"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Tinta roja. Marx visita a George Floyd

Un pasaje de ese último número de la Neue Rheinische Zeitung (editado por Carlos Marx) , escrito en un rojo tan radiante como desafiante, se ha hecho presente estos días. En el contexto de los disturbios generados a lo largo y ancho de los Estados Unidos tras el asesinato del afroamericano George Floyd”

En abril de 1848, el Dr. Karl Marx está de regreso en Alemania. El exilio lo había llevado a Francia, a Bélgica y luego de nuevo a Francia. La oleada revolucionaria desatada ese año, y en particular el estallido que tiene lugar en marzo en los Estados germanos, lo obligan a regresar a aquel sitio endiablado que había abandonado tiempo atrás –“En Alemania ya no tengo nada que hacer. Aquí uno se falsea a sí mismo”, había escrito un 25 de enero de 1843 a su por entonces amigo Arnold Ruge (1). Nuevamente en alianza con la fracción progresista de la burguesía renana, nuevamente abrazando el oficio del periodismo, optará por ponerse a la cabeza de la batalla contra el feudalismo, el absolutismo y la reacción.

Ya en Colonia, funda la Neue Rheinische Zeitung: Organ der Demokatie. Por poco más de un año, la publicación sigue de cerca los acontecimientos que sacuden a toda Europa. Al igual que había sucedido con la gaceta renana original de la que Marx llegó a ser director, sus editores muy pronto enfrentan la persecución de las autoridades prusianas y la traición de una burguesía que comprende rápidamente que el proletariado y el pueblo todo no son ni podrán ser jamás sus aliados. Conminado a abandonar una vez más ese lugar que ni siquiera un país era, en mayo de 1849 Marx se las ingenia, sin embargo, para publicar un número final, impreso en tinta roja. A modo de “última palabra”, los redactores exclamarían: “¡emancipación de la clase obrera!” (2).

Los biógrafos del autor de Das Kapital comentan que, con la tirada final ya en la calle, una bandera también roja flameó sobre el tejado del edificio en el que funcionaba el periódico (3). La derrota no se iba a quedar con el deleite reportado por presenciar semejante cosa.

Un pasaje de ese último número de la Neue Rheinische Zeitung, escrito en un rojo tan radiante como desafiante, se ha hecho presente estos días. En el contexto de los disturbios generados a lo largo y ancho de los Estados Unidos tras el asesinato del afroamericano George Floyd perpetrado por la policía el pasado 25 de mayo, una sucursal de la cadena Target fue saqueada en Minneapolis. Tras la tercera jornada consecutiva de protestas en la ciudad de Minnesota, en la mañana del viernes 29 de mayo una imagen de las paredes rojas del negocio, tomada por la fotógrafa Lorie Shaull, se hizo viral en redes sociales. Junto al célebre acrónimo ACABAll cops are bastards (Todos los policías son bastardos)–, puede verse en el costado inferior de la misma una pintada que dice: “When our turn comes we will make no excuses for the terror” (.Cuando llegue nuestro turno, no daremos excusas para el terror»)

Se trata, por supuesto, de un fragmento del editorial que Marx escribió luego de que fuera dispuesta la supresión de la Neue Rheinische Zeitung. Burlándose de todos y cada uno de sus enemigos, y a pocas líneas de concluir profetizando el estallido de una guerra mundial y el golpe asestado por “el puño de la ‘República Roja’” que se cerraba en París, el moro apuntaría: “Somos desconsiderados, no exigimos consideración alguna por parte de ustedes. Cuando nuestro turno llegue, no escatimaremos en el terror” (4). A partir de este momento, una gran lección será extraída: en el nuevo comienzo que el exilio londinense ofrece, Marx emplea por primera vez las expresiones revolución permanente y dictadura del proletariado (5). Ya no había absolutamente nada que esperar por parte de una burguesía tan timorata como patética.

Escrita en blanco, pero sobre un fondo tan rojo como el de aquella tinta de 1849, la frase de la Neue Rheinische Zeitung acompaña hoy a una generación que parece estar rompiendo el embrujo de lo que Mark Fisher y Byung-Chul Han llamaron realismo capitalista y sociedad del cansancio (6). En efecto: un nuevo párrafo se escribe sobre aquello iniciado el año pasado de la mano de los sucesos chilenos. Chile y Minneapolis son sólo algunos de los nombres de un gesto ‘anormalizador’ que está siendo puesto en acto cada vez más para cambiarlo todo. A fin de cuentas, la normalidad (de la valorización del capital) es la causa última de la pandemia y la forma de vida distanciada que se nos impone. Será imposible retornar a ella porque, justamente, fue debido a ella que llegamos a este punto de colapso. Lo que plantea la imposibilidad de que las cosas vuelvan a ser como antes es el final en cuanto tal de un futuro único y siempre-igual-a-sí-mismo –esto es, el futuro que el capitalismo neoliberal alguna vez supo prometernos.

En los Estados Unidos, claro está, la puesta en acto del gesto en cuestión adquiere características propias y específicas. El video en que el policía blanco Derek Chauvin estrangula con su rodilla a un hombre esposado en el piso que, desesperado, grita “I can’t breathe” (no puedo respirar), despertó la indignación e ira popular. Podría haber sido uno más de los capítulos de la brutalidad racista que en el país del norte, desde su mismísima fundación, se ejerce contra la comunidad negra –una brutalidad policial a partir de la cual, es bueno recordarlo, en 2013 surgió el movimiento Black Lives Matter. Esta vez, sin embargo, parecería haber algo más en juego.

En parte, el recrudecimiento de la violencia policial contra negros y latinos es un efecto de las medidas tomadas por el gobierno norteamericano para contener la crisis del COVID-19. Tanto a nivel económico como de la propia salud, la población negra de Estados Unidos ha sido particularmente afectada por la pandemia. Las protestas, los enfrentamientos con la policía y el desafío planteado a un neofascista como Trump –en la mañana del viernes, el presidente respaldado por supremacistas blancos llamó rufianes (thugs) a los manifestantes, amenazó con enviar a los militares a Minneapolis y dijo: “cuando empieza el saqueo, empiezan los disparos”– deben ser leídos, ante todo, como destellos de una nueva realidad que está configurándose ante nuestros ojos. Una nueva realidad, vale decir, en la que la lucha de clases, la revuelta y la insurrección estarán cada vez más a la orden del día.

Contra los razonamientos apocalípticos que en la coyuntura actual se regodean en con que no hay futuro, debemos asumir entonces que quedan aún muchas páginas a ser escritas en tinta roja.

 

Notas

(1) Marx, K., “Carta a Arnold Ruge”, en Escritos de Juventud, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 691 (traducción modificada).

(2) Marx, K. y F. Engels, Las revoluciones de 1848, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 518.

(3) Véase, por ejemplo, Stedman Jones, G., Karl Marx: Greatness and Illusion, Londres, Penguin, 2016.

(4) Marx, K. y F. Engels, Las revoluciones de 1848, op. cit., pp. 517 y 516 (traducción modificada).

(5) Véase Marx, K., Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 (haya varias ediciones disponibles).

(6) Véase Fisher, M., Realismo capitalista: ¿No hay alternativa?, Buenos Aires, Caja Negra, 2017; Han, B.-C., La sociedad del cansancio, Barcelona, Herder, 2017

 

 

Fuente

 

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