La lucha te extraña, porque juntos aliviamos las cargas, y en el parto de la matria nueva se puja menos cuando hay más fuerza unificada.
Extrañamos la entereza de tu voz en nuestras conversaciones, porque la voz militante carga los sonidos que los padres libertadores anudaron en nuestros corazones para mantenernos despiertos.
La voz de los poetas, cantores y luchadores sociales no se calla cuándo parece que el cuerpo calla, porque ya ha sido encendida la fuerza vital en las otras y los otros.
Ayer con el morral lleno de vida, andamos largas jornadas, pintando esperanzas en medio de esta guerra nuestra y ajena que se empeña en quitarnos los sueños y las esperanzas y muerte.
No vamos a despedirte antes de tiempo.
Más allá del altamar de las lágrimas nos duele en lo íntimo y en lo público muerte. No ocultaremos nuestro dolor, nos sabemos seres vivientes en una realidad y en una cultura que combatimos durante siglos, para transformarlas.
No hay Mesías que vendrá a protegernos.
Compartir nuestras historias armoniza nuestra relación con la vida y las quimeras, nos libera de sentirnos trasgresores por vencer la indiferencia de las privacidades. Estamos tan cerca y tan distantes, tan íntimos y tan extraños. Tan solidarios y tan cautelosos.
Nos llevan hermanos y hermanas, y callamos, porque el desorden del capital nos dice que la muerte es un hecho eximido del amor colectivo.
Castor: arreciemos disciplina, militancia y amor para vencer la aciaga hora, y pujar el parto de la matria nueva.
No vamos a decir adiós antes de tiempo porque te sentimos cerca en el calor de la lucha y en nuestros lugares de vida
No es posible ni siquiera extrañarte porque el morral de tu vida está intacto.
Una caracola para los giros en tu vuelo.
Una cobija tejida con tus sueños para abrigarte en las alturas
Una almohada de amor para tu paz.
Una canción de pajaritos para adornar tu vida.
Un compromiso para desalambrar las miserias de la vida.
Amor y ternura te reciben en los brazos de la madre tierra.