"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Pandemia. Escenario malthusiano

El escenario malthusiano de conocido origen fraguado después de Bretton Wood. En estricta lógica de la gendarmería mundial sobran los ancianos y los pobres. Avisados entre el oro que no se tiene y la riqueza de las naciones que se codicia, avanzaron hacia el estadio superior: la guerra bacteriológica. En conclusión, les resultó necesario salir de millones de personas. La máquina del dinero se atascó en los últimos guarismos, ya no da más. De aquellos papeles estos lodos.

Al paso de los años, por política y poder, encerraron a la humanidad en un galpón suspendido en el aire, quien reviente el candado e intente salir caerá sobre las ruinas de las cenizas del gran capital. Así fue como el destino nos alcanzó: formando fila frente a la escasez de los panes y el amarillo del trigo que se comieron los bueyes. Luego sacaron cuenta, en la sumatoria nos colocaron en la columna de ceros a la izquierda. Como buenos tenderos, le pusieron precio al aire de nuestros pulmones.

En aritmética macabra crearon el coronavirus, perfección malévola de la peste negra, la gripe española, la sífilis, malaria y el sida. En esta ocasión, no todo lo sólido se desvanecía en el aire, sino que entraba en nuestro cuerpo por contacto o cercanía afectiva o aleatoria. Sutilezas que nos permite la democracia liberal. Si en la Segunda Guerra Mundial los nazis llevaron a los crematorios a judíos comunistas, poetas, artistas, homosexuales y gitanos, en esta ocasión no tienen necesidad de Buchenwald y Dachau o de otro museo del horror.

Los nuevos nazis nos esperan sin tapaboca en el metro, supermercados, el bar de la esquina y en la multitud de las avenidas. Sumados, como un número más en la pobreza. Lo esperanzador vendrá de los pueblos de América Latina, de aquellos que se organizan en la solidaridad y en la ruptura de añosos paradigmas. En los balcones, por encima del duelo, se escuchan los cantos de amor, se reparte el pan de los pocos, se donan en gracia plena los verbos de la nueva poesía

También te puede interesar

Deja tus comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *