"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

En cantaura los mataron tres veces

En mil novecientos ochenta y dos en Venezuela,  designaron Ministro de la Defensa a Vicente Narváez Chouríón, más sanguinario que el propio José Tomas Boves;  el gobierno copeyano lo nombra como conductor de unas Fuerzas Armadas leales a sus jefes, mayoritariamente cristianas, y dispuestas a  cumplir órdenes. A Narváez Chouríón,   la historia lo recordara por siempre.

El social-cristianismo daba así continuidad a la alterabilidad acostumbrada  del pacto nacido en el puntofijismo: primero AD, luego Copey. Esta vez le toca el turno al segundo, tomando como estandarte el conocido «padre nuestro que estas en los cielos»  e  invocando  a Herodes como su mentor ideológico e instauraron en el país la práctica de la Masacre, como instrumento para combatir adversarios.

Así como Raúl Leoni instauró la práctica  de los desaparecidos en Latinoamericana, los copeyanos no podían quedarse atrás en materia represiva. Su política era matar, solo sabían matar,  y fue  así como llegaron a ejecutar la masacre de Cantaura

Son 23 los asesinados ese 4 de octubre de 1982. Y Sus cadáveres no están enterrado en el olvido: nosotros gente pensante, gente de bien, de avanzada, de corrientes progresistas, defensores de los derechos humanos, con familias, con  mujer o marido con hijos, nietos o algún descendente en la vida, los estaremos recordando siempre.

Lo que no se nombra no existe y en las muertes de Cantaura, se va mucho coraje, mucho esfuerzo y mucha ternura… es nuestra memoria, nuestro pensamiento y no queremos que nuestros camaradas se conviertan solamente en recuerdos; su memoria la asumimos como un compromiso, un gesto simbólico activo,  una posición militante.

Primera muerte: cuando aparece el escuadrón de Camberras y Broncos a bombardear el «fogón»,  la cocina del campamento. Es conocido por todos  que allí, particularmente a las 7 AM,   se concentra el personal que va a tomar café; en ese lugar dispararon los rocket, las bombas, y allí cayeron  los primeros muertos

Es importante saber, pero más importante decir que entre los pilotos que comandaban ese escuadrón, el Teniente  y futuro diputado   Roger Cordero Lara piloteaba un Bronco.  Y sería importante saber quién lo comisionó para esa misión, pero más importante quien lo postuló como candidato a diputado del PSUV.-

Segunda Muerte. Luis Herrera Campins y  su Ministro del Interior Luciano Valero,  a través de la cadena de mando designan a Narváez Chourión  para cumplir “la tarea”, y éste  asigna la responsabilidad directa al General de Brigada José Murga Cabrices,  quien comanda la «Operación Exterminio» y por supuesto como «buen general del pasado» no iba a la cabeza de sus tropas: aquella soldadesca desbocada disparaba  a todo lo que se movía.

Asesinaron a 23 camaradas y 17 lograron huir;  algunos eran guerrilleros, y la  gran mayoría estudiantes, luchadores sociales, obreros: hoy todos están muertos.

Tercera muerte. Cuando hace su aparición,  el pimentón del crimen, él que está en todas las masacres y nunca falta en una escena criminal, José Rafael López Sisco alias Henry, junto a Arpad Bango con una manada de bestias proporcionadas por  Remberto Uzcategui, a todos los camaradas muertos le dan un tiro de gracias: hicieron la hicieron un  “proeza” de matar  a los 23 muertos con un tiro en la nuca o en la sien.

Pero hay una cuarta, que no es más que un acto de  complicidad, de  compromiso político y de la avaricia por el  dinero. Me refiero al médico Guillermo Solano, quien intentó ocultar los tiros de gracia.

Que pedimos desde esta tribuna, pedimos castigo para un crimen de Lesa Humanidad, que está a la vista: se trata de una masacre documentada, tenemos suficiente pruebas y testigos. Que en la nación se asuma la voluntad política,  para perseguir, capturar y enjuiciar a tanto delincuente suelto; y que se le enjuicie de acuerdo a las leyes vigentes, a la Constitución.

No se exige nada parecido al  castigo que le infringieron los españoles a Pedro Gual o a José Félix Rivas. Exigimos justicia

La Masacre de Cantaura tiene un punto de referencia, una delación de dos hermanos militantes de Bandera Roja, Norberto y Alirio  Rabanales, ambos residen en Puerto la Cruz y Gabriel Puertas y  parte de la dirección guerrillera,  irresponsablemente, nunca tomaron medidas para no impedir lo que pasó: a pesar de todas las alertas y las sospechas acerca de los delatores, que fueron muchas

Después de 37 años, seguimos soportando ese dolor; esperando la justicia con la muerte a los hombros; seguimos nuestro camino sin detenernos a pensar la larga  jornada. Aquí estamos,  andamos por la vida, pensando en Jorge Rodríguez, en el Catire Rincón, en Sorfani Alfonzo, en Emperatriz Guzmán.

Nuestro cartelito es «»Aquí no se Rinde Nadie «.

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