulación entre la unidad y la construcción de los diferentes partidos y, como ya hemos visto, cómo posicionarse frente a las distintas opresiones.

Para actuar en este proceso, que es crucial para el proletariado, es necesario poder vincularse a él, ser parte activa del mismo. Situarse fuera de él sería tanto frenar la dinámica eminentemente colectiva, y por tanto politizadora y susceptible de sacar al movimiento obrero de su actual bache, como coartarse de participar en el espacio político que se nos ofrece para defender las ideas revolucionarias. Citando a Lenin, el «cambio se consigue con la experiencia política de las masas, nunca por la propaganda sola cambio».

Comentar, criticar de forma despectiva, negarse a actuar para no comprometerse es un privilegio que ya no nos podemos permitir en estos tiempos en los que la crisis ecológica y el auge del fascismo dan una nueva relevancia a la alternativa socialismo o barbarie.

El partido que necesitamos en el próximo período debe estar preparado para lanzarse a la acción, con un programa para preparar la revolución, pero también para dialogar con las masas, para experimentar con ellas y, por lo tanto, para estar preparado para diversos rodeos tácticos, a veces inusuales. El NPA fue capaz de hacerlo con la campaña de Poutou o durante las negociaciones con la UP, nosotros debemos conseguirlo en la configuración actual, transformando en fuerza militante las ideas que logramos formular de forma abstracta.

L’Anticapitaliste n°135 (mayo de 2022)

Traducción: viento sur

Notas

1/ Lenin, V. I. “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”, en Obras Completas, T. 41, p. 68.

2/ La Dépêche, 15/05/2022.

3/ Engels, Frederich (1892) “Prefacio a la segunda edición alemana de 1892 de La situación de la clase obrera en Inglaterra”

4/ Mathilde Goanec, “Dans la société mobilisée, l’union à gauche fait aussi des perdants”, Médiapart, 5/05/2022.

5/ Trotsky, Leon (2015) El nuevo curtso (y anexos). Valencia: Edicions Internacionals Sefov, p. 10.

6/ “Lo que nos importa no es, en modo alguno, el número de puestos en el Parlamento. No es eso lo que perseguimos” (Lenin, Vladimir, op.cit., p- 108).

7/ Baromètre ELABE para Les Échos y Radio classique, 5/05/2022.

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