A pesar del reclamo de las bases chavistas y opositores hartos, Maduro no le puso los ganchos al autoproclamado. Aplicó la misma que el Comandante Chávez con los generales de plaza Altamira. El interino retaba: “Aquí estoy, Maduro, date pues”, “ven a buscarme”, “te espero, dale”. Y de pronto, rodó solito. Las ciencias políticas se preguntan quién o qué lo tumbó de su propia coba. ¿La legión de Miami? ¿El abrazo de Trump? ¿La batalla de los puentes? ¿La foto con la tercia? ¿L.L.? ¿J.J.? ¿Su gabinete imaginario? ¿Los piropos de Pompeo? ¿Los boinas verdes? ¿El guiño de Duque? ¿El aliento de Almagro? ¿La UE? ¿La Bachelet? ¿El hotel Penélope? ¿La burundanga letal? ¿Los dólares de Citgo? ¿Directv? ¿Los plátanos del golpe? ¿La Gedeón? ¿Los Rambos macuteños? ¿Su pasado nudista? ¿El chacumbelismo? No sé.