"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Los enterradores de AD

A los lejos se podía ver, al final del callejón, un pequeño tumulto de gente, pareciera que traían algo, pero no se divisaba bien. En la medida que avanzaban, los contornos fantasmagóricos de lo que venía, se perfilaba con mayor claridad. Era una urna blanca, que la tongoneaban como en un entierro de malandro y el séquito parecía una manada de zombis, vagando, con la mirada extraviada y soñolienta.

La urna blanca, se divisó al fin claramente y se pudo ver, a través de la poca gente que la rodeaba, un gran letrero impreso verticalmente sobre ella que decía: “El Partido del Pueblo”. Jacinto que no se pelaba un sarao ni un velorio y estaba allí de curioso, se preguntó en voz alta ¿El Partido del Pueblo? Sí, le dijo su fiel compañero de parranda, Gumersindo, que estaba a su lado, es Acción Democrática. Ambos se persignaron.

Ya en el centro del callejón, se pudo ver claramente, un cartel que enarbolaba uno de los deudos, tenía una figura con Liqui lique impecablemente blanco y sombrero de cogoyo, y en la mano junto al bolsillo izquierdo tenía un pan. Era el famoso Juan Bimba, que por mucho tiempo fue figura emblemática de los adecos, hasta que se burocratizaron, se aburguesaron y se enquezaron.

Sorpresas te da la vida, dice la estrofa de una conocida canción, pero no sólo era una sorpresa, era una realidad, lo que estábamos viendo, eran las exequias de un partido que otrora estaba arraigado tanto en la vida nacional, que habían expresiones como estas: en Venezuela los adecos crecen como la Verdolaga. Y había tal fanatismo entre sus militantes, que orgullosamente decían: “Adeco es Adeco hasta que se muera”.

Qué tristeza, decía mi comadre Concepción, vieja adeca, pero que después se dejo de eso, al mirar aquel panorama desolador.

Y yo, para mis adentros, me decía, ¿Cómo cambian los tiempos?, si me lo contaran no lo creería.

Un partido que había tenido figuras de la talla de Rómulo Gallegos, del Poeta Andrés Eloy Blanco (Autor de la Letra del Himno del Partido), de Leonardo Ruiz Pineda, uno de los fundadores de AD, asesinado en la clandestinidad durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, ahora es dirigido por Ramos Allup, a quien sus propios copartidarios lo calificaban de medio pollo y de Bernabé Gutiérrez, cuya única profesión conocida es la de gobernador, con un prontuario judicial por trampear en elecciones que ni te cuento. Este giro tan abrupto, hablando deportivamente, es como si Los Dodgers de los Ángeles sacaran a Miguel Cabrera y lo sustituyeran por un jugador de bolas criollas.

Tenía razón la muerte, se la tenía que llevar, no se podía perder este fleicito. Los susodichos, por no decirles bichos, por sus malos procederes y malas mañas, cambiaron hasta el símbolo tradicional de AD. Ahora Juan Bimba no llevaba en el bolsillo izquierdo del Liqui liqui una hogaza de pan, sino, un Pimentón, en honor a todos los guisos que en los últimos treinta o cuarenta años estos personajes estaban metidos, desde el parlamento, desde la gobernaciones y desde cualquier ámbito de poder que tuvieron, gobernando sólo AD o en conchupancia con su carnal, el partido COPEI.

El prontuario delictivo de estos enterradores de AD es tan amplio, que opacaría al de Al Capone y se les podía atribuir una expresión del propio Ramos Allup (que escupió para arriba) contra su socio, ahora autoexiliado en España, Ledesma, cuando dijo en una entrevista para la televisión: LANCEN UN CODIGO PENAL PARA ARRIBA Y EN CUALQUIER PÁGINA QUE CAIGA, ESE DELITO LO COMETIÓ LEDESMA. BUENO, AHORA LO REPITO YO, LANCEN EL CODIGO PENAL DE NUEVO PARA ARRIBA Y EN CUALQUIER PAGINA Y EN CUALQUIER DELITO QUE CAIGA, SE LE PUEDE ATRIBUIR A ALLUP Y A BERNABE. Como diría un conocido humorista venezolano, que fue mi alumno en Locución: DE JUAN BIMBA A PRAN BIMBA.

Así, con más pena que gloria continuó el cortejo hasta el cementerio y entre pala y pala para lanzar la tierra que cubría la urna del otrora partido del pueblo, a lo lejos, en un sarao popular, se oían las sabrosas estrofas en ritmo de Merengue, interpretada, por una Orquesta que tiene un nombre muy apropiado para este relato “La Terrífica”. La pieza en género de Merengue es titulada “NI Llanto ni Velorio”; HONDO, HONDO, HONDO, QUE LO ENTIERREN HONDO…. HONDO, HONDO Y HONDO YO LO QUE QUIERO ES QUE LO ENTIERREN HONDO.

También te puede interesar

Deja tus comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *